"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
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Presentamos la Asociación por las Almas del Purgatorio. 
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Por RORATE CÆLI -23/11/2014


miércoles, 20 de abril de 2011

596
Miércoles santo. El mayor de los mandamientos y el óbolo de la viuda. Los discursos sobre los escribas y fariseos, sobre el Templo nuevo, sobre los últimos tiempos.


Jesús -todo blanco hoy con su túnica de lino- entra en el Templo, que tiene aún más gente que en los días precedentes.
Hace bochorno.
Va al Atrio de los Israelitas, a adorar, y luego a los pórticos, seguido por mucha gente. Otros ya han cogido los mejores lugares, bajo los pórticos, y son, por lo general, gentiles, los cuales, no pudiendo superar el primer patio, no pudiendo ir más allá del Pórtico de los Paganos, han aprovechado el hecho de que los hebreos han seguido a Cristo para tomar posiciones favorables.
Pero un grupo muy numeroso de fariseos los descompagina - siempre se muestran igualmente arrogantes- abriéndose paso con desconsideración para acercarse a Jesús, que está inclinado hacia un enfermo. Esperan a que lo cure, luego le mandan a un escriba para que le haga unas preguntas.
Verdaderamente había habido antes entre ellos una breve disputa, porque quería haber ido uno, Joel llamado Alamot, a preguntarle al Maestro. Pero un fariseo se había opuesto, sostenido por los otros que decían:
-No. Sabemos que estás de la parte del Rabí, aunque sea secretamente; deja que vaya Urías...
-Urías no - había dicho otro escriba, joven, al que no he visto nunca - Urías habla demasiado bruscamente. Haría que la gente se agitara. Voy yo.
Y sin prestar oídos ya a las protestas de los otros, se había acercado al Maestro, justo en el momento en que Jesús estaba despidiendo al enfermo con estas palabras: -Ten fe. Estás curado. Esta fiebre y este dolor no volverán nunca.
-Maestro, ¿cuál es el mayor de los mandamientos de la Ley?
Jesús, que lo tenía a sus espaldas, se vuelve y lo mira. Una luz tenue de sonrisa ilumina su rostro. Luego levanta la cara-tenía la cabeza algo agachada, pues el escriba es de baja estatura y además está inclinado en actitud reverente- y recorre con su mirada la multitud; se fija en el grupo de los fariseos y doctores y descubre la cara pálida de Joel, semiescondido tras un grueso fariseo envuelto en su pomposo manto. Su sonrisa se acentúa. Es como una luz que vaya a acariciar al escriba honesto.
Luego baja de nuevo la cabeza y mira a su interlocutor. Responde:
-El primero de todos los mandamientos es: "Escucha, Israel: el Señor Dios nuestro es el único Señor. Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas"(Deuteronomio 6, 4-5). Éste es el primero y supremo mandamiento. El segundo es semejante a éste es: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"(Levítico 19, 18). No hay mandamientos mayores que éstos, que encierran toda la Ley y los Profetas.
-Maestro, has respondido con sabiduría y verdad. Así es. Dios es Único y no hay otro dios aparte de Él. Amarlo con todo el propio corazón, con toda la propia inteligencia, con toda el alma y todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale mucho más que cualquier holocausto y sacrificio. Pienso mucho en esto cuando medito las palabras davídicas: "No te agradan los holocaustos; el sacrificio a Dios consiste en un espíritu contrito" (Salmo 51, 18-19).
-No estás lejos del Reino de Dios porque has comprendido cuál es el holocausto que agrada a Dios.
-¿Pero cuál es el holocausto más perfecto? - pregunta rápidamente y en voz baja el escriba, como si estuviera diciendo un secreto. Jesús resplandece de amor dejando caer esta perla en el corazón de este que se abre a su doctrina, a la doctrina del Reino de Dios, y, inclinado hacia él, dice:
-El holocausto perfecto es amar como a nosotros mismos a aquellos que nos persiguen, y no tener rencores. El que hace esto poseerá la paz. Está escrito: los mansos poseerán la Tierra y gozarán de la abundancia de la paz. En verdad te digo que el que sabe amar a sus enemigos alcanza la perfección y posee a Dios.
El escriba lo saluda con deferencia y regresa a su grupo, que, en voz baja, le censura por haber alabado al Maestro, y con ira le dicen:
-¿Qué le has preguntado en secreto? ¿No será que también te ha seducido a ti?
-He sentido al Espíritu de Dios hablar por su boca.
-Eres un necio. ¿Es que crees que es el Cristo?
-Creo que lo es.
-¡En verdad, dentro de poco veremos vacías de nuestros escribas nuestras escuelas, y los veremos ir errabundos detrás de ese Hombre! ¡Pero dónde ves en Él al Cristo!
-¿Dónde?, no lo sé. Sé que siento que es Él.
-¡Loco!
Le vuelven, inquietos, las espaldas.
Jesús ha observado el diálogo, y, cuando los fariseos pasan por delante de Él en grupo compacto para marcharse inquietos, los llama y dice:
-Escuchadme. Quiero preguntaros una cosa. Según vosotros, ¿qué os parece?, ¿de quién es hijo el Cristo?(...)

Parte de uno de los preciosos relatos, de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, revelados por El Señor a María Valtorta, cuyo contenido se encuentra en los maravillosos libros: Poema del Hombre-Dios

Leer más en: Preparación a la Pasión de Jesús

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