"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
http://kyrieokumbaya.blogspot.com.es/

Presentamos la Asociación por las Almas del Purgatorio. 
¡Inscribe a las tuyas! ¡Reza por todas!
Por RORATE CÆLI -23/11/2014


jueves, 16 de agosto de 2012

jueves, 16 de agosto de 2012
Reflexión del Mensaje del 2 de Agosto de 2012 en Medjugorje /Padre Justo Antonio Lofeudo

"Queridos hijos, estoy con ustedes y no me rindo. Deseo darles a conocer a mi Hijo. Deseo a mis hijos Conmigo en la vida eterna. Deseo que experimenten la alegria de la paz y que optengan la salvacion eterna. Oro para que superen las debilidades humanas. Oro a Mi Hijo, para que les conceda corazones puros.
Queridos hijos mios. Solo los corazones puros saben como llevar la cruz y saben como sacrificarse por todos los pecadores que han ofendido al Padre Celestial y que tambien hoy lo ofenden, porque no lo han conocido. Oro para que conozcan la luz de la verdadera fe que viene solo de los corazones puros.
De este modo, todos aquellos que les estan cerca experimientaran el amor de Mi Hijo. Oren por aquellos que Mi Hijo ha elegido, para que les guien por el camino de la salvacion. Que su boca este cerrada a todo juicio sobre ellos. Les agradezco."

Comentario

La Santísima Virgen no se rinde, no se da por vencida. Es como si dijera, no me rindo pese a que no me escuchan; a que leen mis mensajes pero no cambian; a que algunos y no pocos, en mi Iglesia me ignoran y se cuestionan cómo puede ser que hable tanto, que venga por tanto tiempo. Estas tres palabras, “no me rindo”, encierran ya el futuro triunfo de nuestra Madre celestial.

“Deseo a mis hijos conmigo en la vida eterna… que obtengan (alcancen) la salvación eterna”

Porque nos ama como nos ama nos quiere con Ella.

En tiempos en que salvación es un término que se usa sólo para esta vida y que el alma es sustituida por el cuerpo, tanto que la preocupación principal es la salud (1) y el gimnasio se ha convertido en el lugar de culto masivo; cuando no se habla de justicia de Dios y, por tanto, de infierno porque se llega a decir que está vacío y que todos se salvan, la Madre de Dios manifiesta que su preocupación es la salvación de todos y especialmente de esos hijos suyos que van hacia la condenación, y por eso viene a recordarnos que lo que cuenta es la eternidad.

Su deseo, el que alcancemos la salvación por y en su Hijo Jesucristo, único Salvador de los hombres, es la razón de su venida.

“Deseo darles a conocer a mi Hijo… que experimenten la alegría de la paz”.

Jesucristo es quien nos salva de la muerte eterna y ya desde aquí nos da su paz que es plenitud y da alegría a nuestra vida.

“Oro para que superen las debilidades humanas. Oro a Mi Hijo, para que les conceda corazones puros… Oro para que conozcan la luz de la verdadera fe que viene sólo de los corazones puros”

Y Ella reza y reza. Ora para darnos fuerzas y así superar nuestras debilidades y miserias que nos tienen atados y nos hacen incapaces de avanzar, esas también que nos hacen caer una y otra vez. Esas debilidades y grietas de las que se vale el Enemigo para ahondándolas hundirnos y esclavizarnos.

Ella, nuestra Madre, nos fortalece y realza. Satanás busca constantemente destruirnos, llevarnos al conflicto, al odio, al resentimiento y la tristeza, y a la total oscuridad y desesperación. Es el Padre de la mentira que primero hace creer que no existe ni el pecado, ni él, ni el infierno y, Acusador, pone en las mentes que la Iglesia es la represora y oscurantista ya que no deja hacer lo que cada uno quiera, la que cercena la libertad del hombre. Que no se puede decir a la gente lo que tiene que hacer, que hay católicos adultos que no deben hacer lo que les diga el Magisterio de la Iglesia… Luego cuando consigue su objetivo de muerte y hace un deshecho humano de la persona, le dice que ya no tiene salvación, que su vida es un total fracaso y que lo mejor es acabar cuanto antes matándose.

La Santísima Virgen nos trae la paz y la alegría, la felicidad ya en esta tierra porque nos lleva a su Hijo que cambia nuestras vidas. Para su Hijo, a quien no importa cuánto y por cuánto tiempo un alma haya caído en lo más profundo del mal, ninguna vida está perdida y, a quien lo busca sinceramente, le da la salvación, lo purifica, le devuelve la dignidad perdida y cambia su tristeza y llanto en canto de júbilo.

Jesucristo purifica nuestros corazones y nos vuelve capaces de encontrarnos con Él en cada oración. De la oscuridad pasamos a la luz de la verdad de la fe, de la verdad del amor y de la vida.

¡Cuántas veces en estos más de treinta años la Reina de la Paz nos ha invitado a la oración y al ayuno! Son ya incontables. Y en todas, si se mira bien, el énfasis va más allá de la práctica de la oración y el ayuno, va directamente al corazón. Oración y ayuno son medios pero lo que nuestra Madre quiere, lo que Dios busca de nosotros, es el corazón. El corazón es lo más profundo e íntimo de la persona. A ese corazón nuestro, con tantas oscuridades, con tantas dobleces, con tantas cobardías y negaciones, sólo lo puede hacer puro el Señor.

El Santo Cura de Ars recordaba que en la unión con Dios, que es la verdadera oración, el corazón puro experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente rodeado de una luz admirable. Se produce la intimidad con Dios y por ella viene una felicidad inefable.

“…sólo los corazones puros saben cómo llevar la cruz y saben cómo sacrificarse por todos los pecadores que han ofendido al Padre Celestial y que también hoy lo ofenden, porque no lo han conocido”

También decía san Juan María Vianney que nuestro corazón es pequeño pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. Ese amor se vuelve celo por su gloria y dolor por cada afrenta que se comete contra Él. Entonces, el amor a Dios se manifiesta en reparación e intercesión por aquellos que lo ofenden. La pureza del corazón implica sacrificarse por amor, como nos los muestra el ejemplo de los pastorcitos de Fátima. El corazón puro es el corazón amante que soporta la cruz con dignidad, alegría y generosidad. Es el corazón que sabe que el dolor ofrecido tiene valor de corredención.

“De este modo, todos aquellos que les están cerca experimentarán el amor de Mi Hijo (...)

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