1.4 La Iglesia de
los Apóstatas
«Vi la iglesia de los apóstatas crecer grandemente. Vi las
tinieblas que partían de ella, repartirse alrededor y vi muchas personas
abandonar a la Iglesia legítima y dirigirse hacia la otra diciendo: «Ahí todo
es mas bonito, más natural y más ordenado» (AA.II.414)
«Vi cosas deplorables: se jugaba, se bebía, se parloteaba,
se seducía a las mujeres en la iglesia, en una palabra se cometían allí todo
tipo de abominaciones» (AA.III.120)
«Los sacerdotes dejaban que se hiciera cualquier cosa y
decían la misa con mucha irreverencia. Vi pocos que tuvieran todavía piedad y
juzgasen sanamente las cosas. Todo eso me afligió mucho. Entonces mi Esposo
celeste me cogió por medio del cuerpo, como él mismo había sido atado a la
columna y me dijo: «Es así como la Iglesia será todavía encadenada, es así como
será estrechamente atada antes de que pueda revelarse» (AA.III.120)
«El (mi esposo celeste) me mostró también en cuadros
innumerables la deplorable conducta de los cristianos y de los eclesiásticos,
en las esferas cada vez más vastas extendiéndose a través del mundo entero
estando mi país incluido. Era un cuadro inmenso e indeciblemente triste que es
imposible describir. Me fue así mostrado que no hay casi ya más cristianos en
el antiguo significado de la palabra. Esta visión me llenó de tristeza.
(AA.III.125)
«Vi en el futuro la religión caída muy bajo y conservándose
únicamente en algunos lugares, en algunos hogares y en algunas familias que
Dios ha protegido también de los desastres de la guerra» (AA.III.557)
« (12 de septiembre de 1820). Vi construir una iglesia
extraña y al revés de todas las reglas. El coro estaba dividido en tres partes,
de las que cada una era unos grados más alta que la otra. Por debajo había una
sombría bodega llena de humo. (AA.III.104)
« … en la primera parte vi arrastrar un trono … en la
segunda un barreño lleno de agua. El agua sola parecía tener algo de
santificado… en la más elevada una mesa …»
« No vi ningún ángel asistir a la construcción: pero
diversos espíritus planetarios (que se encargan de engañar a los hombres) de
los más violentos arrastraban todo tipo de objetos al sótano, donde personajes
en pequeños mantos eclesiales los tomaban para llevarlos con ellos. Nada venía
de lo alto en esta iglesia: todo venía de la tierra (…) y de la región
tenebrosa (…) todo en esa iglesia, era oscuro, a contra sentido y sin vida: no
había mas que burla y ruina»
«Vi cerca otra iglesia donde reinaba la claridad y que
estaba provista de toda especie de gracias de lo alto. Vi a los ángeles subir y
descender, vi vida y crecimiento… (y también) tibieza y disipación»
«Sin embargo, la Iglesia tradicional (todo lo imperfecta u
oscurecida que esté para no saber la luz que le espera) era como un árbol lleno
de sabia en comparación de la otra que parecía un baúl lleno de objetos
inanimados. Esta era como un pájaro que planea, esta como un dragón de papel,
con una cola cargada de cintas y de letreros, que se arrastra en un rastrojo en
vez de volar. Vi que muchos de los instrumentos que estaban en la nueva iglesia,
como por ejemplo las flechas y dardos, no estaban reunidos más que para ser
empleados contra la iglesia viva» (AA.III.104)
«Ellos amasaban pan en la bodega de abajo; pero de ello no
resultaba nada y se trabajaba en balde» (AA.III.105)
«Vi también a los hombres con pequeños mantos llevar madera
ante las graderías donde se encontraba la sede del predicador, encender fuego,
soplar con todas sus fuerzas y producirse un dolor extremo, pero todo esto no
producía más que un humo y un vapor abominables» (AA.III.105)
«Entonces hicieron un agujero en lo alto con una vara, pero
el humo no quería subir y todo permanecía sumergido en una oscuridad
asfixiante.
«Todo permanecía en la tierra e iba a la tierra, y todo
estaba muerto, artificial y hecho por la mano del hombre: es propiamente una
iglesia de fábrica humana siguiendo la última moda, tan bien como la nueva
iglesia heterodoxa de Roma, que es de la misma especie» (AA.III105)
«Me encontraba en una gran sala. A los dos lados había
delante de los pupitres, jóvenes en hábito largo que parecían ser seminaristas.
En medio un hombre grueso iba y venía. De repente en el lugar de los hombres,
ya no vi más que caballos, a los dos lados, y en medio un gran buey rumiando
que iba y venía, mientras que detrás de él los caballos mostraban los dientes y
hacían todo tipo de muecas. Esperaba que el buey les mostraría los cuernos y
que les obligaría a estar tranquilos, pero la única cosa que hizo, fue,
llegando a un lado de la sala, golpear la pared con sus cuernos. Ya había un agujero
y yo me decía que todo iba a derrumbarse sobre ellos» (AA.III.176)
.
.
«12 de noviembre de 1820. – Viajaba a través de una comarca
sombría y fría y llegue a la gran ciudad (Roma). Vi allí de nuevo la gran y
singular iglesia que se estaba construyendo; no había nada de santo en ella; vi
aquello de la misma manera que veo una obra católica, eclesiástica, en la cual
trabajan en común los ángeles, los santos y los cristianos; pero aquí la
colaboración se hacía de otras maneras más mecánicas. (AA. III. 105)
Vi arriba dibujar líneas y trazar figuras, y vi como, en
seguida, en la tierra, un hombre había levantado un plano, un dibujo. Vi la
acción de los orgullosos espíritus planetarios en sus relaciones con esta
construcción hacerse sentir hasta en las regiones más alejadas. Vi llegar hasta
distancias inmensas el impulso dado para la preparación de todo lo que podía
ser necesario y útil para la construcción y para la existencia de esta iglesia;
vi allí concurrir a todo tipo de personas y de cosas, de doctrinas y de
opiniones. Había en todo esto, algo de orgulloso, de presuntuoso, de violento y
todo parecía tener éxito y me era mostrado en una multitud de escenas.
Vi subir y bajar a los espíritus planetarios, los vi enviar
rayos sobre las personas que construían el edificio. Todo se hacía según la
razón humana. (AA.III.105)
No vi ni un solo ángel, ni un solo santo cooperar en esta
obra. Pero vi mucho más lejos, en el fondo, el trono de un pueblo salvaje
armado de espadas, y una figura que reía y que decía: «Constrúyela todo lo
sólida que quieras, nosotros la derrumbaremos» (AA.III.105)
(Vi) que se mina y se asfixia la religión tan hábilmente que
no queda a penas más que un pequeño número de sacerdotes que no estén
seducidos. No puedo decir como se ha hecho esto, pero veo la niebla y las
tinieblas extenderse cada vez más. Sin embargo hay tres iglesias en las que no
pueden pertrecharse: son las de San Pedro, la de Santa María Mayor y la de San
Miguel. Ellos trabajan continuamente para demolerlas pero no lo consiguen.
Todos trabajan para la demolición, incluso los eclesiásticos. Una gran
devastación está próxima. (AA.III.122)
Vi muchas abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y
vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior.
(AA.III.159)
Vi sobre una verde pradera muchas personas, entre los cuales
había sabios, reunirse aparte… (AA.III.156)
… y apareció una nueva iglesia en la cual ellos estaban
reunidos. Esta iglesia era redonda con una cúpula gris y tantas personas
afluían que yo no comprendía como ese edificio podía contenerlas a todas. Era
como un pueblo entero.
Sin embargo esta nueva iglesia se volvía cada vez más
sombría y negra (al comienzo solo era gris) y todo lo que se hacía en ella era
como un vapor negro. Estas tinieblas se extendieron fuera y todo el verdor se
marchitó; varias parroquias de los alrededores fueron invadidas por la
oscuridad y la sequedad, y el prado, a una gran distancia, se volvió como una
sombría ciénaga.
Vi entonces varios grupos de gentes bien intencionadas
corres hacia un lado de la pradera donde había todavía verdor y luz.
No puedo encontrar palabras para describir la acción
terrible, siniestra, mortífera, de esta iglesia. Todo verdor se marchitaba, los
árboles morían, los jardines perdían su aderezo. Vi, como se puede ver en una
visión, las tinieblas producir su efecto a una gran distancia; por todo donde
ellas llegaban, se extendía como una cuerda negra. No se lo que pasó con todas
las personas que estaban dentro de esa iglesia. Era como si devorara a los
hombres: se volvía cada vez más negra, semejaba totalmente al carbón de forja y
se descamaba de manera horrible.
Tras esto (tras la horrible visión de la iglesia negra) fui,
guiada por tres ángeles, a un lugar verdeante rodeado de muros, grande
aproximadamente como el cementerio que está aquí ante la puerta;
Fui colocada allí como en una banqueta elevada. No sabía si
estaba viva o muerta, pero tenía un gran vestido blanco. (AA.III.157)
El mayor de los tres me dijo: «¡Alabado sea Dios! Aquí
todavía queda luz y verdor» entonces cayó del cielo, entre la iglesia negra y
yo, como una lluvia de perlas brillantes y de piedras preciosas deslumbrantes…
Y uno de mis compañeros (uno de los tres ángeles) me ordeno
recibirlas.
Después se fueron. No se si partieron todos; me acuerdo
solamente que, en la gran ansiedad que me causaba la iglesia negra, no tuve el
coraje de recibir las piedras preciosas. Pero cuando el Ángel volvió a mi, me
preguntó si las había recogido y le respondí que no; entonces me ordeno hacerlo
en seguida.
Entonces me incliné hacia delante y encontré todavía tres
pequeñas piedras con las caras talladas como cristales. Estaban situadas por
orden: la primera era azul, la segunda de un rojo claro, la tercera de un
blanco brillante y transparente. Yo las llevaba a mis dos otros acompañantes
que eran más pequeños que el primero, y, siempre marchando de aquí para allá,
ellos las frotaban unas contra otras e hicieron surgir de ellas los más bellos
colores y los más bellos rayos de luz que se extendieron por todo.
Allí a donde llegaban, el verdor renacía, la luz y la vida
se propagaban. Vi también a un lado a la iglesia tenebrosa que se degradaba.
Después, de golpe, una gran multitud se extendió por el
prado verdeante e iluminado, dirigiéndose hacia una villa luminosa.
Por el otro lado de la iglesia negra todo permanecía todavía
en una noche sombría. (AA.III.156)
Quieren ellos ser un solo cuerpo en algo diferente que el
Señor.
Se formó un cuerpo, una comunidad fuera del cuerpo de Jesús
que es la Iglesia: una falsa Iglesia sin Redentor, en la que el misterio es no
tener misterio. (AA.II.89)
Es cuando la ciencia se ha separado de la fe cuando nade
esta Iglesia sin Salvador, las pretendidas buenas obras sin la fe, la comunión
de los incrédulos teniendo la apariencia de virtud, en una palabra la
anti-Iglesia cuyo centro está ocupado por la malicia, el error, la mentira, la
hipocresía, la laxitud, los artificios de todos los demonios de la época.
(AA.II.89)