26 DE MARZO DE 2013
Poderosos, hijos Míos, poderosos
son los demonios y todo su poder lo
emplean en hacer el mal. Yo, Jesús,
os hablo.
Todo el mundo debería de tener en
su casa o llevar consigo una cruz exorcizada o agua bendita exorcizada, porque
si el poder de los demonios es considerable por su naturaleza angélica, el
sacramental bendecido y exorcizado puede alejar el mal que os quieran hacer.
Yo, Jesús, os hablo.
Os tatuáis el cuerpo con horrendos dibujos y eso gusta a los
demonios, que muchos de esos dibujos son imágenes que los representan. Dejáis
abiertas las puertas al Mal de par en par y eso facilita su entrada sin
impedimento alguno, por tanto hijos, llevad con vosotros esos sacramentales que
os den algo de protección, aunque la mejor protección, es tener el alma limpia
de pecado y practicar los sacramentos dignamente. Yo,Jesús, os hablo.
Se os pasa la vida y vuestros méritos no llegan al mínimo
necesario para salvarse. No hacéis nada para merecer el Cielo. No buscáis la
gloria de Dios sino vuestro bienestar y llegáis a la estapa final de vuestra
existencia sin nada que ofrecer para entrar en la Vida Eterna. Hijos ¿por qué no
reflexionáis un poco e intentáis merecer el premio eterno?
Decís que no hacéis mal a nadie y que no sois malos, aunque
eso no es verdad. Tampoco sois buenos y tampoco hacéis ningún bien, ni oculto
ni públicamente, solo os preocupáis de vosotros mismos, de vuestros intereses,
de vuestros allegados y basta. Hijos ¿qué voy a hacer con vosotros cuando
pudiendo merecer no hacéis nada para ello?
Este mensaje no es para todos porque muchos que lo leerán
son buenos y dignos hijos de Dios, consuelo de Mi Corazón y alegría de Mi
Madre, pero lamentablemente muchos otros no son así. Yo, Jesús, os hablo.
Tratad de enmendad vuestra vida y de hacerla cristiana, de
vivir según los Mandamientos de la Ley de Dios, de ser serviciales unos con
otros y de perdonar las rencillas que tenéis en el alma y que son veneno mortal
que os pueden llevar al Infierno. Yo Soy Jesús de Nazaret el Crucificado, quien
amó, perdonó y mereció toda gloria. Por tanto, amadme, dadme culto y proponeos
cambiar de vida haciéndola más fervorosa y cristiana. Yo, Jesús, os hablo y os
bendigo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.