TÚ SABES QUE YO TE AMO
Confidencias de Jesús a un sacerdote
24 de noviembre de 1975
Hijo, escribe cómo quiero Yo a mis obispos, a mis sacerdotes
y a mis fieles.
Si los de esta generación no aceptan la transformación de su
vida que desde hace tiempo y con tanta insistencia he pedido, entonces me
proveeré Yo a la necesaria reforma de vida.
A Mí los medios no me faltan; si no se proveen ellos a
conformarse a la voluntad divina, proveeré Yo a fin de que el divino querer sea
cumplido.
Os maravilláis, al leer en la Biblia de la dureza de corazón
de los sacerdotes y de los doctos del pueblo de Israel; pero vosotros no lo
sois menos que ellos. ¿Tardos y duros de corazón qué esperáis todavía? ¿No os
han bastado los signos que os fueron dados?
Yo quiero a mi Iglesia hecha nueva, purificada de la
suciedad de la que está actualmente invadida.
No os engañéis. Os repito que soy el Dios de la
Misericordia, pero, de mi Misericordia ¿qué habéis hecho? ¿Por qué no queréis
entender que en Mí, Misericordia y Justicia son la misma cosa?
No tenéis el poder de destruir mi Justicia, como tampoco el
poder de destruir el Infierno del que ya no queréis oír hablar.
¿Acaso dejo Yo de ser la Misericordia cuando, por Justicia
soy obligado a excluir de la Casa de mi Padre a los réprobos, a los
impenitentes? ¿Y qué Juez sería Yo si diera el mismo veredicto a los buenos y a
los malos?
Entonces, anulada la justicia, según vuestro pecaminoso modo
de razonar, se debería anular también el Juicio, tanto particular como
universal, y se debería también admitir que la vida terrena no es tierra de
exilio, ni tiempo de prueba y las cosas deberían continuar así como están, No
habría tampoco la separación del trigo bueno de la cizaña, ni de los réprobos
de los justos. Mis enseñanzas estarían infectadas de errores...
La voluntad de Dios
No, hijo mío, Yo no puedo errar. Os habéis dado tal modelo
de vida que contrasta con mi doctrina y con mis ejemplos.
Yo soy el Camino. El que quiera venir detrás de Mi, obispos,
sacerdotes, fieles, deben seguirme.
En un anterior mensaje "El camino” se dice claramente:
"Yo he iniciado con la humildad, con la pobreza, con la obediencia a mi
Padre, usque ad mortem”[25]
"Yo me he adaptado a la divina voluntad del Padre, pero
¿quien trata hoy de cumplir la voluntad de Dios?
Ni siquiera se trata de conocerla.
¿Cómo pues deben ser mis pastores, mis sacerdotes y mis
fieles? ¿Pero hay algo más limpio y más claro en mi Evangelio? Sin embargo no
ven, oscurecidos por la soberbia o por una y la otra de las dos
concupiscencias.
Vengo a la luz de esta vida terrena; mis Ángeles no van a
comunicarlo a los poderosos y a los ricos de la
tierra, sino a los pastores, gente humilde y casta, gente justa y honesta.
Los pastores vienen a ofrecerme su saludo, a darme su amor.
Nacido en acto de infinita humildad, alrededor mío he
querido a los simples, a los humildes y a los puros de corazón. Así quiero a
mis obispos, a mis sacerdotes, a mis fieles, y así serán en la Iglesia
purificada.
Mi Padre me ha dado a José como Padre legal, el hombre
justo.
¿Qué quiere decir hombre justo? Hombre santo que practica la
justicia, hombre humilde, hombre puro.
Pero si los obispos y mis sacerdotes quisieran reflexionar
un poco, deberían entender claramente lo que Dios quiere de ellos.
Simplicidad y pureza
No hablo de mi Madre, Reina de todas las virtudes, de mi
Madre que única entre todas las mujeres, y bendita entre todas, fue hecha
partícipe (en el modo precisado en mensajes anteriores) de mi Sacerdocio. Ella
es por tanto modelo de todas las virtudes para obispos y sacerdotes.
¡Como fue mi Madre, así deberían serían ser todos mis
obispos y mis sacerdotes!
Bastaría meditar para aprender.
Entre mis Apóstoles hubo uno particularmente predilecto,
Juan. Tuvo las confidencias de mi Corazón misericordioso. La humildad, la
simplicidad y la pureza de Juan raptaron mi Corazón.
Entre mis apóstoles otro de corazón soberbio y de espíritu
impuro, a pesar de mi Misericordia acabó desesperado en el Infierno. No quiso
acoger los impulsos de mi amor y de mi misericordia sino que escuchó la voz
insidiosa de las más torpes pasiones.
Y luego, ¿quiénes fueron los santos? Fueron mis verdaderos
amigos.
Podría continuar citando mis enseñanzas con relación a esto,
para traer a tu memoria hechos y ejemplos pero considero esto suficiente.
Te bendigo, hijo mío. Ofréceme tus sufrimientos para unirlos
a los míos para que se haga luz en el espíritu de quien vive en las tinieblas.
25 de noviembre de 1975
¿Cuál es la flor más bella del Paraíso y de la tierra?
¿Cuál es, hijo mío, la obra más bella de la Creación?
¿Cuál es, hijo mío, lo que mayormente es querido a la
Trinidad Divina?
Es el Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra Madre, objeto
del amor eterno de Dios, Uno y Trino.
Pues bien, de lo que le es más querido a su Corazón, Dios ha
querido hacer don a vosotros.
Flor estupenda y fragante, tiene en sí los perfumes de todas
las virtudes, flor que no tiene competencia ni en el Cielo ni en la tierra,
tanto se separa por su belleza de los Ángeles y de todas las criaturas de la
tierra.
Dios la ha mirado a Ella desde siempre, Dios la ha amado y
la ha hecho objeto de sus complacencias desde siempre; Dios la ha querido junto
a Él para la realización de su infinito proyecto de amor. La ha hecho
Corredentora, Madre, Reina, la ha hecho poderosa.
Ante Ella se someten las jerarquías angélicas y las
generaciones humanas la llaman Bienaventurada.
Dios ha amado a los hombres hasta el punto de dar por ellos
a su Hijo y después del Hijo, la Madre. Pero los hombres no siempre han demostrado
y demuestran haber entendido el don de Dios.
Flor hecha de candor inmaculado, de pureza, de amor, de
generosidad. Flor única en el Cielo y en la tierra, nunca habrá otra igual.
Ella es la verdadera obra maestra de Dios, comparada con la cual todo está
descolorido y todo es poco.
Pues bien, esta Madre tiene una capacidad de amor que no
tiene límites. Los que no admiten esto, porque dicen que no creen en las
numerosas intervenciones de Mi Madre en favor de la Humanidad peregrinante en
la tierra, no saben lo que es el amor; su corazón es árido, su mente está
oscurecida hasta el punto de no ver.
No conocéis el Amor
Ya te dije que fe, esperanza y amor no pueden estar nunca
separadas; son (un poco como las Personas de la Santísima Trinidad) distintas
pero unidas por ser una en tres. ¿Cómo podría ser de otra manera? Son virtudes
sobrenaturales participadas al alma de todo cristiano por Dios mismo, por lo
que el cristiano se hace hijo de Dios, partícipe de Su naturaleza y por tanto
semejante a Dios.
Pobres hijos míos, pobres sacerdotes qué mísera vida es la
vuestra ¡no conocéis el amor! Qué triste vida es la vuestra; ¡no conocéis la
causa motriz de la alegría, de la esperanza! No conocéis la fuerza que hace
vencer las pruebas y las dificultades; ¡qué corrupta naturaleza es la vuestra!
Mundo y Demonio ponen continuamente obstáculos en vuestro
camino; por eso estáis frecuentemente por los suelos. ¿Porqué estáis
intranquilos y rebeldes? Porque donde no hay amor hay resentimiento que
degenera, aún en ministros míos, no pocas veces en odio.
No hijos, no hay zonas neutrales o se está en el área del
amor infinito de Dios o se está en el área del Enemigo de Dios y del hombre, es
decir de Satanás.
Por lo tanto, no creer o incluso sólo dudar de las numerosas
intervenciones mías y de mi Madre en favor de la Humanidad (intervenciones
siempre realizadas según la necesidad de los tiempos) es como negar la esencia
de Dios que es amor, y la realidad de la Flor más bella de la tierra y del
cielo, que es el Corazón Inmaculado de mi Madre.
El amor tiende necesariamente al objeto amado, el amor se
vuelca sobre el objeto amado. No entender esto es no entender la naturaleza del
amor.
Ya he lamentado el comportamiento de la Jerarquía sobre este
punto al que no se le ha dado la necesaria importancia. No se ha indagado
suficiente ni objetivamente. Los juicios dados por muchos Obispos han estado
condicionados por miedos, por temores personales, el miedo a comprometerse
etc.. No se ha buscado la verdad, sólo la verdad, despojándola de todo elemento
extraño. Siempre el terrible yo aflora en todas las acciones, el miedo a la
responsabilidad; en fin, ellos mismos primero, los intereses de Dios y de las
almas después...
¡Cuánto tiempo perdido, cuántas almas obstaculizadas,
cuántas condenas injustas! ¡De cuánto bien han sido privadas tantas almas! Es
tremenda la responsabilidad de los que tienen autoridad de indagar, de juzgar
con verdad y justicia y no con cobardía e injusticia. Con mentira se comportan
cuando anteponen su propia persona a los verdaderos intereses de Dios. Con
injusticia se causa daño a las almas con injustas condenas.
Amor sin medida
Hijo, quisiera hacerte comprender con una comparación el
grandioso plan de amor de tu Señor:
Imagina unos padres que tienen un único hijo al que aman
locamente y forma el objeto, la finalidad de su vida. Pues bien, un día se les
pide dar ese hijo para salvar de la muerte a otras muchas criaturas humanas.
Estos padres aun amando con un amor indescriptible al hijo,
firman ellos mismos su muerte. El hijo, que a su vez ama desmesuradamente a sus
padres, consiente sacrificarse por tantos hermanos suyos. Amor sin medida del
padre y de la madre por el hijo, amor sin medida del padre y de la madre por los
condenados a morir sin el sacrificio del hijo, amor sin medida del hijo por sus
padres y por sus hermanos menores que salvar.
El Amor tiende a dar y a darse, Dios ama infinitamente al
Hijo y lo da por la salvación de la Humanidad, el Hijo ama infinitamente al
Padre y acepta morir por la humanidad.
El Padre celestial y la Virgen aman respectivamente a su
Hijo y lo dan por la salvación de los hombres.
El amor del Hijo por el Padre celestial y por los hombres se
encuentra en su Corazón misericordioso así como el amor de mi Madre y vuestra
por Dios Uno y Trino y por vosotros se encuentra en su Corazón Inmaculado. Pero
¿qué saben de este misterio de amor mis incrédulos sacerdotes?
¡He aquí su aridez espiritual, he aquí porqué no quieren
sufrir! El sufrimiento es el alma del amor...
Esto sí lo han entendido las almas víctimas. Pero los
sacerdotes ¿qué saben de esto y qué cosa tienen para dar a las almas si están
privados del amor?
¿Qué cosa tienen para dar sino a sí mismos? He aquí porqué
se buscan siempre a sí mismos, aunque hablan hipócritamente con palabras de
amor. Sus palabras rebuscadas serán siempre frías y privadas de cualquier
fuerza de penetración. Son unos mercenarios que no hacen nada sin contentarse a
sí mismos, que no saben qué cosa quiere decir adecuarse a la voluntad divina,
ya que esto exige amor.
Son egoístas. Por fuerza: son orgullo, por lo tanto egoísmo;
son mercenarios que en un mañana próximo, cuando los lobos entren en medio de
la grey para descuartizar a las ovejas, huirán a millares, dejando detrás de sí
sólo ruinas.
Traicionarán a Dios y a los hermanos; no verán sino a sí
mismos.
¿Cómo podrían amar si nunca han conocido el amor? Y esto es
por culpa de ellos, hijo, por su culpa, porque han dejado caer en el vacío los
impulsos de mi Gracia.
Qué tremenda visión, qué zona oscura son estos sacerdotes
míos, hijos de mi Iglesia. ¡Cuánto frío y hielo en torno a ellos!
"Qui non diligit manet in morte"[26]. Están
sí, en la muerte porque el alma sin amor esta muerta; están en la oscuridad
tanto por no ver, como por no creer lo que las almas simples ven y creen; son
peso muerto para mi Iglesia, son miembros gangrenados de mi Cuerpo Místico, son
un sufrimiento y un daño incalculable para ellos y para las almas. Son
sarmientos separados de la vid, son como la higuera maldita que producía sólo
hojas y nunca frutos.
¡Pobres hijos! Orgullo y presunción los han hecho perder el
camino firme, son incapaces de ascender hacia las conquistas del bien, no
tienen la fuerza de subir a la cumbre de la Santa Montaña.
Es necesario despertarlos de ese sueño de muerte por el que
están atenazados.
— ¿Cómo, oh Señor?
“Hijo mío, lo sabes: ¡humildad, oración, y sufrimiento!
Con la humildad se abate la soberbia, con el sufrimiento se
enciende el fuego, con la oración se constriñe a Dios a la Piedad y a la
Misericordia.
Hijo, he aquí porqué quiero que los Obispos intenten dar
vida en las Parroquias a la institución de mis amigos, a la "Pía Unión
Amigos de Jesús Eucaristía”. Deben comprender que ésta es una cuestión de fe y
de amor. Es mucho más importante que tantas otras actividades encender el fuego
del amor, encender los braseros de fe y de caridad.
En todas partes es posible, no importa el número de los que
se adhieran, importa que en todas las parroquias, los amigos de Mí presente en
el Misterio de la fe y del amor, se conviertan en mis aliados para salvar a las
almas en peligro.
Es necesario para que en la hora de las tinieblas que se
avecina, las almas de los fieles sepan dónde pueden templarse y alimentarse y
tengan un punto seguro para no perderse en la oscuridad de la noche.
Cuesta poco, por eso háganlo mientras tienen tiempo. Ahora
basta hijo, quien tenga oídos para oír que oiga.
Te bendigo, ofréceme tus sufrimientos, estáte Conmigo. Esta
noche te has desvelado y me has consolado con tu amor.
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