19 DE FEBRERO DE 2015
¡Alegraos, hijos en el Señor! ¡Alegraos! Alegraos, porque
cada vez más está cerca vuestra liberación y todos aquellos que en
las duras y en las maduras se mantuvieron firmes en la fe, y en la creencia de
que Yo Soy un Dios de amor, verán brillar el sol en sus horizontes y nunca más
se les eclipsará. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos de Dios, que camináis heridos en cuerpo y en alma,
llega pronto vuestra liberación, porque Yo que Soy un Dios de amor, también lo
Soy de justicia, y el que se mantuvo fiel a Mí y a Mis enseñanzas, se le
cumplirán la promesas de Mi Corazón. Aguantad un poco más, el tiempo en la
Tierra es muy corto y se desvanece en seguida, pero el tiempo en el Cielo es
eterno y nunca tiene fin. Por tanto, hijos, seguid caminando en Mi doctrina,
que vuestra recompensa asombra a los Ángeles del Cielo, porque aquí en la
Tierra pudisteis demostrarme el amor verdadero en las muchas batallas que
tuvisteis que librar. Esto va también por esos sacerdotes que sufren “martirios
incruentos” y por esos obispos que luchan contra corriente por serme fieles.
Yo, lo veo todo, ¡todo! Y como sois Mi consuelo en la Tierra, Yo seré el
vuestro en el Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
Resistid lo poco que os queda. Acogeos a Mi Santa
Madre, a vuestros santos patronos y Ángeles custodios. No dejéis la
Eucarística y resistid hasta el final, que vuestra recompensa será excepcional
y maravillosa. Yo mismo seré vuestra recompensa. Yo mismo os recibiré en el
Paraíso con los brazos abiertos. Por eso, no sucumbáis al desaliento, ni a la
desesperanza, avanzad hacia adelante en Mí, la dirección para ir al Cielo es Mi
ley y Mi amor. Yo, Jesús, os hablo.
Y cuando sintáis que desfallecéis porque es duro vuestro
peregrinar, rogadme que os aumente la fe y las fuerzas, que Yo, presto estoy
para escuchar vuestras plegarias y despacharlas favorablemente. Yo, Jesús, os
hablo.
Ayudaos mutuamente unos a otros, porque no todos estáis en
las mismas disposiciones, unos las tienen más firmes y otros menos, pero todos,
si llegáis hasta el final, tendréis una recompensa grande, porque el más
pequeño en la Tierra es grande en el Reino de los Cielos. Yo, Jesús, os hablo y
os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en
práctica.
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