Hijos de Dios, cuantas almas en estos momentos están cayendo
fulminantemente en el abismo eterno. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Es irreversible esa situación de quien se condena, porque todo en la vida puede
cambiar, pero quien se condena ya no puede cambiar ese estado, ni por todo el
oro del mundo, ni siquiera por la Preciosísima Sangre del Cordero de Dios. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
Por eso, hijos, atesorad bienes espirituales en esta vida
que os avalen a la hora de la muerte, y no pecado tras pecado, porque el pecado
es el medio más seguro para la condenación y los que se condenan pecaron
impunemente y no se arrepintieron de ello por muchas veces que Mis
mociones y gracia trataron de que volvieran su rostro Dios. Yo, Espíritu de
Dios, os hablo.
Es triste y lamentable que muchos de los que se
condenan podían haber llegado a ser grandes santos sólo con pedir perdón a Dios
y perdonando asimismo a quienes en esta vida le ofendieron, pero la semilla del
mal, el veneno mortal que es guardar encono, los llevó a desarrollar esa
semilla en su alma y fueron víctimas de ella en el último instante de su vida,
cayendo al abismo infernal donde será el llanto y rechinar de dientes
eternamente (Lc 13, 28). Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Quienes leéis estos escritos adentraos en vuestras
almas y ved si esa situación caótica puede ser la vuestra, y si veis alguna
semejanza en vosotros, hijos de Dios, enmendaos cuanto antes y arrancar el mal
de vuestras almas, no vaya a ser que si vosotros no os libráis del mal ahora,
el mal os tenga atrapados eternamente en la oscuridad y fuego del Infierno. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
Ofreced Misas por esas almas que sabéis qué andan en
situaciones semejantes, porque no se tratan con su familia o amistades por algo
que pasó hace tiempo. No permitáis que el mal siga adosado en vuestras almas un
día, y otro, y otro, y así durante años. Ahora que tenéis facultades mentales y
ocasión de cambiar, hacedlo sin perder tiempo, y echad en el olvido el mal que
os hicieron, porque si no es así, vosotros mismos os estáis haciendo un mal que
puede perdurar eternamente. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. Paz a todo aquel
que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
14 DE DICIEMBRE DE 2014
PEDID
A MI MADRE QUE OS ENSEÑE A VIVIR LA NAVIDAD Y A CONTEMPLARME COMO UN NIÑO
INDEFENSO PERO DIVINO
Hijos Míos, son días en que os deseáis mutuamente la
felices fiestas y el próspero Año Nuevo. Yo, Jesús, os hablo.
Pero hijos, no son las cosas exteriores las que os darán la
felicidad en estas entrañables fiestas ni en otras, porque la felicidad debe
ser interna aunque los actos externos sean aburridos o rutinarios. Toda
felicidad que no viene del corazón no es auténtica felicidad, porque en el
corazón donde reside Dios, la persona es feliz, auténticamente feliz, y no
necesita ni bullicios, ni brindis, ni cenas navideñas, para aumentar la
felicidad que Dios da en un corazón limpio y fiel al Altísimo. Yo, Jesús, os hablo.
Si de verdad deseáis la felicidad a vuestras familias y
amigos, rezad para que more Dios en sus corazones, porque otra clase de
felicidad es engañosa y muchas veces peligrosa. El amor verdadero que os dará
la felicidad invulnerable, es el amor de Dios, y nadie os podrá arrebatar esa
felicidad, ni siquiera las más grandes desgracias, porque Dios es el Sumo Bien
y un Bien infinito, y por eso, no hay otros bienes que le hagan sombra. Yo,
Jesús, os hablo.
Es cierto que las familias bien avenidas, las reuniones de
amigos o de compañeros de trabajo, no quebranta la felicidad que da Dios, pero
tampoco le hace sombra, porque lo que viene de Dios no lo puede ni sustituir,
ni igualar el mundo ni sus habitantes, ya que Dios es la Fuente de toda
felicidad. Es la felicidad verdadera y eterna, y a esta clase de felicidad,
debéis tender cada vez más, despegándoos de las cosas del mundo para acercaros
más a Dios con voluntad de encontrarlo y hacer en El vuestra morada, y así, El
hará la Suya en vuestros corazones. Yo, Jesús, os hablo.
Pedid a Mi Santa Madre que os enseñe a vivir
adecuadamente el espíritu de la Navidad. Que os enseñe a contemplarme como un
Niño indefenso pero divino, y vivir estos días en que se conmemora Mi
nacimiento, como Ella y Mi padre José lo vivieron, en unión con Dios y en una
abnegación y desprendimiento total de los bienes materiales. Quién a Dios tiene
nada le falta, nada le llenará fuera de Él, nada le hará más feliz que su
posesión. Por eso, hijos, conformaos con lo que tenéis y con lo que no
tenéis, y vivid estas Navidades con espíritu cristiano, para que estas fechas,
pasen en vuestro dossier a la Vida Eterna. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
***
9 DE DICIEMBRE DE 2014
Hijos de Dios, vosotros que ambicionáis a tener toda clase
de bienes y riquezas, que deseáis poseer fama, gloria, notoriedad, no sabéis
apreciar que el don más grande que una persona puede poseer es la gracia
santificante. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
No hay tesoro comparable a la gracia santificante que es el don de la vida
divina en vuestras almas, es la participación de la misma vida de Dios en
vosotros (CIC 1997). Pero esto no lo sabéis apreciar porque os falta Mi luz y
Mi discernimiento. Y como vivís embotados por el vicio y el materialismo, las
gracias celestiales no las buscáis, ni las deseáis, ni las entendéis. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
Pero ¡ay de aquel que culpablemente pierde este don! porque
pierde el mayor de todos los dones y arruina su alma, que es inmortal, por bienes
terrenales caducos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios, cada día que pasa es un día menos que os
queda de vida y no abrís los ojos, porque nuestros mensajes, las homilías de
tantos buenos sacerdotes, la Palabra Divina, no os despiertan de vuestro
letargo espiritual, y estáis dormidos sin reaccionar, sin comprender que os
puede faltar tiempo para reconvertiros, y Mis mociones no os despiertan del
sueño letal en qué estáis sumidos, porque oís más la voz del enemigo mortal de
las almas que la Mía, que Soy el Santo Espíritu.
Por tanto, hijos de Dios, tratad de reflexionar e iniciar de
vuestra parte el primer paso, que el resto Yo, Espíritu de Dios, lo haré. Pedid
perdón a Dios de vuestros muchos pecados, no sólo de acción sino de omisión, y
blanquead vuestras almas en el Sacramento de la Penitencia. Poned de vuestra
voluntad el arranque para emprender una nueva vida, y Yo, Espíritu de Dios, os
ayudaré con Mi gracia. Yo, Espíritu Dios, os hablo. Paz a todo aquel que
leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
***
5 DE DICIEMBRE DE 2014
Hijos de Dios, cada día estáis más cerca de la gran
tribulación que debéis pasar, para asentaros en vuestra fe y para apartar el
trigo de la cizaña. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Pero vivís igual, sin aumentar ni la penitencia, ni la
oración. Sin renunciar a vuestros placeres cotidianos, bebiendo y comiendo sin
sobriedad, discutiendo hermano contra hermano y eso no es buena señal para
vosotros, porque hijos de Dios, debéis limpiar vuestra alma de toda querella y
debéis adquirir buenos y SANTOS hábitos, porque todo ello os ayudará
después a pasar más llevaderamente la tribulación que os
espera y que cada día está más cercana. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Muchos, muchos, no creen en estas cosas y hasta se mofan o
hacen chistes de ellas, pero cuando llegue lo establecido por
Dios para el bien de la Iglesia, de las almas, de la Humanidad, entonces de
nada servirá lamentar, porque ahora que es tiempo de sembrar bondad y méritos,
desperdiciáis este tiempo y lo empleáis en frivolidades y en dar gusto a
vuestro cuerpo en todos los campos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Cuantas veces se os ha dicho que vayáis a los pies de la Inmaculada y que le
pidáis ayuda y os entreguéis a Su servicio. Que recéis el Santo
Rosario, que os preparéis con lecturas santas y la Palabra Divina, pero esto os
suena a hueco, porque el peor sordo es el que no quiere oír, y el
peor ciego es el que no quiere ver. Yo, Espíritu
de Dios, os hablo.
Hijos de Dios, practicad los Sacramentos asiduamente en las debidas
disposiciones. Poned en práctica la doctrina del Iglesia Católica "sin
quitar ni añadir nada" y sed hijos verdaderos de Dios, no sólo de nombre
sino de obra, porque vuestro Padre Celestial está en el Cielo y no dejará
abandonados a su suerte a aquellos que sean verdaderos hijos de Él. Yo, Espíritu
de Dios, os hablo.
Amad, hijos, a vuestros semejantes, incluidos los que os han hecho mal.
Amarlos no quiere decir que tengáis que relacionaros con ellos,
quiere decir que recéis por ellos, y sobre todo, que pidáis al Cielo toda clase
de bienes para ellos. Perdonad de corazón a vuestros cónyuges separados, a
vuestros hermanos biológicos, a vuestros compañeros de trabajo y amistades, que
para lo que va a venir, para nada os servirán herencias, ni bienes a los
que creéis que tenéis derecho. El único bien que os es necesario es la fe y el
amor a Dios y al prójimo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os
instruyo. La paz de Dios sea a todo el que crea y ponga en práctica este
mensaje
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