"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

https://www.youtube.com/watch?v=aHCHbn4abhk&t=145s






LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

 click en imagen

Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
http://kyrieokumbaya.blogspot.com.es/

Presentamos la Asociación por las Almas del Purgatorio. 
¡Inscribe a las tuyas! ¡Reza por todas!
Por RORATE CÆLI -23/11/2014


jueves, 23 de marzo de 2017

23/03/17



Herodes se alegró mucho de ver a Jesús, pues deseaba verlo hacía mucho tiempo, porque había oído muchas cosas sobre él y esperaba verle hacer algún milagro. Le preguntó con mucha locuacidad, pero él no le respondió nada (Lc. 23, 8-9).

La Sagrada Pasión de nuestro Señor Jesucristo

Queridos hermanos, nuestro Señor Jesucristo calló la mayor parte del tiempo ante sus inicuos jueces. No se defendió contra las falsas acusaciones de los judíos. Ante el arrogante Anás, Jesús es sujetado y abofeteado; en presencia de Caifás, el Señor es condenado por blasfemos; ante Pilato, corrompido al igual que el pueblo, es acusado; del extravagante  Herodes sufre el escarnio y mofa.

¿Por qué ante tales injurias y falsedades calló el Señor? ¿Por qué no realizó ningún milagro ante Herodes que tanto lo deseaba, y sin embargo guardó el más absoluto silencio? Porque el Verbo no se encarnó para atraerse los honores del mundo a través de milagros y de hechos portentosos, aunque realizó los que tuvo que hacer. Se encarnó para redimirnos del pecado afrontando su cruel muerte en Cruz. Con Su Pasión y muerte nos ha reconciliado con el Padre eterno, al mismo tiempo que se hacían  amigos Herodes y Pilatos. Mientras el Redentor ofrecía voluntariamente su vida por la salvación  de las almas, sus acusadores se unían en amistad.

Sabemos ya todo lo que aconteció después.

La Sagrada Pasión de nuestro Señor Jesucristo actualizada

Pero…, aquellos jueces inicuos, aquella interesada amistad de los acusadores, el juicio injusto, todo, tiene hoy lugar. Los mismos hechos, la misma Víctima inocente y purísima, pero los acusadores y jueces han tomado el relevo a aquellos del Santo Evangelio. El Señor ante el nuevo tribunal y jueces sigue callando. Es vituperado, escarnecido, humillado, abofeteado, escupido. Lo que tenía que decir ya lo ha dicho, pues todo está previsto desde el Principio, nada se escapa a la Providencia divina, a los inescrutables designios de la Santísima Trinidad.

El Señor escucha en silencio las acusaciones, los reproches, los insultos, las provocaciones. Es la misma escena. Todo se hace presente. Es el eterno presente de Su Sagrada Pasión que se actualiza cada día.

¿Por qué nos das una Ley que no podemos ni queremos cumplir? Tus mandatos son una carga para muchos, no podemos ni queremos seguirlos. Nosotros, los hombres, pondremos nuestras propias normas acomodadas a nosotros mismos, a nuestros gustos y deseos. No más prohibiciones. No más mandatos. No más sacrificios, ni penitencias, no más ayunos y abstinencias. No más limitaciones a la sexualidad. Ante las acusaciones y reproches, Jesús calla.

¿Por qué vamos a estar sometidos a una tradición que nos dice lo que hemos de hacer y decir, sin dejarnos libertad para decidir? Queremos ser nosotros mismos los dueños y señores de nuestros actos y de nuestras palabras. Lo pasado, pasado está. Lo que en otro tiempo fue conveniente no lo es ahora. No queremos estar sujetos a lo que otros hicieron y dijeron. Nosotros somos la tradición, nosotros decidimos nuestro destino  sin depender de ninguna herencia anterior. Nos estamos sujetos a nada, sólo a nuestra voluntad y querer. Ante las acusaciones y reproches, Jesús calla.

No admitimos que haya un solo camino de salvación para el hombre. Éste es libre para elegir su destino; su inviolable conciencia le dicta cómo ha de actuar, qué ha de hacer y qué ha de creer. Ninguna creencia es superior a otra. La multiforme realidad del hombre requiere una multiforme manifestación de sus creencias, credos y formas de vida. Ante las acusaciones y reproches, Jesús calla.

Los acusadores siguen increpando al Señor. No quieren estar sometidos a más palabra que la propia humana, ni a más moral que la que le dicta la propia conciencia. No limitarán los propios deseos, que han de ser satisfechos. Su nuevo dios será su vientre y su lujuria.

El Señor está solo, hoy como entonces. Sus discípulos huyeron atemorizados y acobardados. Pedro le negó tres veces antes de cantara el gallo. Sólo la Santísima Virgen María y el apóstol amado permanecieron fidelísimos sin temor a los acusadores. Y aunque no estuvieron cerca de él en los juicios, lo estuvieron espiritualmente, sí estuvieron al pie de la santa Cruz. La Crucifixión se renueva constantemente, desde hace más de  dos mil años. Los sayones siguen martilleando los clavos que atraviesan la purísima y blanquísima carne de Jesucristo. Su preciosísima Sangre sigue fluyendo a través de las manos del sacerdote,  cae sobre mantel y salpica el suelo del altar, y es pisado por el sacrificador.

Pero, ¿nadie ve la preciosísima Sangre? ¿Ningún sacerdote se percata de ella? ¿Nadie oye el atronador e insoportable ruido del incesante martilleo? ¿Están todos sordos y ciegos? También están mudos. Nadie se estremece ante el silencio de Jesús que calla antes sus acusadores; pero su silencio los acusa y desenmascara: lo que he dicho, dicho está para ser cumplido fielmente para quienes quieren salvar su alma.

Queridos hermanos, la Sagrada Pasión de nuestro Señor Jesucristo no es un hecho simplemente histórico; es una realidad que está presente más allá del tiempo; es la constante verdad que permanece en la Iglesia. Es la verdad de la Iglesia que nunca podrá ser olvidada, ni apartada de su más íntimo ser. La Sagrada Pasión no puede relegarse, ni olvidarse por un decreto del hombre, es la realidad acusadora del pecado de quienes acusan al Señor, de quienes callan ante la injusticia al inocente, de quienes se esconden, de quienes hoy como ayer traicionan a Jesucristo.

El Señor calla porque todo ya lo ha dicho. Lo que tenía que decir a favor de la salvación de las almas, por la que dio su vida en la santa Cruz, ya está dicho. Sólo queda por parte del hombre cumplir lo establecido por el Redentor exactamente y fielmente. Está todo contenido en la Tradición de la Iglesia, en su Magisterio, en el Depósito de la fe que hemos recibido y tenemos la sagrada obligación de transmitir. Ahí está todo lo que el Señor  ha legado a Su  Iglesia para la propia santificación,  y para que sea manifestado al mundo, y éste se pueda salvar.

En el Calvario, al pie de la Cruz, estaban la Santísima Virgen María y el apóstol amado. Pero ahora, hoy, hay uno más, quien escribe estas líneas. Hoy en el Calvario estamos tres almas que no queremos separarse nunca de la Cruz del Redentor. Tres almas que confiesan que sólo hay un Dios verdadero, el Dios de Jesucristo; que confiesan que sólo hay una verdadera Iglesia, la católica,  la fundada por Jesucristo y de la que es su Cabeza, y cuya Tradición y Magisterio seguirán siempre; que confiesan que sólo hay una verdadera fe, la católica.

Ha llegado el momento de la Sagrada Pasión; va a tener lugar el juicio injusto y las acusaciones falsas. Me dirijo al altar del Sacrificio. La santa Tradición me recuerda: ¡Sacerdos! Celebra Missam ut primam, ut unicam, ut ultimam.

Ave María Purísima.

Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa




No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admiten comentarios que sean descalificativos e irrespetuosos. Estos mensajes serán eliminados o sujetos a moderación.