Confidencias de Jesús a un sacerdote
6 de Agosto de 1975
— Hijo, levántate y escribe de rodillas:
“Dos hechos centran en sí toda la historia del género humano.
El primero es la Creación del hombre y su rechazo de Dios.
Este rechazo de Dios constituye una catástrofe espantosa de gravedad
gigantesca cuyas consecuencias destructivas se perpetuarán en los siglos hasta
el fin de los tiempos.
Los hombres instigados por las oscuras y misteriosas potencias del
infierno, materialistas como son, no tienen ya la percepción de esta
enorme tragedia que ha desbaratado la naturaleza humana hiriéndola mortalmente,
debilitándola y privándola de los dones maravillosos con los que fue creada.
Los hombres ya no tienen conciencia de la inmensa tragedia de la que son
objeto y víctimas, y en la que están envueltos personal y socialmente.
Guerras y revoluciones, epidemias, inundaciones y terremotos, cataclismos,
dolores, sufrimientos tienen ahí su origen y ¿qué son las particulares y
terrenas vicisitudes humanas frente a esta tragedia por la que la humanidad
entera estaba eternamente perdida?
El otro acontecimiento, que también centra en él toda la historia del
género humano es el Misterio de la Encarnación, Muerte y Resurrección del
Verbo.
Obra de la Trinidad Divina, querida por la misma Trinidad como respuesta
eficaz con miras a limitar y circunscribir la obra devastadora de Satanás y
como contra - medida para el rescate de la humanidad y para liberarla de la
tiranía del Maligno.
Sólo Dios podía realizar una obra de redención semejante.
La monstruosidad de esta generación perversa está en ignorar y querer
ignorar el portentoso Misterio de salvación, a través del cual es también
visible el Amor infinito de Dios por la humanidad.
¿Podía, hijo mío, dar un testimonio más grande para la salvación de los
hombres que el provisto con mi Encarnación, Muerte y Resurrección?
¿Podía dar un testimonio más grande que la perpetuación del Misterio de la
Cruz mediante el Sacrificio de la Santa Misa?
¿Puede haber un hecho comparable a éste en todas las historias de los
pueblos de la tierra?
¿Pruebas para creer? ¡No las buscan! De ellas he dado tantas. ¿Milagros
Eucarísticos? Pero ¡cuántos de ellos he realizado en tiempos remotos y en
tiempos actuales!
Hijo mío, no quieren creer, tienen miedo de tener que creer.