Santo, Santo, Santo, es el
Señor Dios de los Ejércitos. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, Me es de mucho agrado
quien a menudo Me alaba en sus quehaceres cotidianosy junto con los coros
angélicos Me llama tres veces Santo. Yo, Jesús, os hablo.
Cuando alguien se dirige a su
Creador y Redentor para alabarlo de corazón, esa oración llega directamente al
Cielo y se convierte en lluvia beneficiosa para las almas y para Mi Cuerpo
Místico, porque todo el que alaba y reconoce a su Dios y sabe que El es grande,
sabio y poderoso, y lo proclama, aunque sea en soledad, la oración llega
al Cielo y todos los Ángeles y bienaventurados la oyen y la celebran, porque la
misma, se une a sus alabanzas celestiales. Yo, Jesús, os hablo.
Así, Mi Santa Madre en su vida
terrenal, alabó a Dios Altísimo desde su tierna infancia y continuamente. Todos
los momentos de su existencia fueron para el Poderoso un sinfín de alabanzas y
acciones de gracias, y la que aparentemente parecía su vida normal y sencilla
sin acciones externas, su interior era un volcán de fuego amoroso hacia
Dios y sus contemporáneos, y su paso por la Tierra fue una
abundancia de frutos y bendiciones para sus contemporáneos. Yo, Jesús, os
hablo.
No todos están llamados a la vida
de acción, aunque todos debéis ser apóstoles de una forma u otra. No todos
podéis ser un San Francisco Javier, pero todos podéis imitar a Mi Santa Madre,
e interiormente alabarme y glorificarme por todo los beneficios que os di y que
os doy contantemente. Y si estáis en momentos de pruebas muy dolorosas, pensad
que Mi Santo Espíritu trabaja en vuestras almas para quitar de las mismas los
apegos y malos hábitos que tangáis, y transformarlos en gloria a Dios y frutos
para las almas. Esto no lo veis, pero debéis de creerlo, porque los
sufrimientos aceptados y ofrecidos de corazón, con fe y amor, son una fuente
riquísima de gracias para las almas, no solo para las vuestras. Yo, Jesús, os
hablo.
Paz a todo aquel que cree en este
mensaje y lo pone en práctica.
***
1 DE MARZO DE 2015
Hijos Míos. ¡Cuántas y
cuántas almas! sufren incesantemente toda clase de vejaciones,
injusticias, tentaciones, suicidios y un sinfín de penas y dolores que
desconocéis y que ante Mi vista están. Yo, Jesús, os hablo.
Yo os pido que cumpláis bien vuestros deberes de estado, de profesión, de hijos de Dios y de miembros de la Iglesia, porque si los cumplís bien y lo hacéis sabiendo que Yo os miro constantemente, ese buen cumplimiento y esas acciones bajo Mi mirada, ayudan a los miembros de la Iglesia que sufren y padecen toda clase de pruebas, incluidos los niños. Yo, Jesús, os hablo.
El bien y el mal son extensibles al Cuerpo Místico. Un bien que se haga repercute en el Cuerpo Místico que es la Iglesia, y lo mismo un mal. De ahí, que ese mal que hacéis no solo es dañino para vuestras almas, sino que es un bien que omitís en el Cuerpo Místico y del que también se os pedirá cuentas. Aunque pequéis a solas sin que nadie os vea, ¡Yo os veo! Y con gran dolor tengo que contemplar el camino engañoso que habéis escogido buscando en ese camino una felicidad falsa y engañosa. Hijos, si os cuesta la pureza, si os cuesta la honradez en el trabajo, el cumplimiento de vuestro deber, acudid a Mi Santa Madre para que os ayude, y después id a confesar cuantas veces hagan falta, que la confesión vence la tentación si se hace en las debidas disposiciones de sinceridad, humildad y propósito de enmienda. Yo, Jesús, os hablo.
Yo fui hombre también y conozco muy bien vuestras flaquezas, por eso, porque sois débiles para alzar el vuelo, acudid a vuestra Madre y Ella os ayudará. Y porque sois flacos y necesitáis haceros fuertes como robles, tenéis que practicar más los sacramentos y la oración, que se os han dado para que no caigáis en tentación. Yo, Jesús, os hablo.
Perseverad en vuestros compromisos espirituales, buscad un guía espiritual y cumplid con vuestros deberes de estado y profesión a la perfección, que no tenga que decir de vosotros que Me honráis de palabra pero no de obra. Por tanto, hijos, sed honestos en privado y en público. Santos, a solas o ante multitudes. Humildes ante Mí y ante vosotros mismos, sin disculparos por vuestras caídas que son más asiduas de lo que quisierais. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.
Yo os pido que cumpláis bien vuestros deberes de estado, de profesión, de hijos de Dios y de miembros de la Iglesia, porque si los cumplís bien y lo hacéis sabiendo que Yo os miro constantemente, ese buen cumplimiento y esas acciones bajo Mi mirada, ayudan a los miembros de la Iglesia que sufren y padecen toda clase de pruebas, incluidos los niños. Yo, Jesús, os hablo.
El bien y el mal son extensibles al Cuerpo Místico. Un bien que se haga repercute en el Cuerpo Místico que es la Iglesia, y lo mismo un mal. De ahí, que ese mal que hacéis no solo es dañino para vuestras almas, sino que es un bien que omitís en el Cuerpo Místico y del que también se os pedirá cuentas. Aunque pequéis a solas sin que nadie os vea, ¡Yo os veo! Y con gran dolor tengo que contemplar el camino engañoso que habéis escogido buscando en ese camino una felicidad falsa y engañosa. Hijos, si os cuesta la pureza, si os cuesta la honradez en el trabajo, el cumplimiento de vuestro deber, acudid a Mi Santa Madre para que os ayude, y después id a confesar cuantas veces hagan falta, que la confesión vence la tentación si se hace en las debidas disposiciones de sinceridad, humildad y propósito de enmienda. Yo, Jesús, os hablo.
Yo fui hombre también y conozco muy bien vuestras flaquezas, por eso, porque sois débiles para alzar el vuelo, acudid a vuestra Madre y Ella os ayudará. Y porque sois flacos y necesitáis haceros fuertes como robles, tenéis que practicar más los sacramentos y la oración, que se os han dado para que no caigáis en tentación. Yo, Jesús, os hablo.
Perseverad en vuestros compromisos espirituales, buscad un guía espiritual y cumplid con vuestros deberes de estado y profesión a la perfección, que no tenga que decir de vosotros que Me honráis de palabra pero no de obra. Por tanto, hijos, sed honestos en privado y en público. Santos, a solas o ante multitudes. Humildes ante Mí y ante vosotros mismos, sin disculparos por vuestras caídas que son más asiduas de lo que quisierais. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se admiten comentarios que sean descalificativos e irrespetuosos. Estos mensajes serán eliminados o sujetos a moderación.