"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
http://kyrieokumbaya.blogspot.com.es/

Presentamos la Asociación por las Almas del Purgatorio. 
¡Inscribe a las tuyas! ¡Reza por todas!
Por RORATE CÆLI -23/11/2014


sábado, 31 de marzo de 2018


LAS HORAS DE LA PASIÓN

De las 4 a las 5 de la tarde - La Sepultura de Jesús








"Las Horas de La Pasión", de Luisa Picarretta
-Décimo Novena Hora-









Institución de la Sagrada Eucaristía
Catalina Emmerick

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(...)" VIII. Institución de la Sagrada Eucaristía

Por orden del Señor, el mayordomo puso de nuevo la mesa, que había lazado un poco: habiéndola puesto en medio de la sala, colocó sobre ella un jarro lleno de agua y otro lleno de vino. Pedro y Juan fueron a buscar al cáliz que habían traído de la casa de Serafia. Lo trajeron entre los dos como un Tabernáculo, y lo pusieron sobre la mesa delante de Jesús. Había sobre ella una fuente ovalada con tres panes asimos blancos y delgados; los panes fueron puestos en un paño con el medio pan que Jesús había guardado de la Cena pascual: había también un vaso de agua y de vino, y tres cajas: la una de aceite espeso, la otra de aceite líquido y la tercera vacía.

Desde tiempo antiguo había la costumbre de repartir el pan y de beber en el mismo cáliz al fin de la comida; era un signo de fraternidad y de amor que se usaba para dar la bienvenida o para despedirse. Jesús elevó hoy este uso a la dignidad del más santo Sacramento: hasta entonces había sido un rito simbólico y figurativo.

El Señor estaba entre Pedro y Juan; las puertas estaban cerradas; todo se hacía con misterio y solemnidad. Cuando el cáliz fue sacado de su bolsa, Jesús oró, y habló muy solemnemente. Yo le vi explicando la Cena y toda la ceremonia: me pareció un sacerdote enseñando a los otros a decir misa.

Sacó del azafate, en el cual estaban los vasos, una tablita; tomó un paño blanco que cubría el cáliz, y lo tendió sobre el azafate y la tablita. Luego sacó los panes asimos del paño que los cubría, y los puso sobre esta tapa; sacó también de dentro del cáliz un vaso más pequeño, y puso a derecha y a izquierda las seis copas de que estaba rodeado. Entonces bendijo el pan y los óleos, según yo creo: elevó con sus dos manos la patena, con los panes, levantó los ojos, rezó, ofreció, puso de nuevo la patena sobre la mesa, y la cubrió. Tomó después el cáliz, hizo que Pedro echara vino en él y que Juan echara el agua que había bendecido antes; añadió un poco de agua, que echó con una cucharita : entonces bendijo el cáliz, lo elevó orando, hizo el ofertorio, y lo puso sobre la mesa.

Juan y Pedro le echaron agua sobre las manos. No me acuerdo si este fue el orden exacto de las ceremonias: lo que sé es que todo me recordó de un modo extraordinario el santo sacrificio de la Misa.

Jesús se mostraba cada vez más afectuoso; les dijo que les iba a dar todo lo que tenía, es decir, a Sí mismo; y fue como si se hubiera derretido todo en amor. Le volverse transparente; se parecía a una sombra luminosa. Rompió el pan en muchos pedazos, y los puso sobre la patena; tomó un poco del primer pedazo y lo echó en el cáliz. Oró y enseñó todavía: todas sus palabras salían de su boca como el fuego de la luz, y entraban en los Apóstoles, excepto en Judas. Tomó la patena con los pedazos de pan y dijo: Tomad y comed; este es mi Cuerpo, que será dado por vosotros. Extendió su mano derecha como para bendecir, y mientras lo hacía, un resplandor salía de Él: sus palabras eran luminosas, y el pan entraba en la boca de los Apóstoles como un cuerpo resplandeciente: yo los vi a todos penetrados de luz; Judas solo estaba tenebroso.

Jesús presentó primero el pan a Pedro, después a Juan; en seguida hizo señas a Judas que se acercara: éste fue el tercero a quien presentó el Sacramento, pero fue como si las palabras del Señor se apartasen de la boca del traidor, y volviesen a Él. Yo estaba tan agitada, que no puedo expresar lo que sentía. Jesús le dijo: "Haz pronto lo que quieres hacer". Después dio el Sacramento a los otros Apóstoles. Elevó el cáliz por sus dos asas hasta la altura de su cara, y pronunció las palabras de la consagración: mientras las decía, estaba transfigurado y transparente: parecía que pasaba todo entero en lo que les iba a dar. Dio de beber a Pedro y a Juan en el cáliz que tenía en la mano, y lo puso sobre la mesa. Juan echó la sangre divina del cáliz en las copas, y Pedro las presentó a los Apóstoles, que bebieron dos a dos en la misma copa. Yo creo, sin estar bien segura de ello, que Judas tuvo también su parte en el cáliz. No volvió a su sitio, sino que salió en seguida del Cenáculo. Los otros creyeron que Jesús le había encargado algo.

El Señor echó en un vasito un resto de sangre divina que quedó en el fondo del cáliz; después puso sus dedos en el cáliz, y Pedro y Juan le echaron otra vez agua y vino. Después les dio a beber de nuevo en el cáliz, y el resto lo echó en las copas y lo distribuyó a los otros Apóstoles. En seguida limpió el cáliz, metió dentro el vasito donde estaba el resto de la sangre divina, puso encima la patena con el resto del pan consagrado, le puso la tapadera, envolvió el cáliz, y lo colocó en medio de las seis copas. Después de la Resurrección, vi a los Apóstoles comulgar con el resto del Santísimo Sacramento. Había en todo lo que Jesús hizo durante la institución de la Sagrada Eucaristía, cierta regularidad y cierta solemnidad: sus movimientos a un lado y a otro estaban llenos de majestad. Vi a los Apóstoles anotar alguna cosa en unos pedacitos de pergamino que traían consigo. " (...)

VER PDF: 
http://www.reinadelcielo.org/wp-content/uploads/2017/04/pasion_cristo.pdf



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Pasión de Jesús (feature img)


Reflexión que Jesús hace a Catalina sobre el misterio de Su sufrimiento y el valor que tiene en la Redención.

COCHABAMBA — BOLIVIA 1997
Edición: 1-Jul-1999
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JESUS A CATALINA

Hijita Mía, déjate abrazar por Mi más ardiente deseo de que todas las almas vengan a purificarse en el agua de la penitencia… Que se penetren de los sentimientos de confianza y no de temor, porque Soy Dios de Misericordia y siempre Estoy dispuesto a recibirlas en Mi corazón.

Así, día a día, iremos uniéndonos en nuestro secreto de amor. Una pequeña chispa y luego una gran llama… ¡Sólo el amor verdadero hoy no es amado!… ¡Haz amar al amor! Pero antes, ora hijita, reza mucho por las almas consagradas que han perdido el entusiasmo y la alegría en el servicio. Ora también por aquellos Sacerdotes que realizan el milagro de los milagros en el altar y cuya fe es lánguida. Piérdete en Mí como una gota de agua en el océano… Cuando te creé, besé tu frente signándote con la señal de Mi predilección… Busca almas, porque son pocas las que Me aman; busca almas e imprime en sus mentes la visión del dolor en el cual Me consumí. Los hombres, sin saberlo, están prontos a recibir grandes dones.

Yo estoy junto a ti, cuando haces lo que te pido; es como si Me quitaras la ardiente sed que Me secó hasta los labios en la Cruz. Me haré presente cada vez que invoquen Mi pasión con amor. Te concederé el vivir unida a Mí en el dolor que experimenté cuando en Getsemaní conocí los pecados de todos los hombres. Se consciente de ello, porque a pocas criaturas llamo a esta especie de pasión, pero ninguna de ellas comprende qué predilección He puesto en ellas al asociarlas a Mí en la hora más dolorosa de Mi vida terrena.


 Ãºltima cena 2

"Ahora, vamos al relato de Mi Pasión… Relato que dará gloria al Padre y Santidad a otras almas elegidas… La noche antes a ser entregado, fue plena de gozo por la Cena Pascual, inauguración del eterno Banquete, en el que el ser humano debía sentarse para alimentarse de Mí. Si Yo preguntase a los cristianos, ¿qué piensan de esta Cena?, seguramente muchos dirían que es el lugar de sus delicias, pero pocos dirían que es la delicia Mía… Hay almas que no comulgan por el gusto que experimentan sino por el gusto que Yo siento. Son pocas, pues las demás sólo vienen a Mí para pedir dones y favores. Yo abrazo a todas las almas que vienen a Mí porque vine a la tierra a hacer crecer el amor en el que las abrazo. Y como el amor no crece sin penas, así Yo, poco a poco, voy retirando la dulzura para dejar a las almas en su aridez; y esto para que vayan ayunando de su propio gusto, para hacerles comprender que deben tener la luz puesta en otro deseo: el Mío. ¿Por qué hablan de aridez como si fuese señal de disminución de Mi amor? Han olvidado que si Yo no doy alegría, deben probar ustedes sus arideces y otras penas. Vengan a Mí, almas, pero no piensen sino en que Soy Yo quien todo lo dispone y quien los incita a buscarme. ¡Si supieran cuánto aprecio el amor desinteresado y cómo será reconocido en el cielo! ¡Cuánto gozará de él, el alma que lo posee! Aprendan de Mí, queridas almas, a amar únicamente para hacer gozar a quien los ama… Tendrán dulzuras y mucho más de lo que dejan; gozarán tanto de cuanto Yo los He hecho capaces. Yo Soy quien les preparó el Banquete. Yo Soy el alimento. ¿Cómo entonces puedo hacerlos sentar a Mi mesa y dejarlos en ayunas? Yo les prometí que quien se alimenta de Mí no tendrá más hambre… Yo Me sirvo de las cosas para descubrirles Mi amor. Sigan los llamados que les hacen Mis Sacerdotes, los cuales toman ocasión de esta fiesta pascual para conducirlos a Mí, pero no se detengan en lo humano, de lo contrario harán cesar el otro objetivo de esta fiesta.

Nadie puede decir que Mi Cena se haya hecho su alimento cuando experimentan sólo dulzura… El amor crece, para Mí, a medida que cada uno se deja a sí mismo. Muchos Sacerdotes lo son porque Yo quise hacerlos Mis Ministros, no porque Me sigan de verdad… ¡Oren por ellos! Deben ofrecer a Mi Padre la pena que Yo sentí cuando en el Templo eché por tierra los bancos de los mercaderes y reproché a los Ministros de entonces por haber hecho de la casa de Dios una reunión de logreros. Cuando ellos Me preguntaron con qué autoridad Yo hacía eso, sentí una pena aún mayor al comprobar que la peor negación de Mi Misión venía justamente de Mis Ministros.

Por ello, oren por los Sacerdotes que tratan Mi cuerpo con sentido de costumbre y por ello mismo con muy poco amor… Pronto sabrán que esto debía decirles, porque los amo y porque prometo, a quien ore por Mis Sacerdotes, la remisión de toda pena temporal debida. No habrá purgatorio para quien se aflige a causa de los Sacerdotes tibios, sino Paraíso inmediato después del último aliento.

Y ahora, vuelvan a hacerse abrazar por Mí, para recibir la vida que les participé con infinita alegría a todos ustedes. Aquella noche, con infinito amor, lavé los pies a Mis Apóstoles porque era el momento cúlmine de presentar a Mi Iglesia al mundo. Quería que Mis almas supieran que, aún cuando estén cargadas de los pecados más grandes, no están excluidas de las gracias. Que están junto a Mis almas más fieles; están en Mi corazón recibiendo las gracias que necesitan. Qué congoja sentí en aquel momento, sabiendo que en Mi Apóstol Judas estaban representadas tantas almas que, reunidas a Mis pies y lavadas muchas veces con Mi Sangre, ¡habían de perderse! En aquel momento quise enseñar a los pecadores que no porque estén en pecado deben alejarse de Mí, pensando que ya no tienen remedio y que nunca serán amados como antes de pecar. ¡Pobres almas! No son estos los sentimientos de un Dios que ha derramado toda Su sangre por ustedes. Vengan todos a Mí y no teman, porque los amo; los lavaré con Mi sangre y quedarán tan blancos como la nieve; anegaré sus pecados en el agua de Mi Misericordia y nada será capaz de arrancar de Mi corazón el amor que les tengo.

Amada Mía, Yo no te He elegido en vano; responde con generosidad a Mi elección; se fiel y firme en la fe. Sé mansa y humilde para que los demás sepan cuan grande es Mi humildad." (...)

Ver todo el relato completo de La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo a Catalina Rivas en:





"El deseo de que las almas estén limpias cuando Me reciben en el Sacramento del amor, Me llevó a lavar los pies a Mis Apóstoles. Lo hice también para representar el Sacramento de la penitencia, en el que las almas que han tenido la desgracia de caer en el pecado, puedan lavarse y recobrar su perdida blancura. Al lavarles los pies, quise enseñar a las almas que tienen trabajos apostólicos, a humillarse y a tratar con dulzura a los pecadores y a todas las almas que les están confiadas. Me envolví con un lienzo para enseñarles que, para obtener éxito con las almas, hay que ceñirse con la mortificación y la propia abnegación. Quise que aprendan la mutua caridad y cómo se deben lavar las faltas que se observan en el prójimo, disimulándolas y excusándolas siempre sin divulgar jamás los defectos ajenos. El agua que eché sobre los pies de Mis Apóstoles, era reflejo del celo que consumía Mi corazón en deseos de la salvación de los hombres.

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En aquel momento era infinito el amor que sentía por los hombres y no quise dejarlos huérfanos… Para vivir con ustedes hasta la consumación de los siglos y demostrarles Mi amor, quise ser su aliento, su vida, su sostén, ¡su todo! Entonces vi a todas las almas que, en el transcurso de los siglos, habían de alimentarse de Mi Cuerpo y de Mi Sangre y todos los efectos divinos que este alimento produciría en muchísimas almas… En muchas almas, esa Sangre Inmaculada engendraría la pureza y la virginidad. En otras, encendería la llama del amor y el celo. ¡Muchos mártires de amor se agrupaban en aquella hora ante Mis ojos y en Mi Corazón! ¡Cuántas otras almas, después de haber cometido muchos y graves pecados, debilitadas por la fuerza de las pasiones, vendrían a Mí para renovar su vigor con el Pan de los fuertes! Cómo quisiera hacer conocer los sentimientos de Mi Corazón a todas las almas. Cuánto deseo que sepan el amor que sentía por ellas cuando, en el Cenáculo, instituí la Eucaristía. Nadie podría penetrar los sentimientos de Mi Corazón en aquellos momentos. Sentimientos de amor, de gozo, de ternura… Más, inmensa fue también la amargura que invadió Mi Corazón. ¿Eres acaso un buen terreno para la construcción de un magnífico edificio? Sí y no… Sí, por los dones que te He hecho desde tu nacimiento. No, por el uso que has hecho de ellos. ¿Piensas que tu terreno es el adecuado en proporción a la estructura del edificio que Yo levanto? ¡Oh, es mezquino! Entonces Mis cálculos, a pesar de todos los elementos contrarios que existen en ti, no fallarán, porque es Mi arte escoger lo que es pobre al intento que Me propongo. Yo jamás Me equivoco porque uso arte y amor. Construyo activamente sin que tú te percates. Tu mismo deseo de saber lo que estoy haciendo Me sirve para probarte que nada puedes y nada sabes sin que Yo lo quiera…Es tiempo de trabajar, no Me pidas nada porque hay alguien que piensa en ti.

Quiero decir a Mis almas la amargura, el tremendo dolor que llenaba Mi Corazón esa noche. Si bien era grande Mi alegría de hacerme compañero de los hombres hasta el fin de los siglos y Alimento divino de las almas, y veía cuántas Me rendirían homenaje de adoración, de amor, de reparación, no fue poca la tristeza que Me ocasionó el contemplar a todas aquellas almas que habrían de abandonarme en el Sagrario y cuántas dudarían de Mi presencia en la Eucaristía. ¡En cuántos corazones manchados, sucios y completamente desgarrados por el pecado tendría que entrar y cómo Mi carne y Mi Sangre, profanadas, se convertirían en motivo de condenación para muchas almas! Tú no puedes comprender la forma en la cual contemplé todos los sacrilegios, ultrajes y tremendas abominaciones que se cometerían contra Mí… Las muchísimas horas que iría a pasar sólo en los Sagrarios. ¡Cuántas noches largas! ¡Cuántos hombres rechazarían los amorosos llamados que les dirigiría! Por amor a las almas, permanezco prisionero en la Eucaristía, para que en sus dolores y pesares vayan a consolarse con el más tierno de los corazones, con el mejor de los padres, con el más fiel amigo. Pero ese amor, que se consume por el bien de los hombres, no va a ser correspondido. Moro en medio de los pecadores para ser su salvación y su vida, su médico y su medicina; y ellos, en cambio, pese a su naturaleza enferma se alejan de Mi, Me ultrajan y Me desprecian.

¡Hijos Míos, pobres pecadores! No se alejen de Mí, los espero noche y día en el Sagrario. No voy a reprochar sus crímenes. No voy a echarles en cara sus pecados. Lo que haré será lavarlos con la Sangre de Mis llagas. No teman, vengan a Mí. ¡No saben cuánto los amo!

Y ustedes, almas queridas, ¿por qué están frías e indiferentes a Mi amor? Sé que tienen que atender las necesidades de su familia, de su casa y del mundo que los solicita sin cesar. Pero, ¿no tendrán un momento para venir a darme prueba de su amor y de su gratitud? No se dejen llevar de tantas preocupaciones inútiles y reserven un momento para venir a visitar al Prisionero del amor. Si su cuerpo está enfermo, ¿no pueden encontrar unos minutos para buscar al Médico que debe curarlos? Vengan a quien puede devolverles las fuerzas y la salud del alma… Den una limosna de amor a este Mendigo divino que los llama, los desea y los espera.

 Ãºltima cena

Estas palabras producirán en las almas el efecto de una gran realidad. Penetrarán en las familias, en las escuelas, en las casas religiosas, en los hospitales, en las prisiones, y muchas almas se rendirán a Mi amor. Los más grandes dolores Me vienen de las almas sacerdotales y religiosas. En el instante de instituir la Eucaristía, vi a todas las almas privilegiadas que se alimentarían con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, y los efectos producidos en ellas. Para algunas, Mi Cuerpo sería remedio a su debilidad; para otras, fuego que llegaría a consumir sus miserias, inflamándolas con amor. ¡Ah!… Esas almas reunidas ante Mi, serán un inmenso jardín en el cual cada planta produce diferente flor, pero todas me recrean con su perfume… Mi Cuerpo será el sol que las reanime. Me acercaré a unas para consolarme, a otras para ocultarme, en otras descansaré. ¡Si supieran, almas amadísimas, cuán fácil el consolar, ocultar y descansar a todo un Dios! Este Dios que los ama con amor infinito, después de librarlos de la esclavitud del pecado, ha sembrado en ustedes la gracia incomparable de la vocación religiosa, los ha traído de un modo misterioso al jardín de sus delicias. Este Dios, Redentor suyo, se ha hecho su Esposo. El mismo los alimenta con Su Cuerpo purísimo y con Su Sangre apaga su sed. En Mí encontrarán el descanso y la felicidad. ¡Ay, hijita! ¿Porqué tantas almas, después de haberlas colmado de bienes y de caricias, han de ser motivo de tristeza para Mi Corazón? ¿No Soy siempre el mismo? ¿Acaso He cambiado para ustedes?… ¡No! Yo no cambiaré jamás y, hasta el fin de los siglos, los amaré con predilección y con ternura. Sé que están llenos de miserias, pero esto no me hará apartar de ustedes Mis miradas más tiernas y con ansia los estoy esperando, no sólo para aliviar sus miserias, sino también para colmarlos de Mis beneficios. Si les pido amor, no Me lo nieguen; es muy fácil amar al que es el Amor mismo. Si les pido algo caro a su naturaleza, les doy juntamente la gracia y la fuerza necesaria para que sean Mi consuelo. Déjenme entrar en sus almas y, si no encuentran en ellas nada que sea digno de Mi, díganme con humildad y confianza: Señor, ya ves los frutos que produce este árbol, ven y dime qué debo hacer para que, a partir de hoy, broten los frutos que Tu deseas.

Si el alma Me dice ésto con verdadero deseo de probarme su amor, le responderé: Alma querida, deja que Yo mismo cultive tu amor… ¿Sabes los frutos que obtendrás? La victoria sobre tu carácter reparará ofensas, expiará faltas. Si no te turbas al recibir una corrección y la aceptas con gozo, obtendrás que las almas cegadas por el orgullo se humillen y pidan perdón. Esto es lo que haré en tu alma si Me dejas trabajar libremente. No florecerá en seguida el jardín, sino que darás gran consuelo a Mi Corazón… Todo ésto se Me pasó delante cuando instituí la Eucaristía y me encendí en ansias de alimentar a las almas. No iba a quedarme en la tierra para vivir con los seres perfectos sino para sostener a los débiles y alimentar a los niños… Yo los haría crecer y robustecería sus almas, descansaría en sus miserias y sus buenos deseos Me consolarían. Pero, entre Mis elegidos hay algunas almas que Me ocasionan pena. ¿Perseverarán todas?… Este el grito de dolor que se escapa de Mi Corazón; éste es el gemido que quiero que oigan las almas. El Amor eterno está buscando almas que digan nuevas cosas a cerca de las antiguas verdades ya conocidas. El Amor infinito quiere crear, en el seno de la humanidad, un tribunal, no de Justicia sino de pura Misericordia. Por eso se multiplican los mensajes en el mundo. Quien los comprende admira sus obras, se aprovecha de ellos y hace que los demás también se aprovechen. El que no entiende, sigue siendo esclavo del espíritu que muere y condena. A estos últimos dirijo Mi Palabra de condena, porque entorpecen la Obra Divina y se convierten en cómplices del maligno. ¿Que astucia produce presión en sus mentes de niños cuando condenan, encubren, reprimen lo que procede, no de míseras criaturas, sino del Creador? A los que he llamado pequeños revelo Mi sabiduría que, en cambio, oculto a los soberbios… Alma, deja que Me derrame en ti; has de válvula de Mi Corazón, porque no falta alguien que comprime Mi Amor…" (...)

Ver todo el relato completo de La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo a Catalina Rivas en: