Oct 30_18 Os quiero hablar sobre el momento en el que os
presentaréis ante Mí.
Rosario vespertino - MENSAJE ÚNICO
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Mensaje de Dios Padre a J. V.
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Primer Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: La Iglesia, la Iglesia que Yo constituí desde el
principio, con Mis apóstoles, a través de ella, podéis obtener Indulgencias,
que os librarán de las penas que debéis purgar para llegar pronto al Reino de
los Cielos.
Hijitos Míos, os quiero hablar sobre el momento en el que os
presentaréis ante Mí, para vuestro Juicio Particular. Son momentos, para
muchos, de miedo, para otros, de terror pero, para otros, de paz y alegría. Y
os preguntaréis, ¿cuál es la diferencia a todo esto?, y será de acuerdo a
vuestra forma en que vivisteis en la Tierra, en la forma en cómo llevasteis la
misión que Mi Padre os encargó.
Aquellos que viven bajo Mis Leyes, bajo Mi Amor, es un deseo
grande el regresar, ya, de donde salisteis, que es el Cielo, Mis pequeños. Estáis
regresando a vuestro Hogar, los que estáis Conmigo, los que vivís en estado de
Gracia, los que vivís en el Amor.
Todo esto lo vais intuyendo, tan pronto como se va acercando
vuestro momento de presentaros ante Mí. El alma intuye, el alma sabe el momento
en que estará ante su Creador y goza, goza estar ya, ante Mi Presencia. Goza el
pensar, simplemente, que estará ante el Amor Increado. Es una Paz total, es un
Amor que os cubre, que os llama, en el cual, vosotros queréis estar ya,
envueltos de Él. La Paz, Mi Paz, está dentro de vosotros, no sentís ningún
miedo sino, todo lo contrario, el deseo santo de estar Conmigo. El alma llega
ante Mí, y es el encuentro más querido del alma. Abrazo al alma, y la hago
sentir en Familia. En ese momento, Me reconoce el alma y se goza inmensamente
al estar Conmigo.
Aquellas almas que no han llevado una vida de acuerdo a lo
que os enseñé, que han sido mediocres, que no viven una vida Sacramental, pero
son buenos, llegan con cierto temor, porque no Me conocen; porque el alma que
no ora, el alma que no Me recibe en la Eucaristía y que hace una sola Persona
Conmigo, no Me conoce, y siente temor por llegar a un lugar desconocido. En
cierta forma, también, siente que habrá algo bello, pero, por otro lado, Mi
Espíritu Santo, que Vive en vosotros, le hace ver que no está del todo bien, y
eso le infunde temor de estar ante Mi Presencia.
Pero las almas que han vivido en el mal, que se han vuelto
instrumentos de satanás, que no solamente, no han querido saber de Mí, sino que
Me han atacado, y hasta destruido la espiritualidad de otros hermanos de ellos
o de muchos; éstos llegan con terror, porque también, el alma intuye que se va
a presentar ante su Creador. En esos momentos, en que ya el paso es inminente,
sabe que el Juicio no va a ser favorable para ella. Estas almas mueren en
terror, se presentan ante Mí, no con miedo, sino con un temor inmenso. Me ven,
ven Mi Amor y ni aun así se quieren arrepentir; su Juicio es totalmente
negativo hacia ellas, y estas almas se pierden eternamente.
Ciertamente, habrá una balanza entre lo bueno y lo malo que
hicisteis durante vuestra vida en la Tierra. El Cielo se gana a lo largo del
tiempo, se gana con vuestros buenos méritos y eso se pone en la balanza y,
también, se ponen todos aquellos actos negativos, pecaminosos, y sois juzgados.
Las almas buenas no tienen temor, saben que no han cumplido
en totalidad y aceptan su purificación en el Purgatorio, el alma siente que no
se merece pasar, directamente, al Reino de los Cielos, porque se siente sucia,
porque puede ver a las almas del Cielo y no se siente a nivel de ellas. El alma
va, por ella misma, al Purgatorio, para quedar purificada.
Las almas mediocres, sienten el peso del mal sobre ellas.
Así como se gana uno el Cielo con sus méritos, también, un alma se gana el
Infierno con sus errores, con sus pecados, con su maldad.
A lo largo del tiempo, el alma va haciendo méritos para el
Bien, para su premio; o se va llenando de pecados y se gana el infierno.
Recordad que os vais ganando, por vuestras faltas, la pena
que habréis de pagar por vuestros pecados cometidos. Tendréis que purgar la
pena que os ganáis por los pecados cometidos a lo largo de vuestra existencia,
si es que no os vais purificando de ella, también, a lo largo de vuestra existencia.
Tenéis todo para pasar lo menos posible el dolor del
Purgatorio. La Iglesia, la Iglesia que Yo constituí desde el principio, con Mis
apóstoles, a través de ella, podéis obtener Indulgencias, que os librarán de
las penas que debéis purgar para llegar pronto al Reino de los Cielos, pero son
tan pocas las almas que viven cercanas a Mí, a Mi Iglesia y a todos los regalos
que podéis obtener a través de Ella.
Ciertamente, a través de esos regalos, empezando con una
confesión bien hecha, se os perdonan los pecados que habéis cometido a lo largo
de vuestra existencia, si es que, os mantuvisteis dentro de Ella.
Debéis adentraros en todo lo que de Mi Iglesia podéis
obtener para regresar a Mí, a vuestro Hogar, lo más limpios posibles de vuestra
alma. Mi Corazón os espera ansiosamente. Purificaos, Mis pequeños, ganaos el
Cielo con vuestras obras, con Mi Amor, que he puesto en vuestros corazones, con
las obras de Caridad hacia vuestros hermanos y siguiendo la petición que Yo os
hice antes de regresar al Reino de los Cielos: “amaos los unos a los otros,
como Yo os he amado”. Si realmente, os amaráis así, vuestra entrada al Cielo es
segura.
Manteneos en ese ideal de llegar a Mí y Yo os ayudaré a que
lo logréis. Os esperaré con los Brazos abiertos, Mis pequeños, y no olvidéis
que no hay mayor acto de Caridad que podéis hacer, y que os dará muchos frutos
para entrar al Reino de los Cielos, que es el pedir por vuestros hermanos por
su salvación. No importa el pecado que tengan, si vuestra intercesión es de
corazón, Yo moveré a esas almas hacia el arrepentimiento, para que se salven.
Gracias, Mis pequeños.
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