"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

https://www.youtube.com/watch?v=aHCHbn4abhk&t=145s






LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

 click en imagen

Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
http://kyrieokumbaya.blogspot.com.es/

Presentamos la Asociación por las Almas del Purgatorio. 
¡Inscribe a las tuyas! ¡Reza por todas!
Por RORATE CÆLI -23/11/2014


jueves, 20 de febrero de 2020




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Por qué y para qué.

En este próximo mes de marzo está la fiesta de San José, protector de las Almas del Purgatorio, y también comenzaremos la Cuaresma. Y ojalá que con nuestras Misas, oraciones y buenas obras, liberemos muchas almas del Purgatorio para que pronto celebren la Pascua en el Cielo junto a Dios y que sean nuestras intercesoras ante su Trono.

Leamos y reflexionemos en estas palabras del Librito "Léeme o laméntalo":

¿POR QUE Y PARA QUE REZAR POR LAS ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO?

El gran Mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo es que nos amemos los unos a los otros, genuina y sinceramente. El Primer Gran Mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. El Segundo, o mejor dicho el corolario del Primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos. No es un consejo o un mero deseo del Todopoderoso. Es Su Gran Mandamiento, la base y esencia de Su Ley. Es tanta la verdad encerrada en esto que El toma como donación todo aquello que hacemos por nuestro prójimo, y como un rechazo hacia El cuando rechazamos a nuestro prójimo.
Leemos en el Evangelio de San Mateo ( Mt 25:34-46), las palabras de Cristo que dirijirá a cada uno en el Día del Juicio Final.
Algunos católicos parecen pensar que su Ley ha caído en desuso, pues en estos días existe el egoísmo, el amor a sí mismo, y cada uno piensa en sí mismo y en su engrandecimiento personal.
"Es inútil observar la Ley de Dios en estos días", dicen, "cada uno debe mirar por sí mismo, o te hundes".
No hay tal cosa! La ley de Dios es grandiosa y todavía y por siempre tendrá fuerza de ley. Por eso, es mas que nunca necesaria, mas que nunca nuestro deber y por nuestro mayor interés.

ESTAMOS MORALMENTE OBLIGADOS A ROGAR POR LAS ANIMAS BENDITAS

Siempre estamos obligados a amar y ayudar al otro, pero cuanto mayor es la necesidad de nuestro prójimo, mayor y mas estricta es nuestra obligación. No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros.
Sería un monstruoso crimen, por caso, rehusar al pobre y desposeído el alimento necesario para mantenerse vivo. Sería espantoso rehusar la ayuda a alguien en una gran necesidad, pasar de largo y no extender la mano para salvar a un hombre que se está hundiendo. No solamente debemos ayudar cuando es fácil y conveniente, sino que debemos hacer cualquier sacrificio para socorrer a nuestro hermano en dificultades.
Ahora, qué puede estar más urgido de caridad que las almas del Purgatorio? Qué hambre o sed o sufrimiento en esta Tierra puede compararse con sus mas terribles sufrimientos? Ni el pobre, ni el enfermo, ni el sufriente que vemos a nuestro alrededor necesitan de tal urgente socorro. Aún encontramos gente de buen corazón que se interesa en los sufrientes de esta vida, pero, escasamente encontramos a gente que trabaja por las Almas del Purgatorio!
Y quién puede necesitarnos más? Entre ellos, además, pueden estar nuestras madres, nuestros padres, amigos y seres queridos.

DIOS DESEA QUE LAS AYUDEMOS.

Ellas son los amigos más queridos. El desea ayudarlos; El desea mucho tenerlos cerca de Él en el Cielo. Ellas nunca más lo ofenderán, y están destinadas a estar con Él por toda la Eternidad. Verdad, la Justicia de Dios demanda expiación por los pecados, pero por una asombrosa dispensación de Su Providencia El pone en nuestras manos la posibilidad de asistirlos, El nos da el poder de aliviarlas y aún de liberarlas. Nada le place mas a Dios que les ayudemos. El está tan agradecido como si le ayudáramos a El.

NUESTRA SEÑORA QUIERE QUE LOS AYUDEMOS:

Nunca, nunca una madre de esta tierra amó tan tiernamente a sus hijos fallecidos, nunca nadie consuela como María busca consolar sus sufrientes niños en el Purgatorio, y tenerlos con Ella en el Cielo. Le daremos gran regocijo cada vez que llevamos fuera del Purgatorio a un alma.

LAS BENDITAS ANIMAS DEL PURGATORIO NOS DEVUELVEN EL MIL POR UNO:

Pero qué podremos decir de los sentimientos de las Santas Almas? Sería prácticamente imposible de describir su ilimitada gratitud con para aquellos que las ayudan! Llenas de un inmenso deseo de pagar los favores hechos por ellas, ruegan por sus benefactores con un fervor tan grande, tan intenso, tan constante, que Dios no les puede negar nada. Santa Catalina de Bologna dice :"He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho mas grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)".
Cuando finalmente son liberadas de sus penas y disfrutan de la beatitud del Cielo, lejos de olvidar a sus amigos de la Tierrra, su gratitud no conoce límites. Postradas frente al Trono de Dios, no cesan de orar por aquellos que los ayudaron. Por sus oraciones ellas protegen a sus amigos de los peligros y los protegen de los demonios que los asechan.
No cesan de orar hasta ver a sus benefactores seguros en el Cielo, y serán por siempre sus más queridos, sinceros y mejores amigos.
Si los católicos solamente supieran cuan poderosos protectores se aseguran con sólo ayudar a las Animas benditas, no serían tan remisos de orar por ellos.

LAS ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO PUEDEN ACORTAR NUESTRO PROPIO PURGATORIO:

Otra gran gracia que obtenemos por orar por ellas es un corto y fácil Purgatorio, o su completa remisión!
San Juan Massias, sacerdote dominicano, tenía una maravillosa devoción a las Almas del Purgatorio. El obtuvo por sus oraciones (principalmente por la recitación del Santo Rosario) la liberación de un millón cuatrocientas mil almas!!! En retribución, el obtuvo para sí mismo las más abundantes y extraordinarias gracias y esas almas vinieron a consolarlo en su lecho de muerte, y a acompañarlo hasta el Cielo.
Este hecho es tan cierto que fue insertado por la Iglesia en la bula de decretaba su beatificación.
El Cardenal Baronio recuerda un evento similar.
Fue llamado a asistir a un moribundo. De repente, un ejército de espíritus benditos aparecieron en el lecho de muerte, consolaron al moribundo, y disiparon a los demonios que gemían, en un desesperado intento por lograr su ruina.Cuando el cardenal les preguntó quiénes eran, le respondieron que eran ocho mil almas que este hombre había liberado del Purgatorio gracias a sus oraciones y buenas obras. Fueron enviadas por Dios, según explicaron, para llevarlo al Cielo sin pasar un solo momento en el Purgatorio.
Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros ultimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para esta Santa, el pensó en molestarla su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas. Pero Nuestro Señor, no contento con enviar Sus Angeles y las miles de almas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las ánimas benditas, le llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.
El Beato Enrique Suso, de la Orden Dominicana, hizo un pacto con otro hermano de la Orden por el cual, cuando el primero de ellos muriera, el sobreviviente ofrecería dos Misas cada semana por su alma, y otras oraciones también. Sucedió que su compañero murió primero, y el Beato Enrique comenzó inmediatamente a ofrecer las prometidas Misas. Continuó diciéndolas por un largo tiempo. Al final, suficientemente seguro que su santamente muerto amigo había alcanzado el Cielo, cesó de ofrecer las Misas. Grande fue su arrepentimiento y consternacion cuando el hermano muerto apareció frente a él sufriendo intensamente y reclamándole que no hubo celebrado las Misas prometidas. El Beato Enrique replicó con gran arrepentimiento que no continuó con las Misas, creyendo que su amigo seguramente estaría disfrutando de la Visión Beatífica pero agregó que siempre lo recordaba en sus oraciones. "Oh hermano Enrique, por favor dame las Misas, pues es la Preciosísima Sangre de Jesús lo que yo más necesito" lloraba la sufriente alma. El Beato recomenzó a ofrecerlas, y con redoblado fervor, ofreció Misas y ruegos por su amigo hasta que recibió absoluta certeza de su liberación. Luego fue su turno de recibir gracias y bendiciones de toda clase por parte de su querido hermano liberado, y muchas más veces que las que hubiera esperado.

Para pedir Misas durante todo el mes de marzo, mes de San José, por las almas del Purgatorio y los Difuntos, hacer click aquí en el siguiente enlace:

Formulario para pedir 


Formulario para pedir Misas de Difuntos


Santísima Virgen.
¡Gracias por difundir este mensaje!




martes, 11 de febrero de 2020

FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

11 DE FEBRERO

Nuestra Señora de Lourdes, Ruega por nosotros!
Nuestra Señora de Lourdes, Ruega por nosotros!
Nuestra Señora de Lourdes, Ruega por nosotros!
Santa Bernardette, ruega por nosotros!

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Pelicula completa

domingo, 9 de febrero de 2020


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Cristo-Rey

¡Qué felices seríamos!

¡Qué felices seríamos si confiáramos más en Dios! Porque a veces no caemos en la cuenta de que por encima de todo y de todos, está Dios, que puede hacer lo que quiere y cuando quiere. Siendo esto así, y estando nosotros profundamente convencidos de ello, viviríamos tranquilos, sabiendo que hay un Bueno que vela sobre nosotros y nuestras cosas.
Muchas veces vivimos desasosegados porque creemos que tenemos que hacer todo nosotros solos y que Dios está lejos de nuestras vidas. Esto no es así, sino que Dios no pierde ni una acción nuestra o de otros, ni un pensamiento, ni una lágrima cae de nuestros ojos sin que tenga peso en el amoroso corazón de Dios.
No juzguemos por las apariencias, ni acusemos a Dios de dureza, porque no sabemos el porqué de las cosas, y lo que a veces parece un verdadero triunfo, puede ser un rotundo fracaso; como lo que es aparentemente un fracaso, para Dios y la eternidad puede ser una verdadera victoria.
Debemos tener paciencia con las cosas que nos suceden, sean buenas o no tan buenas, porque si Dios lo ha permitido, no es sin una justa razón, que entenderemos en este mundo o en el más allá, y estaremos obligadísimos a darle gracias a Dios por su providencia amorosa sobre nosotros y nuestras cosas.
Pero no esperemos al Cielo para darle gracias a Dios, sino demos el salto de la confianza y comencemos a alabar y a adorar a Dios y sus inescrutables designios sobre nosotros y los nuestros ya desde este mundo, porque Dios quiere esta confianza nuestra para remediar situaciones difíciles y aparentemente insolubles.
Para ser felices tenemos que confiar ciegamente en Dios, en su bondad infinita, en que Él nos ama y quiere nuestro bien, a pesar de que a veces las apariencias sean lo contrario, y que el demonio nos instigue a rebelarnos. Dejemos que pase un poco el tiempo, y por nuestra parte recemos mucho y confiemos esperando contra toda esperanza, porque a Dios le gusta actuar a último momento, y suele hacer cosas portentosas para quienes han esperado hasta el final.
El ejemplo lo tenemos en María Santísima, que esperó contra toda esperanza la resurrección de su Hijo.
Dios no deja sin premio a quien espera y confía en Él.

Lo repetimos: DIOS NO DEJA SIN PREMIO A QUIEN ESPERA Y CONFÍA EN ÉL.

viernes, 7 de febrero de 2020

Arriesguemos el nombre y la reputación por Jesucristo



"Porque cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" Mc.8,38.

jueves, 6 de febrero de 2020



San Miguel Arcangel

Un día San Miguel Arcángel apareció a la devota Sierva de Dios Antonia De Astónac. El arcángel le dijo a la religiosa que deseaba ser honrado mediante la recitación de nueve salutaciones. Estas nueve plegarias corresponden a los nueve coros de ángeles. La corona consiste de un Padrenuestro y tres Ave Marías en honor de cada coro angelical.

Promesas: A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones: Enviar un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión. Además, a los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte. Aun mas, serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

En esta coronilla invocaremos a los nueve coros de ángeles. Después de cada invocación rezaremos 1 Padre Nuestro y 3 Avemarías. Ofreceremos esta coronilla por la Iglesia, para que sea defendida de todas las asechanzas del demonio, y por los que están más alejados de Dios.

En el Nombre del Padre...

Se comienza la Corona rezando, la siguiente invocación:

Dios mío, ven en mi auxilio.

Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, etc.

1. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Serafines, enciende en nuestros corazones la llama de la perfecta caridad. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías

2. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Querubines, dígnate darnos tu gracia para que cada día aborrezcamos más el pecado y corramos con mayor decisión por el camino de la santidad. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

3. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Tronos, derrama en nuestras almas el espíritu de la verdadera humildad. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

4. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Dominaciones, danos señorío sobre nuestros sentidos de modo que no nos dejemos dominar por las malas inclinaciones. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

5. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Principados, infunde en nuestro interior el espíritu de obediencia. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

6. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Potestades, dígnate proteger nuestras almas contra las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

7. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Virtudes, no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

8. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Arcángeles, concédenos el don de la perseverancia en la fe y buenas obras de modo que podamos llegar a la gloria del cielo. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

9. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Ángeles, dígnate darnos la gracia de que nos custodien durante esta vida mortal y luego nos conduzcan al Paraíso. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

Se reza un Padre Nuestro en honor de cada uno de los siguientes ángeles:

En honor a San Miguel ...... 1 Padre Nuestro

En honor a San Gabriel...... 1 Padre Nuestro

En honor a San Rafael........ 1 Padre Nuestro

En honor a nuestro ángel de la Guarda..... 1 Padre Nuestro

Glorioso San Miguel, caudillo y príncipe de los ejércitos celestiales, fiel custodio de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, familiar de la casa de Dios, admirable guía después de Jesucristo, de sobrehumana excelencia y virtud, dígnate librar de todo mal a cuantos confiadamente recurrimos a ti y haz que mediante tu incomparable protección adelantemos todos los días en el santo servicio de Dios.

V. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

Oremos. Todopoderoso y Eterno Dios, que por un prodigio de tu bondad y misericordia a favor de la común salvación de los hombres, escogiste por Príncipe de tu Iglesia al gloriosísimo Arcángel San Miguel, te suplicamos nos hagas dignos de ser librados por su poderosa protección de todos nuestros enemigos de modo que en la hora de la muerte ninguno de ellos logre perturbarnos, y podamos ser por él mismo introducidos en la mansión celestial para contemplar eternamente tu augusta y divina Majestad. Por los méritos de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.




sábado, 1 de febrero de 2020





La Virgen revela en Garabandal lo que es más importante que deba conocerse: el estado actual de la Iglesia y el mundo, pero sobre todo, su REMEDIO: los DOS MENSAJES. Cada cosa de Garabandal es un signo que contiene mucha DOCTRINA y ENSEÑANZAS en vivo.

La tercera parte del mensaje de Fátima no se dio a conocer en 1960, tal como Lucia lo pidió de parte de la Virgen y por esto la misma Virgen María pidió a Dios venir a Garabandal en el año siguiente (1961) a decirnos sus Mensajes.

Como remedio para convertir al Mundo, Dios nos envía a su propia Madre, ya que el Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María finalmente convertirán al mundo entero. Una gran purificación universal , de origen Divino, precede esta conversión.

Viene un AVISO y un MILAGRO para ayudarnos a vivir los MENSAJES. 
Un gran Aviso universal que mostrara al mundo el Amor grande de Dios ("lloraremos de lo que Dios nos ama" dijo Conchita) y que nos dará una cierta conciencia de la profundidad del pecado.

Y un gran Milagro PARA CONVERTIR AL MUNDO ENTERO.

http://www.virgendegarabandal.com/mensajes.htm


QUE HACER EN ESTOS TIEMPOS OSCUROS?

Confidencias de Jesús a un sacerdote


TÚ SABES QUE YO TE AMO
 Confidencias de Jesús a un sacerdote
 Don Ottavio Michelini


Parte 1ª
5 de Mayo de 1975

LOS QUIERO VIVOS.

Hijo mío, no me conformo con la adhesión poco más que formal de muchos sacerdotes míos.

Hijo, quiero de mis sacerdotes una participación activa en mi Redención.

Quiero a mis sacerdotes conmigo sobre el Calvario; muchos se niegan a seguirme en mi dolorosa subida.

A mis sacerdotes los quiero orantes y operantes Conmigo en la Eucaristía. Algunos no creen ni siquiera en mi presencia en los altares, otros me abandonan y se olvidan de Mí, otros,  nuevos Judas, me traicionan.

¡Quiero a mis sacerdotes constructores de mi Reino en las almas, no devastadores de mi Reino!

Quiero de mis sacerdotes el amor, porque Yo los amo infinitamente desde la eternidad. Alma del amor es el sufrimiento: se ama en la medida en que se sufre. Pero hoy muchos huyen del sufrimiento, y por tanto, del amor.

Hijo, quiero a mis sacerdotes conscientes, responsables y conocedores de su papel en el Cuerpo Místico. Los quiero vivos, vibrantes de gracia, de fe, de amor y por tanto de sufrimientos.

¡Cuánto tiempo perdido, cuánto bien no realizado, cuántos obstáculos e impedimentos en mi Cuerpo Místico! Que despilfarro de lo sobrenatural... porque muchos, muchos no tienen como soporte sino sólo una escasa fe, esperanza y amor.

¡Pobres sacerdotes míos que caminan a tientas en la oscuridad! Los amo, quiero su conversión, hijo.

Por lo tanto ¿Te extraña entonces si te pido sufrir un poco y rezar por ellos?

Los quiero conscientes

 —Jesús, hazme entender qué cosa quieres de nosotros, sacerdotes.

Ya te lo he dicho: os quiero conscientes de vuestra vocación. Yo os he escogido con especial predilección y amor.

Quiero a mis sacerdotes conscientes de su participación en mi Sacrificio, no simbólico sino real. Esto lleva consigo unión y fusión de su sufrimiento y el mío. No es formulismo exterior, sino estupenda y tremenda realidad: ¡la Santa Misa!

El sacerdote debe unirse a Mí en el ofrecimiento de Mí mismo al Padre. ¿Qué Misa es la del sacerdote carente de esta conciencia y convicción?

Piensa, hijo mío, ¡qué dignidad, grandeza y potencia he dado a mis sacerdotes! El poder de transubstanciar el pan y el vino en Mí mismo: en mi Cuerpo, en mi Sangre, en todo Yo mismo. En sus manos se repite cada día el prodigio de la Encarnación.

Los he constituido depositarios y dispensadores de los frutos divinos del Misterio de la Redención. Les he conferido el poder divino de perdonar o de retener los pecados de los hombres. Como a mi Padre putativo, los he constituido custodios míos sobre la tierra. Pero, para muchos, ¡qué diferencia  entre el amor con el que me custodiaba San José y su descuido de Mí en el Sagrario!

Hijo, a mis sacerdotes he confiado la tarea de anunciar mi palabra. Pero ¿en qué modo se lleva a efecto esta importante tarea del ministerio sacerdotal? Lo dice la esterilidad en general que acompaña a la predicación.

A mis sacerdotes les está confiada la tarea de combatir contra las oscuras fuerzas del Infierno, pero ¿quién se cuida de hacerlo, de echar a los demonios? Para hacer esto se necesita tender a la santidad; así también para curar a los enfermos se necesitan oraciones  mortificación.

Hijo mío, a mis sacerdotes los quiero santos porque deben santificar. No deben poner confianza, para su ministerio, en medios humanos como muchos lo hacen. No deben confiar en las criaturas sino en mi Corazón Misericordioso y en el Corazón Inmaculado de Mi Madre.

Los sacerdotes son verdaderos ministros míos pero, hecha excepción de pocos, no tienen conciencia de esta su posición.

Son mis embajadores, acreditados por Mí entre los hombres, las familias y los pueblos.

Van con el mundo

Los sacerdotes son realmente partícipes de mi eterno Sacerdocio. El sacerdote es protagonista, en el Cuerpo Místico, de grandes hechos y acontecimientos sobrenaturales.

Los sacerdotes deben ser hostias para darse e inmolarse por la salvación de los hermanos.

Es pecado gravísimo pensar en salvar las almas con los propios recursos humanos de inteligencia y de actividad. Toda actividad exterior del sacerdote que carece de fe,  amor, sufrimiento y oración, es nula, es vana.

El sacerdocio es un servicio. El que sirve se diferencia del servido, no se identifica con las personas servidas. El sacerdote debe diferenciarse de las almas a él confiadas, como el pastor se diferencia de su grey.

Si los sacerdotes vieran la grandeza de su dignidad, la sublime potencia sobrenatural de la que están revestidos (como veía estas cosas San Francisco de Asís)  tendrían para sí mismos y para sus hermanos sacerdotes un grande y devoto respeto.

Hijo, desgraciadamente algunos se buscan a sí mismos olvidándose de Mí. Otros muchos van con el mundo, aún sabiendo que el mundo no es de Dios sino de Satanás.

Algunos me traicionan, otros están demoliendo mi Reino en las almas, al sembrar errores y herejías. Otros están áridos por carencia de la savia vital del alma: el amor, cuya verdadera alma es el sufrimiento.

Debes por tanto, rezar y ofrecerte, con una correspondencia sensible a mis invitaciones, a la reparación, a la penitencia, a la oración para que todos mis sacerdotes se conviertan. Sí, se conviertan y cada uno tome su puesto en el Cuerpo Místico:  ad majorem Dei gloriam[1] y por la salvación de las almas.

Renovación real

-A mi pregunta de que qué quería dar a entender precisamente al decir: "Quiero a mis sacerdotes orantes y operantes Conmigo en la Eucaristía",  la respuesta ha sido ésta:

"¿Qué cosa he hecho y hago Yo en el sacrificio de la Cruz y de la Santa Misa? ¿Cómo he rezado al Padre?  “Padre, si es posible pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

No olvides (como muchos olvidan) que el sacrificio de la Santa Misa es la real renovación del sacrificio de la Cruz.

En el sacrificio de la Cruz está mi oración al Padre unida al anonadamiento de mi voluntad, aniquilamiento total. Está el ofrecimiento total de Mí mismo con un acto de infinito amor y de infinito sufrimiento; está la inmolación de Mí mismo por las almas.

El sacerdote que se une, y que Yo quiero unido a Mí en este sufrimiento, participa más que nunca en mi Sacerdocio. Nunca es tan sacerdote como cuando hace esto Conmigo.

Despilfarro de lo sobrenatural

 ¡Cuántas Santas Misas privadas de esta alma vital, de esta unión íntima y fecunda!

El Sacerdote atestigua su amor a Dios y al prójimo en el acto más importante de su jornada cuando, responsablemente en unión Conmigo, se anonada a sí mismo en la ofrenda eficaz de su voluntad al Padre y acepta inmolarse por las almas por las que Yo  incesantemente me inmolo.

O sea: el sacerdote en la Santa Misa debe darse realmente Conmigo al Padre para ser dado por el Padre a las almas.

Esto debe preceder a toda otra actividad del sacerdote, de lo contrario, es despilfarro de tiempo y de lo sobrenatural; de otro modo se vuelve estéril desde la raíz toda su actividad.

Hijo, si te hiciera ver cómo son celebradas muchas, muchas Santas Misas, te quedarías espantado hasta el punto de morir...

En este sentido te repito: quiero orantes y operantes a mis sacerdotes como Yo fui y soy; sólo así es como se hacen instrumentos, para sí y para los hermanos, de verdadera renovación espiritual.

¡Cuántas actividades inútiles, hijo mío, porque están privadas de su alma natural!


Muerte santa después de una vida desacertada


Día de la Inmaculada Concepción 2019

Una Casa de religiosos de la Compañía de Jesús... Llaman telefónicamente desde la Prisión Militar en la noche del 5 de diciembre de... hace pocos años.

–Padre, ¿podrá usted acudir?

–¿Es urgente?

–Sí, Padre. Venga en seguida...

Llegó a la prisión. Un oficial de la guardia exterior me acompaña hasta una habitación poco iluminada. Entro, y veo al sentenciado, que aparece abatido y hunde el rostro en el pecho. Levanta tristemente la mirada hacia mí y hace un gesto significativo de que no le soy grato.

Le saludo; corresponde fríamente y exclama: “No necesito sus servicios”.

–¿Quiere que le acompañe en esta hora difícil?

–No, gracias; déjeme en paz. No me amargue lo poco que me queda de vida.

–¿De dónde es usted?

–De Zaragoza.

–¿Tiene usted familia en la ciudad?

–Sí, señor.

–¿Puedo servirle a usted para transmitir sus últimos deseos?

–He dicho a usted que me deje tranquilo. ¡Váyase!

–¿No necesita nada?

–Por medio de usted, no.

–Yo quisiera ayudarle en este amargo trance, con la esperanza de una vida que no muere...

–¡Déjese de cuentos!

Hubo una breve pausa.

–¿Tiene usted madre?

–Sí, señor.

–¿Quiere usted algún recuerdo especial para ella?

–¡Bastante pena ha de tener cuando sepa mi muerte!...

Quedó pensativo. El tiempo avanzaba.

–Faltan unos minutos –le dijo–. Vamos a ganar el cielo... Pidámoselo a Dios... ¿Sabe usted alguna oración?... ¿El Padrenuestro?

–No, señor. Jamás me preocupé de eso.

–No importa. Podemos decirlo ahora los dos juntos.

–¡No insista! Quiero que me deje en paz ya.

–Ánimo, amigo mío. En un minuto nada más ganamos el cielo... ¿No sabe usted rezar nada? ¿No le enseñó su buena madre ni siquiera el Avemaría?...

Aquel hombre, hasta entonces abatido y hosco, levanta su cabeza, me mira de frente, desfrunce el ceño y, en tono natural y casi amistoso, me dice:

–El Avemaría, sí...

–¿Ah, sí? –exclamo ansioso, vislumbrando el faro de salvación.

–Mire usted: tenía yo unos catorce años, y hasta esa fecha había vivido con mi madre, que es muy buena.. Pero deseoso de libertad, y empujado por mis amistades, quise apartarme de la autoridad de mi madre y correr por el mundo. Y decidí marcharme de casa... Al decírselo a mi madre le causé un gran dolor, y el día de la partida echó, llorando, sus brazos a mi cuello; me llenó de besos la cara, y me dijo: “Hijo mío, puesto que no desistes de tu idea y te vas, te voy a pedir el último favor: quiero que me hagas una promesa. ¿Serías capaz de negársela a tu madre?”.

–No, madre; dime qué es lo que quieres (y para apresurar la despedida, añadí): Te juro que cumpliré la promesa.

–Pues lo que te pido, hijo mío, es que me prometas rezar a la Virgen todos los días tres Avemarías.

–Te lo prometo, dije. Y me fui...

Otro corto silencio. Luego continuó:

–He viajado mucho. Mi vida fue azarosa... No obstante, Padre, he cumplido todos los días la promesa que hice a mi madre.

–¿Es posible? –le pregunté, conmovido.

–Sí, señor; ayer, en la cárcel, y esta misma noche, recé las tres Avemarías.

Y transformado por este bendito recuerdo mi interlocutor, y animado el acento de su voz, a la vez que asomaba a su rostro una leve sonrisa, agregó:

–Padre, yo no sé qué íntimo alborozo siento en estos instantes... Yo noto algo tan extraño en mi interior, que pienso que la Virgen me quiere salvar... ¡Padre, ayúdeme; confiéseme!...

Unas lágrimas brotan de sus ojos... Y de sus labios van saliendo estas palabras: “Creo en Dios...”. “Pésame, Señor, de haberos ofendido...”.

–¿Quiere usted recibir la Sagrada Comunión por Viático?

–Pero, ¿podré, Padre?...

Sobre mis rodillas extendí el corporal, saqué la cajita–copón... Lloraba él, y yo no podía contener mi emoción.

Ecce Agnus Dei... “He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo...”. Y le dije:

–Diga usted conmigo: “Señor, no soy digno de que entréis en mi pobre morada...”. Y terminé diciendo: “El Viático del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo te defienda del maligno enemigo y te lleve a la vida eterna. Amén.”

Sobre los corporales cayeron lágrimas del penitente; y los centinelas se estremecieron ante la escena...

La llegada de un refuerzo de la guardia nos advirtió lo inminente del terrible desenlace.

Rogué a mi confesado que dijese: Señor y Dios mío, acepto con ánimo conforme la muerte que me enviéis, con todas sus penas y dolores.”

Dicho esto se puso en pie y, levantando la cabeza, dijo: “Padre, vamos; ya estoy dispuesto...”

Y comenzamos a caminar hacia el lugar de la ejecución.

Seguidamente me tomó el crucifijo, y ante el mismo me hizo las últimas confidencias y encargos:

–Padre, escriba a mi esposa diciendo que me despido de ella, pidiéndole con toda mi alma que me perdone lo mucho que la hice sufrir en la vida... A mis hijos, que son aún pequeños, incúlqueles que no sean como el padre, que no sigan sus ejemplos; que sean fieles cristianos y buenos siempre con su madre, sin abandonarla nunca... Y, por último, Padre –estábamos llegando al sitio en que la sentencia había de ser ejecutada–, me ha dicho usted si quiero algo para mi madre. ¡Sí, desde luego! A mi buenísima madre no deje de decirle que le agradezco inmensamente que me hubiera hecho prometerle, al separarme de su lado, rezar a la Virgen todos los días las tres Avemarías; y que ahora su hijo muere con el íntimo consuelo de sentir que la Virgen le salva y lleva al cielo.

–Le prometo hacer cuanto me ha encomendado... Y bese el crucifijo y diga: “Jesús, ten misericordia de mí”... “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”... “maría, Madre mía, sálvame”...

Se oyeron unos disparos de fusil...; se desplomó su cuerpo, y... el manto de la Madre celestial lo cobijó... Eran las primeras horas del día 6 de diciembre, antevíspera de la Inmaculada.

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