La sangre de los mártires clama al Cielo!!!
Written by . Padre Elías
Hermanos:
Iniciamos la Semana Santa con el Domingo de Ramos y con la
alegría de agitar palmas al paso del Señor que entra triunfante en la
Ciudad Santa Jerusalén.
Para el pueblo judío la ciudad de Jerusalén es parte de su
identidad porque fue el lugar que el rey David conquistó y luego la constituyó
capital del reino de Israel. En ella Salomón construyó el templo para contener
el Arca de la Alianza. Durante muchos siglos este lugar santo fue parte
fundamental de la identidad del pueblo judío. Hoy no existe pero los judíos
tienen la esperanza de un día volverlo a edificar sobre el mismo sitio.
El templo que conoció Jesús fue el segundo, construido
después de la dura experiencia del destierro en Babilonia. Era majestuoso!!! y
Herodes el Grande, (que para mi, de grande no tiene nada, al contrario era un
hombre obsesivo que desconfiaba de todo el mundo, porque temía que le
arrebataran el reino) lo había embellecido para contentar a los judíos.
Jesús está en la parte alta del Monte de los Olivos, desde
donde hay una vista hermosa de la ciudad. Entre el Monte de los Olivos y la
Ciudad Santa pasa el Torrente Cedrón. ¿Qué sentimientos experimentará el
Señor contemplando la ciudad en la que fue presentado por sus padres: La Virgen
María y San José cuando era recién nacido? Vienen a su mente las imágenes de
cuando tenía 12 años y estaba en medio a los maestros de la Ley. La cara de
angustia y a la vez de alegría de San José y la Virgen cuando lo encontraron
después de tres días que se les había perdido. Tantos textos del Antiguo
Testamento aprendidos de memoria en los que se hablaba de Jerusalén, al escucharlos
tantas veces en la Sinagoga y seguramente en la casa de Nazaret. Tantas
historias contadas por María y José, por los vecinos, de las fiestas celebradas
en fechas concretas del año. Sabemos por la misma Palabra de Dios, que
Jesús llora contemplando la ciudad que apedrea a sus profetas y por sus
habitantes que ciegos no comprendieron el día de la visita del Príncipe de la
Paz. Jesús podía normalmente entrar en la ciudad caminando con sus
discípulos pero quiso hacerlo en un asno. Así se cumplía la profecía de
Zacarías 9,9. En una de las laderas del Monte de los Olivos está la pequeña
Aldea de Betfagé que se hizo célebre por el asno que tuvo el privilegio de
cargar al Salvador. Betfagé בית
פגי significa: casa
de los higos. En ese camino Jesús maldijo la Higuera que no tenía frutos.
Si alguien os pregunta decid: “El Señor la necesita”. Es la
primera vez en el Evangelio de Mateo que Jesús se llama así mismo Señor:
Kyrios. En la última semana antes de morir se presenta más abiertamente y
en el proceso contra Él en la pasión, lo aceptará claramente.
No entra sentado en un caballo sino en un asno pero es Rey.
Su Reino no es de este mundo.
Los discípulos no utilizan una silla de montar, sino que
colocan sus mantos. Lo más preciado que tenían porque el manto servía
para cubrirse del frío en las noches y porque al colocarlos extendidos por el
camino es signo de las personas que colocan su vidas a disposición del Señor.
Para que cada uno pensemos: ¿Cuál es el manto que debo
colocar a los pies de Jesús? Como lo puedo alabar y glorificar?
Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. El
verbo usado ἐσείσθη eseisthé (terremoto). Podemos decir que toda
la ciudad fue sacudida. Es el mismo verbo que se usó en Mateo 27,51 como
consecuencia de la muerte de Jesús: “En esto, el velo del Santuario se
rasgó en dos, de arriba abajo; tembló ἐσείσθη la tierra y las rocas
se hendieron. En el momento de la resurrección en Mateo aparece un ángel
que tenía el aspecto como el relámpago, y su vestido blanco como la nieve.
“Los guardias, atemorizados al verlo, se pusieron a temblar ἐσείσθησαν y
se quedaron como muertos”. (Mt 28,4)
Cuando Jesús entra en la ciudad de Jerusalén como Rey, la
ciudad se turbó como en el momento del anuncio de su nacimiento: “El rey
Herodes, al oírlo, se sobresaltó, y con él toda Jerusalén” (Mt 2,3).
¿Quién es este? Es la pregunta que nos tenemos que responder
todos. Que esta Semana Santa nos ayude a comprenderlo en su Misterio. La
multitud hoy lo reconoce como profeta y en la pasión lo dejan solo.
Este Domingo de Ramos es de amargura por el atentado en
Egipto en el que murieron 43 cristianos mientras celebraban el comienzo de la
Semana Santa. Los hijos del Diablo no soportan las alabanzas a Dios y por eso
los mataron. Hoy más que nunca cobran sentido las palabras de Jesús: “Os
digo que si estos se callan gritarán las piedras” (Lc 19,40)
La sangre de estos hermanos en la fe, es semilla de nuevos
Cristianos. Nadie puede contra la Iglesia de Cristo.
“¡Hosanna al Hijo de David!¡Bendito el que viene en nombre del Señor”
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