Hijos Míos, esta Humanidad pecadora ha llegado a rebosar la
copa y Mi paciencia ha llegado a un límite, porque si no es así la corrupción y
el pecado llegarían a unas dimensiones que sería este planeta un Infierno. Yo,
Padre Eterno, os hablo.
Hijos Míos, Soy vuestro Padre Celestial y así os lo enseñó
Mi divino Hijo, a quien apenas adoráis, a quien apenas meditáis, y a quien
apenas imitáis. Yo os digo, que todo aquel que ignora a Mi Hijo, que pasa de Él
y de Su doctrina, pagará muy cara su indolencia, porque perderá eternamente la
felicidad. Yo, Padre Eterno, os hablo.
Hijos de Mis entrañas, debéis haceros propósitos firmes de
enmendaros, de ser más buenos, de mejorar vuestras conductas, y sobre todo, de
amaros menos a vosotros mismos, porque vuestro amor propio os puede hacer
llegar a perder el alma, puesto que no os doblegáis a razonamientos y en
vosotros prevalecen vuestros criterios contaminados, criterios
influenciados por Satanás, criterios mundanos, materializados y criterios
totalmente opuestos a la doctrina y vida de Mi Hijo. Yo, Padre Eterno, os
hablo.
Os hablo movido por el amor inmenso que Me producís veros
tan extraviados, tan ciegos por el vicio y el materialismo. No os preocupan
vuestras almas y las ignoráis. Solo vivís por y para el cuerpo, pensando en
disfrutar deleites y cosas que aunque muchas sean lícitas, os eclipsan las
verdades eternas y la doctrina sabia e imperecedera de Mi divino y santo Hijo.
Por eso os pido que os enmendéis, os aviso antes de enviaros un terrible
castigo, castigo que no alcanzareis a saber que será ni cómo será, pero si no
os enmendáis os digo que el castigo que os sobrevenga no tendrá precedente en
la historia de la Humanidad, porque tampoco tiene precedente en la historia de
la Humanidad las dimensiones y el protagonismo que ha tomado el pecado y la
corrupción. Yo, Padre Eterno, os hablo.
Por tanto, vosotros que también sois padres, enmendaos
aunque solo sea por salvar a vuestros hijos de tanto mal, porque los niños son
inocentes y vosotros debéis protegerlos de todo mal, y ninguna mejor protección
que uniros a mi divino Hijo, darle el culto que se le debe por ser Él quien es
y cumplir los mandamientos. Yo, Padre Eterno, os hablo y os
advierto. Alabado y bendecido sea por siempre Mi divino Hijo y Su Santa Madre
María.
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