"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
http://kyrieokumbaya.blogspot.com.es/

Presentamos la Asociación por las Almas del Purgatorio. 
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Por RORATE CÆLI -23/11/2014


lunes, 3 de junio de 2013

Posturas frente al Santísimo Sacramento


Sobre las posturas Corporales

Cuando estamos ante el Señor, en Su Presencia, hemos de arrodillarnos. Arrodillarse, por un lado, es un acto de humildad, es reconocerse criatura ante el Creador, que ante Dios uno es tan pequeño. Quedarnos parados ante Él, salvo que tenga un real impedimento para arrodillarme, es ponerme ante Dios “de igual a igual”, es no querer “humillarme”, es fruto o de una gran inconsciencia o de una gran soberbia.

Arrodillarse ante el Señor es además un acto de fe: si me arrodillo, es porque verdaderamente creo que Él está allí Presente. Los católicos, decía el Papa Benedicto XVI, «nos arrodillamos ante Dios, ante el Santísimo Sacramento, porque sabemos y creemos que en Él está presente el único Dios verdadero, que ha creado el mundo y lo ha amado hasta el punto de entregar a su Hijo único (Ver Jn 3, 16).» (S.S. Benedicto XVI) Así, pues, nos ponemos de rodillas en la presencia de la Hostia consagrada, porque reconocemos que lo que aparece ante nuestros ojos como pan ha dejado de ser pan común luego de la consagración: desde ese momento es Cristo, en su Cuerpo y en su Sangre, ¡Dios-con-nosotros!

Debemos cuidarnos de no andar mirando a los demás y juzgar o condenar en nuestro corazón a quien no se arrodilla. No conocemos el motivo por el que no se arrodilla. Si nos toca, eduquemos con paciencia, con delicadeza. Pero sobre todo, cada cual debe mirarse a sí mismo y, si acaso no suele arrodillarse en los momentos indicados, cuestionarse sobre sus motivos: ¿Es por desconocimiento, porque nadie me enseñó? ¿Es porque me incomoda o duelen las rodillas? ¿Es porque me ensucio? ¿Es porque “yo no me arrodillo ante nadie”? ¿Es porque tengo un impedimento físico?

La única razón válida para no arrodillarse es por alguna incapacidad física real. En esos casos, la Iglesia enseña que uno puede permanecer de pie (o sentado, si no puede estar de pie) y, hacer una reverencia o inclinación de cabeza. Pero quien no tenga ningún impedimento físico, ¡arrodíllese ante el Señor! ¡Que doblegue cualquier resquicio de soberbia! ¡Que manifieste su fe! Y ante el pasajero dolor o incomodidad que te pueda producir de momento, recuerda que el Señor por ti se destrozó las rodillas cuando camino al Calvario cayó varias veces con la Cruz a cuestas. ¿Que se hace muy largo? ¡Recuerda que el Señor estuvo clavado tres horas en la Cruz, sufriendo indeciblemente por ti! ¿Que te ensucias? ¡Recuerda que el Señor mordió el polvo por ti!

La genuflexión

Al ingresar en una iglesia en la que desde lejos se ve el Tabernáculo y la luz roja encendida, indicando que allí está realmente presente el Señor, o al entrar en una capilla en la que se reserva el Santísimo, nuestro saludo consiste en hacer una genuflexión mirando al Sagrario. Genuflexión quiere decir “flexionar o doblar la rodilla”. En concreto, flexionamos las rodillas hasta tocar el suelo con la rodilla derecha. Este saludo al Señor debe ser bien hecho, es decir, no a medias ni a la rápida, sino hasta hincar verdaderamente la rodilla en el suelo, saludando interiormente al Señor. Lo mismo hacemos al despedirnos del Señor, antes de salir de su Presencia.

Es costumbre que no se debe perder el hacer la genuflexión cada vez que uno pasa delante del Sagrario, por ejemplo, cuando en la Misa alguien tiene que hacer una de las lecturas y en su camino tiene que pasar delante del Tabernáculo. O cuando estamos visitando alguna iglesia y pasamos delante del Sagrario o del Santísimo expuesto. Cuando el Santísimo se va a exponer, el saludo se hace arrodillándonos completamente por un instante (con las dos rodillas en el suelo, se entiende), e inclinando levemente la cabeza cuando estamos arrodillados.