10 DE SEPTIEMBRE DE 2013
Hijos Míos, lleváis una vida muy afanosa llena de
preocupaciones, llena de proyectos y no sabéis ver mas allá de lo presente. Yo,
Jesús, os hablo.
Pero
para muchos de vosotros la vida se os extinguirá y dejareis todo en este mundo
que no os trató como hubierais querido y que contribuyó a vuestras penas y
pesares. Por eso os digo, que os paréis a reflexionar de vez en cuando esto que
os digo. Todo se quedará en este mundo porque nada os podéis llevar al otro.
Sin embargo, las obras buenas que hagáis, el bien que practiquéis, todo eso
saltará a la Vida Eterna y serán para vosotros pasaportes para la eternidad. Ya
os lo he dicho otras veces, pero siempre es poco recordároslo, porque el valor
de vuestra alma es para mi inestimable y por vosotros daría de nuevo la vida
con tal de que abráis los ojos y comprendáis lo que es realmente importante,
que es la salvación de vuestra alma. Yo, Jesús, os hablo
Cada día os levantáis con nuevos proyectos y nuevas
ilusiones. Pensáis en esto y en lo otro, en cambiar de coche, en mejorar
vuestro hogar, en hacer tal o cual viaje, pero pocos os paráis a pensar en que
Yo, Juez Eterno, os pediré cuentas hasta de la mínima acción, y de ahí, que
debáis de ser hombres y mujeres honrados en todos los aspectos, en el familiar,
personal y profesional. Debéis ser hombres y mujeres de moral y dar
ejemplo a los que os rodean, y aunque no siempre lo consigáis, Yo premiaré
vuestro esfuerzo y castigaré vuestras negligencias y dejadez, porque todos
debéis tender a la perfección y tratar de vivir en las leyes divinas
establecidas desde el principio por Mi Padre Eterno. Yo, Jesús, os hablo.
Cuando una persona vive en los Diez Mandamientos, lleva ya
emprendido un camino muy grande en el que salvará muchos escollos y, le
es mucho más fácil practicar el bien que se le presente, porque está ya
predispuesto con el cumpliendo de la ley divina a ello. Pero cuando una persona
se salta los Diez Mandamientos aunque sea uno solo el que se salte, ya va por
un camino escabroso o pedregoso donde le costará mucho alcanzar la perfección
que Yo os pedí en Mi Evangelio. Por eso hijos, practicad los Diez Mandamientos
que todos lleváis impresos en vuestro corazón y que sabéis perfectamente cuales
son. No os engañéis, no disfracéis el mal de bien, porque a Mí no me podéis
engañar y conozco a la perfección vuestro interior. Yo, Jesús, os hablo y os
instruyo.