(©VAT INS) LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO
El más reciente libro del prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, que incluye el prólogo del Papa Francisco y textos del
“padre” de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO
“Pobre y para los pobres”. La palabras del Papa son también
el título del más reciente libro de Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe. Un texto que parece ser el paso
definitivo hacia una Teología de la Liberación “normalizada”. El volumen, que
cuenta con el prólogo de Francisco, se presentó en un auditorio del Vaticano, a
unos pasos de la Plaza de San Pedro, y con un relator sorpresa: Gustavo
Gutiérrez.
Müller es el principal artífice de esta “normalización” a
una corriente de pensamiento que todavía desata encendidos debates en América
Latina. Él es, desde hace décadas, amigo personal de Gutiérrez, “padre” de esa
teología. Tras la presentación del libro el flamante cardenal alemán explicó a
los periodistas por qué la apoya sin dudar.
¿Por qué generó polémica en su momento la Teología de la
Liberación?
Cuando se está desarrollando una teología existen
circunstancias del contexto y se presentan preguntas que deben aclararse. La
Teología de la Liberación comenzó con la “Gaudium et Spes”, que contiene una
nueva definición de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. La Teología de
la Liberación era una gran aplicación de este documento de la Iglesia a la
situación de América Latina.
¿Entonces cuál era el problema? ¿Por qué no funcionaba?
Sí, funcionaba. Las dos instrucciones (de la Congregación
para la Doctrina de la Fe publicadas en los años 90) no rechazaron la Teología
de la Liberación. Esa etapa de la historia estaba muy presente el comunismo
soviético y existían tantas presiones de esa ideología. Cuando nosotros
hablamos de los pobres lo hacemos de una manera muy distinta a los comunistas.
No soñamos un paraíso terreno. Ellos reclamaron siempre a la Iglesia que el
cristianismo habla sólo del cielo, pero nosotros no podemos decir que
hablaremos sólo de la tierra. El hombre es un ser que vive en este mundo, pero
tiene al mismo tiempo una vocación universal, eterna, divina. Debemos integrar
la responsabilidad aquí por la sociedad, la justicia social, la paz, el
sostener siempre la dignidad humana, con la visión trascendente.
Esta es la tarea de la Iglesia de hoy, de introducirse en la
agenda de la sociedad moderna y, al mismo tiempo, decir que el fin último es
Dios. Es malo cuando se olvida este último fin del hombre. No podemos
argumentar contra la dignidad humana porque no sólo los ricos, los poderosos,
no deben suprimir los pobres, explotar a los enfermos menos poderosos, sólo con
la referencia a Dios podemos hablar de la igualdad, la equidad de los hombres.
¿Entonces la Teología de la Liberación está ya purificada de
cualquier influencia negativa?
Purificada no, se ha aclarado. También en otras etapas de la
historia de la Iglesia existían discusiones sobre los nuevos desafíos. Nosotros
somos hombres, debemos discutir, encaramos el diálogo y a veces hasta peleamos
de una manera fraterna. Pero no se pueden hacer guerras, uno contra el otro.
Siempre debe ser una discusión seria, porque existen diversas perspectivas de
un tema pero todos bebemos de la fuente de la doctrina de la Iglesia. La
teología es necesaria para el desarrollo, para la actualización de la doctrina
de la Iglesia que como tal es siempre la misma.
¿Su libro pretende ser un ejercicio definitivo de
explicación, de “normalización”?
Si, los libros tienen también la tarea de superar algunos
prejuicios o la falta de información. Muchos prejuicios vienen de una falta de
comunicación, cuando la gente habla muy superficialmente o con palabras muy
ligeras, prejuiciosas. Esto es necesario también para el estudio, el
conocimiento y para buscar un buen juicio.
¿Cómo ha sido su relación con Gustavo Gutiérrez?
Cuando yo comencé como teólogo él ya había terminado. Ha
sido una relación mutua, yo he aprendido mucho de él, hemos discutido mucho los
puntos problemáticos de la Teología de la Liberación.
¿Los tiempos están maduros para la beatificación de Monseñor
Romero?
La Congregación para las Causas de los Santos tiene la
responsabilidad pero toca a nosotros dar el “nihil obstat” (visto bueno) porque
nada en este obispo está en contra de la ortodoxia. Hemos leído, estudiado
todos sus escritos, sus libros y homilías, estamos convencidos de manera
unánime que no existe objeción alguna en la doctrina. Este es el juicio de
nuestra congregación, el resto debe continuar en los Santos.
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