Poco antes de morir, San Francisco de Asís reunió a sus seguidores y les advirtió de los problemas venideros, diciendo:
1. Sean fuertes, mis hermanos, tomen fuerza y crean en el
Señor. Se acerca rápidamente el tiempo en el que habrá grandes pruebas y
tribulaciones; abundarán perplejidades y disensiones, tanto espirituales como
temporales; la caridad de muchos se enfriará, y la malicia de los impíos se
incrementará.
2. Los demonios tendrá un poder inusual; la pureza
inmaculada de nuestra Orden y de otras, se oscurecerá en demasía, ya que habrá
muy pocos cristianos que obedecerán al verdadero Sumo Pontífice y a la Iglesia
Romana con corazones leales y caridad perfecta. En el momento de esta
tribulación un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al Pontificado, y
con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte.
3. Entonces, los escándalos se multiplicarán, nuestra Orden
se dividirá, y muchas otras serán destruidas por completo, porque se aceptará
el error en lugar de oponerse a él.
4. Habrá tal diversidad de opiniones y cismas entre la
gente, entre los religiosos y entre el clero, que, si esos días no se
acortaren, según las palabras del Evangelio, aun los escogidos serían inducidos
a error, si no fuere que serán especialmente guiados, en medio de tan grande
confusión, por la inmensa misericordia de Dios.
5. Entonces, nuestra Regla y nuestra forma de vida serán
violentamente combatidas por algunos, y vendrán terribles pruebas sobre
nosotros. Los que sean hallados fieles recibirán la corona de la vida, pero ¡ay
de aquellos que, confiando únicamente en su Orden, se dejen caer en la
tibieza!, porque no serán capaces de soportar las tentaciones permitidas para
prueba de los elegidos.
6. Aquellos que preserven su fervor y se adhieran a la
virtud con amor y celo por la verdad, han de sufrir injurias y persecuciones;
serán considerados como rebeldes y cismáticos, porque sus perseguidores,
empujados por los malos espíritus, dirán que están prestando un gran servicio a
Dios mediante la destrucción de hombres tan pestilentes de la faz de la tierra.
Pero el Señor ha de ser el refugio de los afligidos, y salvará a todos los que
confían en Él. Y para ser como su Cabeza [Cristo], estos, los elegidos,
actuarán con esperanza, y por su muerte comprarán para ellos mismos la vida
eterna; eligiendo obedecer a Dios antes que a los hombres, ellos no temerán
nada, y han de preferir perecer antes que consentir en la falsedad y la
perfidia.
7. Algunos predicadores mantendrán silencio sobre la verdad,
y otros la hollarán bajo sus pies y la negarán. La santidad de vida se llevará
a cabo en medio de burlas, proferidas incluso por aquellos que la profesarán
hacia el exterior, pues en aquellos días Nuestro Señor Jesucristo no les
enviará a éstos un verdadero Pastor, sino un destructor.”
Obras del Seráfico Padre San Francisco de Asís, Washbourne,
1882, pp 248-250.