Hijos Míos, muchos de vosotros habéis retirado de vuestro
hogares las santas imágenes de Mi Madre queridísima, de la Santa Cruz y de
vuestros santos patronos, y lo mismo que los habéis desechado de vuestro
hogares, así los habéis desechado de vuestra almas, viviendo una vida
embrutecida por el placer, por el afán de poseer cada vez más y olvidándoos de
hacer el bien en cualquier circunstancia. Yo, Jesús, os hablo.
Pero según se vive así se recoge, y el que vive en
disipación y en pecado sus frutos serán malos, porque no se recogen uvas
de los espinos (Mt 7,16) Yo, Jesús, os hablo.
Esforzaos por entrar por la puerta estrecha de la vida (Mt
7,13), es decir, esforzaos por amar la pobreza y la carestía, esforzaos por
vivir en disciplina y austeridad, pero no, vosotros no vivís el Evangelio
y estáis cada vez más embrutecidos por el pecado que anida en vuestras almas en
dimensiones atroces, porque tenéis toda clase de pecados. Yo, Jesús, os hablo.
Educáis de la misma forma a vuestros hijos que antes de que
tengan uso de razón ya son egoístas y no comparten, se diría que sois
hijos de los demonios por la vida que algunos tenéis, y no sabéis que si hasta
vuestros cabellos están contados (Mt 10,30), vuestros minutos y segundos
también lo están y, que tendréis un día que morir dejando esta vida y todo
vuestro afán de placer y de felicidad engañosa. Yo, Jesús, os hablo.
No dais culto a Dios, no practicáis ningún sacramento, no
vivís la moral cristiana, os influye tanto el mal de esta sociedad que todo lo
bueno que oís os resbala. Hijos, tratad de reflexionar y de decidir que tenéis
que cambiar de vida, porque cuando lleguéis al final, podéis perder el alma
eternamente, y porque quien vive en el bien recoge frutos de bieny aun
hasta el sufrimiento o prueba que tenga le sirven para santificarse. Yo, Jesús,
os hablo y os advierto.
Enmendaos hijos, enmendaos, si volviera a venir a este mundo
mi mensaje seria el mismo que os digo por medio de Mis almas pequeñas, Mis
instrumentos, así que hijos,¡enmendaos, enmendaos! volved el rostro a Dios
Altísimo y tratad de vivir en una moral santa que no os contamine ni a vosotros
ni a los de vuestro entorno. Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os hablo.