Abr 13_16 Sufro mucho cuando vosotros deseáis un mal y también sufro con el dolor que causáis.
Rosario vespertino.
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Mensaje de Dios Padre y Nuestro Señor Jesucristo a J. V.
Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.
Sobre: Os quisiera preguntar, muy en lo personal, ¿en qué grado de conversión creéis estar? Yo, vuestro Hermano Jesucristo, caminé sobre la Tierra, preparé a los primeros apóstoles y discípulos y, aun, así, muchos de ellos fallaron.
Hijitos Míos, os quisiera preguntar, muy en lo personal, ¿en qué grado de conversión creéis estar? Yo, vuestro Hermano Jesucristo, caminé sobre la Tierra, preparé a los primeros apóstoles y discípulos y, aun, así, muchos de ellos fallaron.
Muchos discípulos, cuando les dije que si Me amaban tenían que comer Mi Cuerpo y beber Mi Sangre para tener Vida, se echaron para atrás.
Ciertamente, cuando escogí a los doce y después de que el Espíritu Santo los tomó en Pentecostés, les dio la Fuerza con la que predicaron. Esos fueron Mis apóstoles.
Os he pedido que seáis los apóstoles de estos tiempos y os vuelvo a preguntar: ¿en qué grado de conversión creéis estar, como para que pudierais pasar las pruebas que pasaron Mis primeros apóstoles?
Ciertamente, debéis tener una Fe a prueba de todo, ¿la tenéis?, ¿no Me negaréis en los momentos difíciles, como le pasó a Pedro?, ¿tenéis una plena confianza en Mí, vuestro Dios Jesucristo, que os está pidiendo el ser verdaderos apóstoles y que, pase lo que pase, os mantendréis en ésa posición?
Ciertamente, os he dicho que vosotros estáis para continuar Mi Obra y que deberéis estar llenos de Mí, guiados por Mi Santo Espíritu, ¿os daréis plenamente por Mí, para ayudar en la conversión a infinidad de vuestros hermanos?
Antes que nada, necesito de vosotros, una plena donación, una plena confianza en Mí y una vida de Virtud y de Amor.
Ciertamente, ser un apóstol Mío, conlleva mucho trabajo, dedicación y, sobre todo, olvido de sí mismos. ¿Estaríais preparados, en estos momentos, a que si Yo os lo pidiera, empezarais vuestra misión fuerte, con un apostolado en estos tiempos?
Lo que os estoy pidiendo y a lo que os estoy llevando, es comprobar que vosotros, realmente, Me amáis, que sí os daríais plenamente por Mí, para la salvación de vuestros hermanos y, sobre todo, para cambiar a este Mundo de maldad, en un Mundo de Amor, en un Mundo, en donde Yo pueda venir a Reinar sobre todos vosotros, sobre el resto fiel que ha de quedar después de la Purificación.
Mis pequeños, sé que os estoy pidiendo una cosa difícil a vuestros ojos y a vuestro entendimiento. Os he ido preparando para que llevéis a cabo una misión muy especial, que todavía no conocéis plenamente.
Muchos de vosotros, con estas preguntas que os acabo de hacer, dudasteis, porque sois todavía humanos, con obligaciones familiares, económicas, que tenéis qué cumplir. Lo que busco Yo, es vuestra disponibilidad para servirMe.
Yo respeto la vida del hombre y sus obligaciones, aquellos que Me siguen, aquellos que se entregan por Mí, llevan una preparación física y espiritual, que viene del Cielo, porque deberéis transmitir Mi Palabra y vivir los Valores del Cielo, pero, por otro lado, también tendréis que luchar contra las fuerzas de satanás, que se han liberado muy fuertemente y que, vosotros, sin Mí, no podríais sobrevivir a sus ataques.
Ahora, vuestra actitud cambia, porque os sentís respaldados por Mí. No os estoy obligando a algo, sino, que, os estoy pidiendo, en libertad total, vuestra donación y, ahora os dais cuenta, de que Yo necesito de vosotros, pero Yo arreglaré también vuestras obligaciones.
Mis pequeños, son muy pocas las almas que se donan para servirMe, no os imagináis cuán pocas son las almas que responden con un “sí”, inmediatamente.
Os he dicho que vendrán grandes cambios para la Tierra y aun para vosotros mismos. Yo os iré guiando, os iré llevando por los caminos que Yo necesito que vosotros caminéis, y que vayáis tomando vuestro compromiso Conmigo, con vuestro Dios.
Recordad que os he dicho que Yo no presiono, y pido vuestro permiso para ser tomados por Mí, en Mi Santísima Trinidad, para servir a vuestros hermanos y llevar a cabo vuestra misión celestial.
Os vuelvo a repetir, sin Mí, vosotros no sois nada y, Conmigo, grandes cosas habréis de hacer, especialmente, vencer a satanás y a sus secuaces, para que se purifique la Tierra y el Universo entero, y podáis ver la Obra grande de Salvación y del Principio de Nueva Vida que se dará para el Bien de las almas escogidas y para Gloria Nuestra, en Nuestra Santísima Trinidad.
Vosotros deberéis estar bien preparados, como preparé a Mis apóstoles, para llevar Mi Palabra. Sólo quiero vuestra disponibilidad, que vuestro libre albedrío, no presionado en lo absoluto, quiera libremente servirMe, amarMe y salvar a vuestros hermanos. Os lo agradeceré, infinitamente, cuando deis vuestro “fiat”.
Ciertamente, los primeros apóstoles, muy temerosos estaban antes de su transformación en Pentecostés, pero estaban apoyados en Mi Madre, la Siempre Virgen María, y Ella los guiaba, les daba fuerza, aliento, para seguir en la prueba y en el servicio que Yo les pedí que dieran, que era el llevarMe a todo el Mundo, a todas las naciones.
Así, pues, Mis pequeños, solamente quiero escuchar de vosotros que sí queréis vivir para Mí, y Yo Me encargaré de vuestra transfiguración y de los Dones del Espíritu Santo, que deberán derramarse sobre vosotros, de acuerdo a la misión que llevaréis cada uno de vosotros, para que Mi Reino se implante sobre la Tierra y en el Universo entero y, así, con Mi Reino en la Tierra, Yo, vuestro Dios Jesucristo, sea vuestro Pastor y vosotros, el nuevo rebaño.
Dependo de vuestro “fiat”, dependo de vuestra donación, dependo del amor, que queráis dar a vuestros hermanos.
Ciertamente, Yo podría cambiar todo, sin la necesidad de vuestro apoyo, pero os he escogido y os he preparado, por años, para estos momentos que se han de dar y quiero compartir Mi Triunfo con vosotros.
Os Bendigo, Mis pequeños, abrid vuestro corazón, para que Mi Santo Espíritu entre en vosotros y que tengáis vuestro Pentecostés personal, para que podáis ser transformados en ésos apóstoles de estos tiempos que quiero de cada uno de vosotros.
Gracias, Mis pequeños.
Segundo Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.
Sobre: Yo acepté la Voluntad de Mi Padre, aceptad ahora Mi Voluntad, para que, con ella, alcancéis vuestra santidad de vida y, lo primero que debéis hacer, es negaros a vosotros mismos.
Hijitos Míos, así como se enferma el cuerpo, también se enferma el alma.
Vosotros, los que ya habéis vivido varios años sobre la Tierra y que habéis sido, a veces, atacados muy fuertemente por satanás, os dais cuenta, perfectamente, de lo que os digo. Así como en el cuerpo hay enfermedades graves, que causan mucho dolor y que pueden dejar secuelas para toda vuestra vida, en el alma también existen, Mis pequeños.
Cuántas veces cometéis faltas graves, que os van a dejar marcada vuestra existencia. Si estáis Conmigo, o al menos, cuando caéis, os levantáis y tratáis de manteneros Conmigo, vuestra recuperación es rápida; sí queda una secuela por el pecado cometido, y si os acercáis a Mí, la ofreceréis y os uniréis a Mí en Mis Dolores, Penas, en Mi Vida Pública y en los ataques que sufrí de parte de aquellos que luego Me Asesinaron en la Cruz.
Cuando estáis Conmigo, vuestra vida, aún difícil, se hace llevadera. Aunque el pecado os haya dejado marcados, de ése mal, surgirá un bien. Pero, ¡ay!, de aquellas almas que no están Conmigo, que no ponen su Fe en Mí, que no Me piden Mis Dones, Mis Bendiciones, para salir adelante de estos problemas que vosotros mismos os causáis por tomar el camino equivocado; éstas almas pueden terminar muy mal o desesperadas, pueden hasta quitarse la vida.
Los pecados graves que son enfermedades del alma muy fuertes, si no estáis Conmigo, si no Me buscáis para que Yo os pueda levantar al estado de Gracia, en el cual el alma puede sentirse, nuevamente, a gusto de estar Conmigo, os puede llevar a una vida miserable, pero porque vosotros mismos no confiáis en Mí, vuestro Dios.
Cuando no hay confianza en Mí y queréis hacer vuestras cosas por vosotros mismos, aún aquello que os pido, caéis en soberbia y creéis que podéis salir adelante de vuestra problemática espiritual, y aún humana, y no es así, Mis pequeños.
En estos momentos, vuestra humanidad está muy deficiente, como para salir adelante por vosotros mismos. El pecado, ha crecido tanto en el Mundo que, en momentos, podríais hasta dudar, si lo que estáis haciendo, es bueno o es malo, porque lo que veis a vuestro alrededor ya se os hace tan natural, siendo que esto ofende, inmensamente, a Mi Sacratísimo Corazón.
Cuando buscáis el vivir en estado de Gracia, Yo, vuestro Dios, os voy dando Luz en vuestro caminar y, de esta forma, os voy señalando lo que es bueno, lo que es malo, lo que debéis evitar y lo que debéis buscar.
Cuando aprendéis a llevar una vida de oración profunda, cuando Me buscáis y escucháis Mi Voz en vuestro interior, es cuando ya estáis en un grado más alto de espiritualidad, para que Yo os lleve por caminos seguros y podáis hacer, también, mucho bien a vuestro alrededor.
Os he dicho muchas veces que, aquella alma que Me busca, Yo Me dejo encontrar por ella y empieza ése diálogo Divino que todos debierais tener ya; buscadMe, buscadMe con más ahínco y Me encontraréis, Me necesitáis en vuestra vida. Hay muchas cosas que vosotros no os dais cuenta que existen a vuestro alrededor y son trampas de satanás, que lejos de llevaros a vuestra santidad de vida, os van apartando de ella.
Evitad todo aquello, y a aquellos, que os digan que todo ya es lo normal, porque ya muchos lo hacen; ésas son inspiraciones satánicas, no vienen de Mí, vuestro Dios.
SeguirMe, os lo he dicho antes, es difícil, el camino es pedregoso, doloroso, la puerta es angosta, a ratos parece difícil o casi imposible el seguirMe como Yo quisiera que todos Me siguierais, pero es que tenéis que poner mucho de vuestra parte para llegar al grado de pureza y santidad que vosotros necesitáis para entrar al Reino de los Cielos.
Cuando Yo os pido una transformación, es porque os quiero aligerar vuestra tarea, vuestra misión, para que sea fácil para vosotros dar el último paso y podáis entrar al Reino de los Cielos.
El Reino de los Cielos, es un regalo inmenso, vais a gozar en él eternamente. Si meditáis esta idea del gozo eterno, primeramente, os debéis salir del tiempo; la eternidad, es el compartir Conmigo para siempre, pero, esto, no cabe dentro de vuestras capacidades actuales y, un regalo inmenso, cuesta mucho ganarlo. ¿O acaso, vosotros creéis que Mi Donación fue fácil? No, Mis pequeños, Me di por vuestra salvación y aún, así, seguís fallando. Os estoy ofreciendo la Eternidad de gozo, Yo acepté la Voluntad de Mi Padre, aceptad ahora Mi Voluntad, para que, con ella, alcancéis vuestra santidad de vida y, lo primero que debéis hacer, es negaros a vosotros mismos. Ésa es vuestra principal tarea, estáis tan llenos de maldad, de defectos y no os dais cuenta, porque ya vivís en un Mundo en decadencia espiritual, en donde aceptáis lo malo como bueno, porque es vuestra forma de vivir. El Cielo es muy diferente a lo que ahora vivís vosotros en la Tierra y, por eso, el negarse a sí mismo, se os hace tan difícil.
PedidMe que os ayude, os costará, quizá, dolor, lágrimas, sangre, pero el resultado a todo ello, será inmenso, bellísimo, santísimo y, luego, Me lo agradeceréis.
Luchad, luchad por el premio tan grande que os voy a dar, el cual, gozaréis después y por toda la eternidad.
Aquellos que dan el primer paso, Yo les ayudo con los siguientes pasos pero, el primer paso, es vuestra disponibilidad, es vuestra voluntad, es hacer a un lado vuestro orgullo, vuestra persona, vuestro “yo”, para que sea Yo, vuestro Dios el que entre en vosotros, en vuestra vida y os lleve a la perfección. Las almas en el Cielo, viven en la perfección, ¿acaso os sentís ahora perfectos, como para que no tengáis que hacer lo que os estoy pidiendo?
Gracias, Mis pequeños.
Tercer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.
Sobre: Escucho las palabras o los pensamientos que vosotros decís o pensáis hacia vuestros hermanos y Yo, también, estando en ellos, recibo lo que vuestros labios dicen o lo que vuestra mente desea; así que Mi sufrimiento o Mi gozo, es doble.
Hijitos Míos, os he dicho que todo aquello que le hagáis a alguno de vuestros hermanos, Me lo estáis haciendo a Mí. Si vosotros, realmente, actuarais como Yo quisiera que actuarais, buscaríais agradarme, y especialmente, como os dije en esta frase: “que lo que le hicierais a vuestros hermanos, Me lo estáis haciendo a Mí”, es una realidad, Mis pequeños, porque Yo vivo en vuestro interior.
Yo siento lo que le hacéis al hermano, escucho lo que le decís, vuestros deseos, aún los íntimos, contra vuestros hermanos o a favor de ellos, también los escucho, los sufro cuando son malos, los gozo cuando son buenos. En Mí, nada escapa, Mis pequeños, porque Soy vuestro Dios y habito en cada uno de vosotros.
Así que, escucho las palabras o los pensamientos que vosotros decís o pensáis hacia vuestros hermanos y Yo, también, estando en ellos,recibo lo que vuestros labios dicen o lo que vuestra mente desea; así que Mi sufrimiento o Mi gozo, es doble, porque tanto el que actúa y como el que recibe, Yo también lo estoy viviendo.
No habíais pensado en esto, Mis pequeños y por eso sufro, sufro mucho cuando vosotros deseáis un mal y también sufro con el dolor que causáis.
Por eso, como alguna vez os decía, es difícil, en términos generales, que un alma vaya directamente al Reino de los Cielos, por vuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones.
Cuando vosotros hacéis o deseáis un mal, ya estáis pecando. Por el mal que vosotros provocasteis, sufro Yo, primeramente, pero ahí no termina todo, porque el que está recibiendo vuestro mal, lo más normal, desgraciadamente, es que deseé también un mal, de regreso, a aquél que lo está atacando.
Os he dicho que al mal, se le ataca con un Bien. Al mal se le ataca devolviendo amor, pero, ¿cuántos de vosotros estáis lo suficientemente crecidos en virtud, como para que
Vosotros debéis buscar el vivir en Mí y para Mí, recordando que, primeramente, estoy Yo en vosotros y que, antes de que hagáis algo o deseéis algo o penséis algo, Yo ya lo estoy viviendo, y luego, el que va a recibir vuestros buenos o malos deseos, también Yo estoy en él.
Por eso, os pido que antes de que hagáis algo o deseéis algo, lo meditéis profundamente y, primeramente, os repito, el daño va a ser hacia Mí, en vosotros, porque estáis actuando ya en un mal, al estar buscando cómo dañaréis a vuestro hermano. Ya desde ése momento, Me estáis causando un dolor y si lo llegáis a realizar el dolor que le estáis causando a vuestro hermano, y que Me lo estáis causando a Mí, también os va a afectar a vosotros en vuestro Juicio.
¡Cuánto dolor Me habéis causado a lo largo de vuestra existencia y no os dabais cuenta de ello!
Meditad esto en vuestro corazón y llorad vuestros errores pasados, pedidMe que, ahora que lo sabéis, purifique vuestro corazón y, pedidMe que os ayude a encontrar vuestra paz interior, al sentiros perdonados por Mí, vuestro Dios.
Gracias, Mis pequeños.
Cuarto Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: Tened confianza en Mí, Mis pequeños, Soy vuestro Padre, Soy vuestro Dios y quiero lo mejor para vosotros, pero vosotros no estáis capacitados para entender lo que Yo quiero de vuestra vida y en lo que Me podéis servir mientras tengáis vida sobre la Tierra.
Hijitos Míos, en general, vosotros vivís en el Mundo, como os he explicado antes, con una espiritualidad infantil, viéndoos solamente a vosotros mismos, pidiendo, como hacen los niños pequeños a los padres: el dame, dame y dame, en lugar de poneros a Mi disposición y decirMe: ¿en qué os puedo ayudar, Mi Señor y Mi Dios?
Así os pasáis toda vuestra existencia, pidiendo, pidiendo y pidiendo, que, ciertamente, eso ya es un acto de Fe y eso es bueno, por un lado, porque acudís a Mí, además, de que estáis poniendo vuestra Fe y vuestro corazón en vuestra petición, que eso os va a ayudar a seguir creciendo en Fe y en confianza en Mí, vuestro Dios, porque, ciertamente, os ayudo cuando Me lo pedís. Aunque, por otro lado, vuestros agradecimientos, no siempre llegan.
Pero a lo que voy, Mis pequeños, es que vosotros debéis buscar ésa espiritualidad adulta y, esa espiritualidad adulta, os debe llevar a una comprensión, también, adulta. Vosotros, a veces, ya ni siquiera pedís, exigís y queréis que Yo os dé lo que Yo sé que no os va a hacer un bien y, si no os concedo lo que vosotros exigís, o Me tratáis con grosería u os apartáis de Mí o simplemente, tratáis de olvidarMe y buscáis por otros medios, que no vienen de Mí, para obtener lo que, vosotros, en una insistencia infantil y poco espiritual, queréis. Entended que si Yo no os quiero dar algo, es por múltiples razones, primeramente, porque no os convenga; vosotros no conocéis los efectos que pueden provocar vuestra petición.
¿Cuántas veces pedís, pero para producir un bien a vuestros hermanos? No buscáis primero el bien hacia vuestros hermanos, sino un bien egoísta. Vosotros, recibisteis el don de la vida para el bien de vuestros hermanos. Yo veo por vuestro bien, vosotros debéis ver por el bien de vuestros hermanos, vuestra posición en la vida nunca debe ser egoísta, siempre debe ser de donación, como Mi Hijo, que se donó por vosotros en totalidad, cuando misionó sobre la Tierra, buscando vuestra Redención y la apertura nuevamente, del Reino de los Cielos.
Cuando vosotros pedís por el bien de vuestros hermanos, si hay amor, de corazón, generalmente, os lo voy a conceder. Ciertamente, podéis pedir porque veis necesidad en ellos, pero también, al igual que vosotros, no recibirán de Mí, porque puede llevarlos a un mal, o el hecho de que Yo no se lo dé, también puede ser por males pasados, pecados que hayan cometido, errores desde su infancia, adolescencia y que deberán padecer ésas molestias en su estado, a veces, adulto, por lo que hicieron cuando eran pequeños.
Os he dicho, alguna otra vez, que el padecer aquí en la Tierra, es una purificación a vuestros pecados, esta purificación aquí, va a ser menos fuerte que la que tengáis que padecer en el Purgatorio y, si Yo no os concedo ciertas cosas que vosotros queráis y que os están provocando un dolor aquí en la Tierra, sea de índole física o espiritual, eso lo puedo estar tomando Yo para vuestra purificación aquí en la Tierra para que no padezcáis dolores de purificación más fuertes en el Purgatorio.
Vosotros, en general, Me juzgáis mal cuando Yo no os concedo algo que vosotros, aparentemente y ante los hombres, necesitáis para llevar una vida normal. Recordad que lo que Yo os dé o lo que Yo no os dé, a pesar de vuestras peticiones, a pesar de lo que hagáis, siempre va a ser para vuestro bien. Por eso os he dicho que es muy difícil para el hombre aceptar Mi Voluntad.
Mi Voluntad, siempre os va a producir un bien. Si Yo no os concedo algo, os repito, u os lo concedo, es porque atrás de ello, hay un bien para vosotros, físico o espiritual o ambos. Aprended, Mis pequeños a respetar Mi voluntad, dejaos mover como niños pequeños, dejad que Yo, vuestro Dios, decida en vuestra vida y veréis que todo cambiará a vuestro favor.
Os he dicho que los dolores que Yo permita en vuestra vida, siempre van a ser para vuestro bien, si los aceptáis y los unís a los de Mi Hijo. Es una Bendición el sufrimiento que Yo permita en vuestra vida, porque tarde o temprano, os dará vuestra purificación que os llevará a vuestra santificación.
Tened confianza en Mí, Mis pequeños, Soy vuestro Padre, Soy vuestro Dios y quiero lo mejor para vosotros, pero vosotros no estáis capacitados para entender lo que Yo quiero de vuestra vida y en lo que Me podéis servir mientras tengáis vida sobre la Tierra.
Yo dependo en muchas cosas de vosotros, de vuestra donación, de vuestra oración, de vuestra intercesión. Lo he querido hacer así, para que os unáis a vuestro Hermano, Mi Hijo Jesucristo, en la conversión y salvación de todas las almas y, sobre todo, para poder premiaros grandemente por vuestro actuar bajo Mi Voluntad, aquí en la Tierra. Yo os daré regalos inmensos en el Reino de los Cielos y eternamente, por vuestro actuar bueno y vuestra donación total a Mi Voluntad.
Gracias, Mis pequeños.
Quinto Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: Debéis poner más atención en vuestros pensamientos, palabras y obras, Mis pequeños pero, sobre todo, más atención en cómo habéis dañado Mi Sacratísimo Corazón, que solamente os ha amado y que nunca os ha dañado. Buscad vuestra perfección, buscad vuestra santificación y, de esta forma, haréis más bien que el mal, que ya habéis hecho.
Hijitos Míos, vosotros, a veces, habláis de Mí, sobre los “caminos torcidos” que Yo utilizo para salvar almas.
Tenéis el ejemplo del hijo pródigo. Se fue, exigió la parte de la herencia, llevaba el mal en su interior porque se portó mal y tuvo que padecer para encontrar el bien y, así, arrepentirse y salvarse con el perdón de su padre.
¿Cuántas veces, en vuestra vida, no he entrado Yo, a vuestro rescate? A veces vais por malos caminos y Yo permito que sufráis, de alguna forma, y eso os separa del Mundo, os aparta del mal en el que estabais viviendo y os doy un tiempo de reflexión, dentro de la enfermedad, o quizá, que hayáis sido separados del Mundo y estéis en prisión o en algún otro lugar, en donde se os prive de vuestra libertad. Ese tiempo que os doy para meditar, os va a llevar hacia el bien, generalmente.
Otros hermanos vuestros, no aprovecharán esta oportunidad y seguirán en el mal, y ellos mismos ganarán lo que están buscando: su condenación eterna, porque por el mal que están haciendo, saben perfectamente, que todo ése mal, les va a acarrear a ellos un mal final.
Vosotros, quizá veis mal la enfermedad o el castigo al que incurristeis u os ganasteis por estar en el mal, pero, si veis el resultado final, en donde os arrepentisteis de vuestra mala vida y regresáis a Mí y sois perdonados, eso os va a dar una gran alegría posterior.
Mis pequeños, Yo siempre os estoy buscando, estoy buscando vuestro regreso al Reino de los Cielos. Algunos, tratáis de buscar siempre el bien en vuestra vida, haciendo el bien a vuestros hermanos y, sobre todo, respetando Mis Enseñanzas, Mis Mandamientos, Mis Leyes, alabando Mi Amor, de esta forma, sois también, almas de ejemplo, que con el mismo, motivaréis a almas a que hagan lo mismo que vosotros.
Pero, también, hay otros que os portáis mal y, vuestro ejemplo, va a causar que otros hermanos vuestros, quieran seguir vuestra forma de ser y así, no solamente estaréis echando a perder vuestra vida, sino la de algunos, pocos o muchos, hermanos vuestros que os están viendo y que quieren también tomar vuestro ejemplo como medio de vida y, no solamente destruiréis vuestra vida y vuestro futuro eterno, sino también el de muchas o pocas almas más, que os quisieron seguir, haciendo lo que vosotros hacíais: vivir en el mal.
Os he dicho que seréis juzgados por el mal del que os dais cuenta y del que no os dais cuenta. Esto es muy peligroso para vuestra alma, Mis pequeños y el Juicio lo tendréis y, en el momento de vuestro Juicio, os daréis cuenta a cuántas almas afectasteis, tanto como para el bien, como para el mal y todo se pondrá en la balanza, vuestras buenas obras de un lado, vuestras malas obras del otro. También pondré en la balanza a las almas a las cuales llevasteis hacia el mal con vuestro mal ejemplo o a las almas a las cuales ayudasteis a que cambiaran y que trataran de vivir en el bien, también por vuestra actuación, por vuestra forma de ser.
Es tan importante el ejemplo que dais y pocas veces lo pensáis. Poco recapacitáis sobre ello y, mientras tanto, muchas almas que os vieron hacer el mal, pueden estar arriesgando su alma eternamente. A aquellas almas a las cuales ayudasteis con vuestras palabras, con vuestro ejemplo, con vuestra vida de amor, si mueren antes que vosotros, serán intercesores fuertes para vuestro perdón y salvación eterna.
Vosotros necesitáis de Mi Perdón, porque mucho habéis pecado, mucho habéis dañado a Mi Sacratísimo Corazón y al corazón de vuestros hermanos; y las almas a las cuales habéis ayudado en su salvación, tanto las que están todavía militando en la Tierra, como las que ya estén en el Reino de los Cielos, serán grandes intercesores para vuestra salvación eterna.
Con todo esto, que os he dicho en este Santo Rosario, debéis poner más atención en vuestros pensamientos, palabras y obras, Mis pequeños, pero, sobre todo, más atención en cómo habéis dañado Mi Sacratísimo Corazón, que solamente os ha amado y que nunca os ha dañado. Buscad vuestra perfección, buscad vuestra santificación y, de esta forma, haréis más bien que el mal, que ya habéis hecho.
Gracias, Mis pequeños.
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