Hijos Míos, la lucha encarnizada que libráis con Satanás a
menudo, durará hasta el último instante de vuestra vida. Yo, Jesús, os hablo.
Pero el amor y la ayuda de Mi Santa Madre y la Mía, también
la tendréis hasta el último instante de vuestra vida, y lo mismo la ayuda de
vuestro Ángel Custodio. Esto lo sabe Satanás muy bien, sabe que le permitiré
tentaros hasta el final de vuestra existencia, pero también sabe que si a
vosotros os puede vencer, ni a Mi, ni a Mi Madre, lo logrará jamás, por eso,
vuestra unión con Nosotros, debe ser cada vez más estrecha y más auténtica,
porque si no estaréis desamparados ante la tentación y las asechanzas del
Maligno.
Todo el Cielo, tanto Ángeles y bienaventurados, están
dispuestos a ayudaros si acudís a ellos, porque todos quieren vuestra salvación
eterna, y hacen Mi voluntad eternamente. Por eso, tenéis que acudir a ellos, a
vuestros santos patronos, porque también todo el Infierno desea perderos
eternamente y es una batalla que os ha tocado vivir en la vida y que tenéis que
ganar con Mi gracia. Satanás se disfraza de bien y ahí es donde es difícil
advertir sus insidias, por eso, debéis de tener el alma limpia de pecado para
que veáis con más claridad y discernimiento con los ojos de la fe, lo que es
bueno realmente y no un mal camuflado de bien, y lo que es malo ciertamente, y
así, poder ganar la batalla. Yo, Jesús, os hablo.
La vida comparada con la eternidad es muy corta y esto lo
tenéis que asumir. Parece que mientras sois jóvenes tenéis mucho tiempo por
delante, pero no es así. Hijos ¿no veis Mis deseos y Mi afán por abriros los
ojos y llevaros por caminos de salvación? Tenéis los sacramentos que se os han
dado como armas para la lucha. Tenéis tantas y tantas devociones que también os
protegen, cargadas de promesas e indulgencias. Tenéis las lecturas y
testimonios de Mis santos verdaderos, pero no os animáis a reconvertiros, y
dejáis pasar el tiempo, malogrando muchas gracias y bienes que serian eternos.
Yo, Jesús, os hablo.
Meditad estos mensajes y no los leáis con prisas, ni de
corrida. Meditadlos y ponedlos en práctica. Paz a todo aquel que leyendo estos
mensajes los creen y los ponen en práctica.
***
23 DE ENERO DE 2015
Hijos de Dios, cuanto perdéis el tiempo y cuanta gloria
accidental si os salváis vais a perder en la eternidad, porque os esforzáis
poco en la santidad y os empleáis poco en este asunto que es trascendental. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
Cuanto tiempo empleáis en tener el cuerpo en forma, con
ejercicios, dietas y cuidados especiales, pero nos os preocupáis apenas del
alma porque vivís como si no la tuvierais. Luego os vienen las pruebas, algunas
muy duras, y si las sabéis sobrellevar y ofrecerlas a Dios por el bien de la
Iglesia y la salvación de las almas, entonces, El os reconocerá vuestras
disposiciones en el sufrimiento que os predispone a la
salvación eterna. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Todo lo que recibe cada persona o familia, es siempre para
vuestro bien, pero hay males que no vienen de Dios, sino que son suscitados por
el Maligno que os quiere perder eternamente y torturaros en esta vida lo que
pueda. Por eso, hijos de Dios, vivid con el alma limpia y sana de cosas malas,
como vicios que os debilitan, costumbres que no os ayudan apara nada. Crearos
buenos y santos hábitos, al principio cuesta pero luego se os hacen llevaderos.
No holgazaneéis, sed diligentes y emplearos en cosas provechosas, tanto
materiales como espirituales. Leed libros buenos que os formen y que os
edifiquen, porque si leéis basura, basura engendrareis. Yo, Espíritu de Dios,
os hablo.
Fomentad sanas y santas amistades y sed vosotros también
para otras personas buenos amigos y amigas. Que cuando os necesiten os
encuentren y que les deis paz y confianza, para que cuando pasen momentos de
prueba y dolor, sepan que en vosotros encontraran ayuda y comprensión. María
Santísima era una vecina excepcional en su entorno. La gente veía en Ella una
bondad inusual y un trato especial, porque nunca habló mal de nadie y nunca
rechazó ni se desentendió de ayudar a nadie. Ella tenía un gran espíritu de
servicio y gozaba ayudando a los demás. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Y vosotros hijos de Dios debéis imitar a la que también es
vuestra Madre y entregaros al amor del prójimo sin requisitos, ni condiciones,
porque en esa entrega daréis alabanza y gloria a Dios. Yo, Espíritu de Dios, os
hablo. La paz y la bendición de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros
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