Publicado por: Miguel
Angel Yáñez 5 febrero, 2015 11
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Me preguntaba el motivo por el
que si en el punto 93 de la instrucción Redemptiones
Sacramentum de Juan Pablo II se dice que “La bandeja para la Comunión
de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la
hostia sagrada o algún fragmento“, en el 99% de las iglesias de mi diócesis, y
creo que esto es generalizado a nivel mundial, no hay bandeja para comulgar.
Por falta de ayudantes no será, porque se usa una auténtica legión de lectores,
acólitos y ministros extraordinarios de la comunión. Pero para esto a nadie… se
ve es poco importante.
¿Por qué la autoridad permite
este grave abuso litúrgico que pone en “peligro de que caiga la hostia sagrada
o algún fragmento”? ¿Realmente no se considera esto un hecho importante como
para intervenir? Me preocupa seriamente qué pasa por la cabeza de quien tiene
la obligación de actuar y no lo hace, cuando ve que hay una desobediencia
general que provoca el sacrilegio sobre el Cuerpo de Cristo, pisoteado en todas
las partículas que caen al suelo. Si pudieramos, por un sólo momento, ver a
Jesús en cuerpo visible en el suelo pisoteado, y todos impasibles sin hacer
nada por evitarlo, tendríamos un cuadro aterrador, pero es exactamente lo que
está pasando. Yo, sinceramente, si fuera un obispo no podría dormir con la
conciencia tranquila. Jesús Eucaristía es lo más frágil, y a la vez sublime,
que tenemos y sino lo defendemos nosotros nadie lo hará. Él, voluntariamente,
se ha sometido incluso a esta fragilidad en la confianza de que sus discípulos
lo defenderán incluso con la vida… pero no lo hacen.
Y no sólo no lo hacen, sino que además
lo esconden y/o lo permiten. La Eucaristía es el más sublime de los
sacramentos, pero a la vez es el más difícil de creer. En lo demás tenemos que
creer en lo que no vemos, pero aquí tenemos que creer lo contrario de
lo que vemos, porque vemos pan, pero es Dios. Por ello es el sacramento donde
con más justificación que en ningún otro debe ser muy pronunciado el cuidado
con los gestos externos (arrodillarse, bandejas, actitud general de
reverencia), porque si vemos pan y a la vez vemos que la gente se comporta
como si delante tuvieran pan, y no a Dios, terminaremos creyendo que es sólo
pan. Sin embargo esto se promociona hoy activamente en la iglesia con la
comunión en la mano, como si se tratara de un simple alimento, habiendo incluso
grupos en su interior empeñados en enfatizar aún más el carácter de pan y de
comida, no usando formas, e incluso recibiendo la comunión sentados negándose
ideológicamente a arrodillarse, lo cual personalmente me parece una aberración
litúrgica en grado extremo, y no sólo no se hace nada sino que se les aprueba.
Esta gente que dice que lo
importante es “lo interior” y no las formas, me pregunto si irían a la boda de
su hija en bañador porque lo importante es “lo interior” y no la apariencia.
Muy triste, sobre todo que quien tiene
que hacer algo, no haga nada. Demos ejemplo siempre de que aunque veamos pan
estamos ante la presencia real de Cristo Dios.
Miguel Ángel Yáñez
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