Monja Clarisa Capuchina (1903- 1946)
Turín - Italia
Ver también: monasterosacrocuore
Un poco de su vida:
Nacida en Saluzzo (Cúneo, Italia) el 6 de abril de 1903 y
murió el 18 de julio de 1946 en el Monasterio del Sagrado Corazón de Moriondo
Moncalieri (Turín, Italia).
Según lo que ella presentiría, sería "misionera, pero
para siempre". El día de la Vestidura advirtió una sugerencia divina que
le indicó la modalidad: "Sólo te pido esto: un acto de amor continuo".
8 de abril de 1934, en Albis, hizo los votos perpetuos.
Vivió 16 años de vida de clausura hasta su muerte.
Su nombre de profesión: "Consolata", representa su vocación, que es
ser consoladora del Corazón de Jesús y de todos aquellos que no pueden percibir
o acoger el amor del Señor.
En el monasterio sirvió de cocinera, portera y zapatera. El
22 de julio de 1939 la destinaron a la nueva fundación de Moriondo Moncalieri
(TO) donde fue enfermera y secretaria. Sirvió con santa abnegación y
penitencia. Jesús la llevó a la vida mística. Experimentó una profunda
intimidad con el Sagrado Corazón por el pequeño camino de amor para
reconquistar la gracia y la misericordia.
Causa de beatificación se abrió oficialmente en 1995.
MENSAJE DE AMOR QUE LE COMUNICO EL SAGRADO
CORAZÓN DE JESÚS
Mensaje de amor que el Sagrado Corazón de Jesús lanza al mundo para salvarlo.
Mientras el mundo se atomiza y desintegra por el odio de los
hombres y de los pueblos, Jesucristo quiere renovarlo y salvarlo por el amor.
Quiere que se eleven hacia el cielo llamas de amor que
neutralicen las llamas del odio y del egoísmo.
A tal efecto, enseñó a Sor M. Consolata Bertrone un Acto de
Amor sencillísimo que debía repetir frecuentemente, prometiéndole que cada Acto
de Amor salvaría el alma de un pecador y que repararía mil blasfemias.
La fórmula de este Acto es:
"Jesús, María, Os Amo, Salvad las Almas"
Allí están los tres amores: Jesús, María, las almas que
tanto ama Nuestro Señor y no quiere que se pierdan, habiendo por ellas
derramado Su Sangre.
Le decía Jesús: "Piensa en Mí y en las almas. En Mí,
para amarme; en las almas para salvarlas (22 de agosto de 1934). Añadía: la
renovación de este Acto debe ser frecuente, incesante: Día por día, hora por
hora, minuto por minuto"(21 de mayo de 1936).
"Consolata, di a las almas que prefiero un Acto de amor
a cualquier otro don que pueda ofrecerme"... " Tengo sed de
amor"... (16 de diciembre de 1935).
Este Acto señala el camino del cielo. Con él cumplimos con
el mandamiento principal de la Ley: Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente"... y a tu prójimo como a ti mismo.
Con este continuo Acto de Amor damos a Dios lo más
excelente: que es amor a las almas. Con esta Jaculatoria nos podemos
comunicar constantemente con Dios. Cada hora, cada minuto, es decir, siempre
que lo queremos. Y lo podemos hacer sin esfuerzo, con facilidad. Es una oración
perfecta; muy fácil para un sabio como para un ignorante. Tan fácil para un niño
como para un anciano; cualquiera que sea puede elevarse a Dios mediante esta
forma. Hasta un moribundo puede pronunciarla más con el corazón que con los
labios.
Esta oración comprende todo:
Las almas del Purgatorio, las de la Iglesia militante, las
almas inocentes, los pecadores, los moribundos, los paganos, todas las almas.
Con ella podemos pedir la conversión de los pecadores, la unión de las
Iglesias, por la santificación de los sacerdotes, por las vocaciones del estado
sacerdotal y religioso. En un acto subido de amor a Dios y a la Santísima
Virgen María y puede decidir la salvación de un moribundo, reparar por mil
blasfemias, como ha dicho Jesús a Sor Consolata, etc., etc.
"¿Quieres hacer penitencia? ¡Ámame!", dijo Nuestro
Señor a Sor Consolata. A propósito, recordemos las palabras de Jesucristo al
Fariseo Simón sobre Magdalena penitente: "Le son perdonados muchos
pecados, porque ha amado mucho".
Un "Jesús, María, os amo, salvad las almas"
pronunciado al levantarse, nos hará sonreír durante el día; nos ayudará a
cumplir mejor nuestros deberes, en la oficina, en el campo, en la calle, etc.
Se pronuncia con facilidad, sin distraerse y con agrado.
Un "Jesús, María, os amo, salvad las almas",
santifica los sudores, suaviza las penas. Convierte la tristeza en alegría.
Sostiene y consuela luchas de la vida. Ayuda en las tentaciones. Hace agradable
el trabajo. Convierte en alegría el llanto. Fortalece y consuela en las
enfermedades. Y trae las bendiciones sobre los trabajos y sobre las familias.
Un "Jesús, María, os amo, salvad las almas". Ayudará
a calmar tu indignación, a convertir tu ira en mansedumbre. Sabrás mostrarte
benévolo al que te ofende. Volver el bien por el mal. Conduce a efectos nobles;
palabras verdaderas, obras grandes y sacrificios heroicos, iluminará tu
entendimiento con luces sobrenaturales; estimulará el bien, retraerá el mal.
Obtendrá el arrepentimiento al pecador; en el justo avivará la fe y le hará
suspirar por la felicidad eterna.
Dios merece ser amado por ser nuestro Sumo Bien. Esta Jaculatoria
es un dulce cántico para Jesús y María.
¡Cuán dulce es repetirlo frecuentemente! ¡Cuán agradable es
avivar el fuego de amor a Dios!
Y habiéndolo pronunciado millares de veces durante tu vida,
¡cuán alegre será tu hora de la muerte, y qué gozosa volará tu alma al abrazo
de Jesús y María en el cielo!
Dijo Jesús a Sor Consolata:
"Recuerda que un Acto de amor decide la salvación
eterna de un alma y, vale como reparación de mil blasfemias. Sólo en el cielo
conocerás su valor y fecundidad para salvar almas".
"No pierdas tiempo, todo Acto de amor es un alma". Cuando
tengas tiempo libre y no tengas otra cosa que hacer, toma tu corona del Rosario
en tus manos y a cada cuenta repite: "Jesús, María, os amo, salvad las
almas"... En cuatro o cinco minutos habrás hecho pasar por tus dedos todas
las cuentas y habrás salvado 55 almas de pecadores, habrás reparado por 55.000
blasfemias.
Y si esto lo repites varias veces o muchas veces al día
podrás salvar centenares y miles y hasta millones de almas... Y esto sin ser
misionero entre los paganos, ni predicador...
¡Cuánto consuelo en la hora de la muerte y cuánta gloria
tendrás en el cielo!
Dice San Agustín: "Quién salva un alma, asegura su
propia salvación", y quién salva centenares y millares y hasta millones de
almas, con un medio tan fácil y tan sencillo, sin salir de su casa, ¿que premio
no tendrá en el cielo?
Nuestro Señor le pedía a Sor Consolata que repitiera
frecuentemente ese acto de amor hasta ser incesante, es decir, continuamente,
porque continuamente van muchas almas al infierno porque no hay quién las
salve... Repitamos todo lo que podamos esta Acto de amor: "JESUS, MARIA,
OS AMO SALVAD LAS ALMAS", para que sean muchas las almas que arranquemos
al infierno para hacerlas felices eternamente en el cielo. Las almas que
salvamos con este Acto de Amor, será un día nuestra corona de gloria en el
cielo.
Cuando uno está ocupado con trabajos manuales, se puede
repetir este Acto de Amor con la mente y tiene su mismo valor como lo dijo un
día Nuestro Señor Jesucristo a Sor Consolata.
Ha habido almas que han salvado varios millones de almas,
con este medio tan sencillo..
Y nosotros por qué no podríamos hacer lo mismo en lugar de
perder un tiempo tan precioso en charlas inútiles; repitamos frecuentemente
este Acto de Amor, y así acumularemos tesoros preciosísimos para el Cielo.
"JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD LAS ALMAS":
-por la Iglesia y por el Papa
-por la santificación de los sacerdotes
-por las almas del Purgatorio
-por los agonizantes
-por los que se confiesan sacrílegamente
-por los que no asisten a misa los domingos
-por los misioneros
-por los enfermos
-por la conversión de los pecadores
-por la mayor santificación de los justos
En las dudas, en las tentaciones.
En las dificultades de la vida, Por algún intención en particular.
Podemos enseñarlo también a nuestros amigos y parientes que
lo recen, que lo propaguen. Gran alivio sentirá el moribundo si se le sugiere
al morir.
Al levantarnos sea nuestro pensamiento. Al acostarnos
nuestra última oración.
Los que se salvaron están en el cielo por haber amado a
Dios. Los grados de gloria en el cielo se miden por la intensidad del amor que
las almas practicaron en la vida.
Sólo entonces nos daremos cuenta de lo que vale un Acto de
Amor y de su fecundidad en salvar almas.
Sor Consolata le pidió un día a Jesús: "Jesús enséñame
a orar". Y he aquí la Divina respuesta: " ¿No sabes orar?" ¿Hay
acaso oración más hermosa y que sea más grata que el Acto de Amor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se admiten comentarios que sean descalificativos e irrespetuosos. Estos mensajes serán eliminados o sujetos a moderación.