Hijos de Mi divino Corazón, antes de comenzar cada reunión,
cada acto religioso público o privado, deseo que se invoque al
Espíritu Santo con la boca y de corazón, para que demandéis Su
acción en lo que vayáis a hacer y no os falte ni Su luz ni Su sabiduría y,
santifique el acto en sí. Yo, Jesús, os hablo.
Esto ya os lo he dicho anteriormente, pero veo
que no siempre lo ponéis en práctica. Sobre todo vosotros sacerdotes que
andáis en un ministerio sagrado debéis invocar al Santo Espíritu para que El os
ayude en vuestras homilías, confesiones, consejos y demás asuntos que
pertenecen a la fe. Yo, Jesús, os hablo.
Vosotros laicos debéis también tener la santa costumbre de
invocar al Espíritu Santo en todo momento, porque Yo os mandé al
Paráclito para que El os supla en donde no alcanzáis y para que una vez
ascendido al Cielo, sea Él quien siga Mi labor. Así pues hijos que deseáis
santificaros por medio de Mi santa doctrina, invocad en todo momento a Mi Santo
Espíritu, incluso cuando Me pedís algo y, El os ayudará a comprender
y a saber esperar que lo que pedís será en el momento más oportuno y necesario
para vuestra santidad, porque nunca El os iluminará erróneamente si tenéis
buena voluntad y buenas disposiciones y nunca os iluminará en contra de la fe
católica. Yo, Jesús, os hablo.
Todo lo que hagáis por el Espíritu Santo, lo hacéis y lo
recibimos las Tres divinas Personas, todo es para las Tres, porque Él es el
Espíritu de Mi Padre y el Mío y, está en plenitud en Nosotros y nosotros somos
uno con El. Yo, Jesús, os hablo.
Los fieles deben acostumbrarse a invocar en las cosas
espirituales al Espíritu Divino. Deben acostumbrarse a invocar y pedir ayuda en
las cosas materiales y cotidianas a sus Santos Ángeles de la Guarda, que muchos
vivís ignorándolos totalmente y ni siquiera sabéis que están a vuestra
disposición para guiaros hacia Dios y limpiaros de todo obstáculo y peligros
que vayan contra la voluntad de Dios. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que
leyendo este mensaje lo pone en práctica.