Frases lapidarias o Bergogliadas
F._"La Iglesia no puede seguir insistiendo "solo en
cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de
anticonceptivos"."
A.-Parece mentira, pero, lo ha
dicho, aunque después que la frase ha salido en todos los medios dice... todo lo
contrario.. .¡¿?!
F.-"...La cuestión para quien no cree en Dios es obedecer a su propia conciencia”, responde Francisco a la pregunta sobre si el Dios de los cristianos perdona a quien no cree..."
A.- Entonces, para qué, Dios nos dio, los Diez Mandamientos? ¿?
Parece, con lo que Vd, dice, que seamos capaces de tener recta conciencia sin Dios.
¿Y si Dios, nos los dio, entonces por que lo hizo?, es que El, El Dios que nos Creó, no nos conocía? no sabía que teníamos que venir al mundo, con "el libro de instrucciones", Los Diez Mandamientos, porque, nacíamos, con tendencia al pecado, por culpa del pecado original, ?.
Entonces, con este razonamiento, ¿que debemos pensar acerca del misterio de la Redención, del Misterio de la Cruz, del atroz sufrimiento de Jesús en su Dolorosa Pasión?. El cual, vino al mundo a Crucificarse, para morir de muerte cruel para salvarnos y abrirnos las puertas del Cielo, que debemos pensar de este inmenso Amor de Dios, inabarcable para la criatura humana? de verdad, hacía falta tanto sufrimiento? si, obedeciendo nuestra propia conciencia ya estaba resuelto..., pero, Dios no nos dijo eso, si no que mandó a su Único Hijo Jesucristo, para que nos diera Testimonio de la Verdad.
Podemos salvarnos obedeciendo nuestra propia conciencia??
Adán y Eva siguieron su propia conciencia, no se detuvieron a pensar si estaba bien o mal desobedecer a Dios y pecaron... y Dios los echó del Paraíso. Nosotros descendientes de Adán y Eva, nosotros que llevamos el pecado original intrinsicamente unido a nuestro ser desde nuestro nacimiento, podemos salvarnos sin Dios? obedeciendo solo nuestra propia conciencia?
Entonces con esta teoría, si un ateo se salva siguiendo su propia conciencia, un cristiano, puede preguntarse, para qué voy a sacrificarme obedeciendo las Leyes de Dios, si para salvarse no hacen falta, pero, ya sabemos donde nos llevará el camino ancho y también que seguir a Cristo, es seguir el camino estrecho, pues no es más, el discípulo que el maestro.
Primero que lo que hacemos, siendo ateos es apartar a Dios de nuestra vida, y no quererlo reconocer como a Nuestro Creador, Nuestro Padre, Nuestro Dios y Señor de todas las cosas, en un "no te serviré", más o menos consciente, y esto considerándonos buenas personas, no creyentes (los de no robo, no mato, pero la Iglesia, no) dejando de obedecer el primer mandamiento "Amarás a Dios sobre todas las cosas" .
Decir esto: "...La cuestión para quien no cree en Dios es obedecer a su propia conciencia”, es demasiado ambiguo...por no decir otra cosa, porque puede haber un@ o mil ate@s, que su propia consciencia les dicte, vivir en concubinato, abortar...tomar anticonceptivos...etc...etc, y... entonces? ¿?
Un poco de caridad cristiana..., por el amor de Dios, hay que hablar a las personas claramente sobre su propio destino Eterno.
Sí.., Dios es la misma Misericordia..., Dios perdona siempre..., pero, también es la misma Justicia,
Y hay que pedir perdón, como dijo San Agustin (Obispo de Hipona): Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti.
F.-"Cristianos sin Cristo hay muchos, como los que
“buscan sólo devociones, muchas devociones, pero Jesús no está. ¡Y entonces te
falta algo, hermano! Te falta Jesús. Si tus devociones te llevan a Jesús,
entonces bien. Pero si te quedas ahí, entonces algo no marcha”. Después
está “otro grupo de cristianos sin Cristo: los que buscan cosas un poco raras,
un poco especiales, los que van detrás de las revelaciones privadas”
A.- Que quiere decir? que por ejemplo, los que tienen Devoción a la Divina Misericordia?, la Devoción a la
Sangre de Jesús?, la Devoción al Santo Rosario?, la Devoción a las Santas Llagas de
Jesús? la Devoción al Via Crucis?...etc...ect, y tantas..., cientos de devociones que forman parte de la
religiosidad del pueblo de Dios, que Jesús mismo ha revelado a tantos Santos y Santas, y que ell@s, a lo largo de los siglos, se han encargado de transmitir a la Iglesia....que estos, son cristianos sin Cristo? que quiere decir, pues?, que Jesús no está? ¿? donde no está ? no está en el corazón del que la reza?, o, no está en la devoción? ¿?
Sí puede no estar en el corazón, esto indica que hay que formar a las almas, catequizarlas, hacer amar más a Jesús, en la Eucaristía, en el Santísimo Sacramento, exponer al Señor con amor, arrodillándose ante Su Majestad, como decía y hacía Santa Teresa de Jesús.
Dando la comunión en la boca y de rodillas, enseñando con el ejemplo, como hay que ir a recibir a un Rey, nada más, ni nada menos que al Rey de los Cielos y la Tierra, no desacralizando!!
Papa Benedicto, cuanta falta nos haces!!
Sí puede no estar en el corazón, esto indica que hay que formar a las almas, catequizarlas, hacer amar más a Jesús, en la Eucaristía, en el Santísimo Sacramento, exponer al Señor con amor, arrodillándose ante Su Majestad, como decía y hacía Santa Teresa de Jesús.
Dando la comunión en la boca y de rodillas, enseñando con el ejemplo, como hay que ir a recibir a un Rey, nada más, ni nada menos que al Rey de los Cielos y la Tierra, no desacralizando!!
Papa Benedicto, cuanta falta nos haces!!
Los que no son devotos...no rezan devociones.
Que la devoción tendría que
ser mejor evidentemente, como hemos dicho, para esto está también la Iglesia, ¿no? para formar a sus hijos. para enseñar al que no sabe, que es una obra de misericordia.
Devociones, en donde no está Jesús?, a que se refiere, a devociones populares, como la devoción a San Judas Tadeo, la devoción a Santa Rita..,
etc...etc...? éstas que.... si la rezas tantos días...seguidos, y tal y tal... te darán
suerte... te tocará la loteria....etc...,etc... Estas no son devociones, éstas son supersticiones y
para qué, está la Iglesia, si no para formar....hay que leer los Evangelios, sí,
pero, la Iglesia debe formar...e informar...
Menos mal, que San Judas Tadeo y Santa Rita..., en el Cielo, están por encima de la ignorancia humana, y con que amor
deben sonreir y obtener de Dios las gracias, para darlas igualmente a la
persona que con buena voluntad les reza este tipo de novenas..., Dios es Misericordioso, Sí, y Vd, lo dice muy a menudo.
Todos sabemos que se puede rezar a San Judas Tadeo y Santa Rita, en una devoción normal, con imprimatur.
Todos sabemos que se puede rezar a San Judas Tadeo y Santa Rita, en una devoción normal, con imprimatur.
Evidentemente, si se reza por superstición. Dios no dará ninguna gracia, tanto a través de los Santos, como si no, si a Dios se le convierte solo en un mero hacedor de milagros, o a un mago.
Aparte de los incondicionales, que le aplauden todo, diga lo que diga, y todo lo justifican..., y mucho cuidado que no se haga lo mismo, y se use el cerebro el cuál Dios nos ha dado para pensar y que nos ha hecho libres para usarlo. Los demás sufridos fieles, hemos de estar todos los días, intentando desmenuzar punto por punto, deshaciendo entuertos, porque en
donde digo "Digo", decía "Diego". Pues, hay que ver como somos, que no
entendemos nada...?
Pero, esta desorientación y falta de estabilidad hace sufrir...
Pero, esta desorientación y falta de estabilidad hace sufrir...
Sin embargo Jesús dijo: di al No, No, y al Si, Sí.
Otra frase, que llama poderosamente la atención es: "...cristianos
"sin Cristo", los que buscan cosas un poco raras, un poco especiales, los que van detrás de las revelaciones privadas...”.
Por ejemplo, las revelaciones de la Salette, Fátima, y otras tantas aprobadas por la Iglesia... las hay que no están aprobadas, pero, están aceptadas en espera de su aprobación y de las cuales están surgiendo muchas conversiones. ¿Son cosas un poco raras?, un poco especiales? ¿no llevan a Jesús?
Por ejemplo, las revelaciones de la Salette, Fátima, y otras tantas aprobadas por la Iglesia... las hay que no están aprobadas, pero, están aceptadas en espera de su aprobación y de las cuales están surgiendo muchas conversiones. ¿Son cosas un poco raras?, un poco especiales? ¿no llevan a Jesús?
Vd, quizás quiso decir que si un fiel se dedica a ir solamente a por la
revelaciones "privadas", por morbosidad, sin hacer
nada de lo que nos manda Dios y la Iglesia? claro está, esto está mal, pero, si no
se especifica, puede confundir a muchas almas, que sí creen en las revelaciones
y que no son cristianos sin Cristo, sí no todo lo contrario, intentan cumplir con Dios y con la Iglesia, hay que matizar a quién va dirigido, pues eso de generalizar así, puede
confundir...o, ya es eso.
Por otro lado es díficil, que
todas las apariciones estén aprobadas, pues, para que una
revelación sea aprobada por la Iglesia,
primero el, o la vidente, tienen que haber
fallecido.
Y si en estos tiempos, hay tanta
proliferación de apariciones (eso no quita, que algunas no sean verdaderas) ¿no
será porque el Cielo nos está avisando?, por que Dios nos ama y nos advierte de
los peligros? tal como estamos experimentando en esta sociedad relativista y
atea que estamos viviendo, donde a lo bueno, se le llama malo y a lo malo, bueno.
Dice Vd, "...Cristianos sin Cristo...los que van detrás de las revelaciones privadas..." ¿?
¿O, Dios Padre, Jesús y María vienen a nuestro encuentro con Amor, para advertirnos?
Debemos tener en cuenta que Dios nos puede estar hablando ahora..., sí, sí... ahora en esta época, tan apóstata, que no es diferente a otra respecto al poder de Dios, Dios nos habla ahora, o acaso Dios tiene menos poder ahora, que antes cuando hablaba a los profetas? diga quien lo diga?.
¿Que le vamos a decir cuando lleguemos al Tribunal de Dios y veamos que sí, que Dios realmente nos estaba hablando y le hicimos caso omiso? yo prefiero acogerme a estas disposiciones:
«En cuanto a las revelaciones privadas, es mejor creer que
no creer en ellas; porque si crees y resultan ser verdaderas, te sentirás feliz
de que creíste, porque Nuestra Santa Madre lo pidió. Y si resultan ser falsas,
tú recibes todas las bendiciones como si fueran verdaderas, porque creíste que
eran verdad.» (Papa Urbano VIII, 1636 )
SS. Pablo VI, con fecha 14 de Octubre de 1966, confirmó el
Decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fé y permitió la publicación
de escritos relacionados con apariciones sobrenaturales, "...la difusión
de revelaciones privadas, no se anticipa al juicio de la Santa Madre Iglesia,
Esposa Gloriosa de Cristo. Simplemente las propone a consideración de los
hombres de buena voluntad..."
F-"..También la Iglesia es en cierto sentido viuda: su esposo se ha ido y
ella camina en la historia esperando reencontrarle, encontrarse con Él.
Entonces ella será la esposa definitiva”. Pero —advirtió— “entretanto la
Iglesia está sola”, y el Señor no es para ella visible: así que “tiene una
cierta dimensión de viudedad”.
A.- Esta es, otra frase llena de ambiguedad: "...también la Iglesia es
en cierto sentido viuda..." su esposo se ha ido y ella camina en la historia
esperando reencontrarle, encontrarse con Él." ¡¡¿?!!
La Santa Madre Iglesia es la Esposa Gloriosa de Cristo, y ésta frase: “entretanto la Iglesia está sola” ¡¡¿?!! y la otra, refiriéndose a que la Iglesia es en cierto sentido viuda: Me dejan perpleja y desconcertada, por no decir otra cosa..., intentos de quitar el sentido trascendental de la Eucaristía?, no quisiera, imaginar esto último...aunque, si tengo que ser sincera me viene a la cabeza.
Estás frases tan sonantes, podrían ser de alguna manera mensajes subliminales ¿¿?? /:(
-No devociones
-No revelaciones
-La Iglesia es en cierto sentido viuda...entretanto la iglesia está sola
-Obedecer su propia conciencia
Que le pasa a una viuda.
DRAE: 1. adj. Se dice de la persona a quien se le ha muerto su cónyuge y no ha vuelto a casarse. U. t. c. s.
Francisco: "...También la Iglesia es en cierto sentido viuda: su esposo se ha ido y ella camina en la historia esperando reencontrarle...", "...entretanto la Iglesia está sola..."
"...Si El Esposo de la Iglesia es Cristo y (Francisco dice: "...que El se ha ido y Ella, entretanto se ha quedado sola..."), no quiere decir todo esto, lo contrario a la verdad? para que?, que cada uno saque sus propias conclusiones.
La Santa Madre Iglesia es la Esposa Gloriosa de Cristo, y ésta frase: “entretanto la Iglesia está sola” ¡¡¿?!! y la otra, refiriéndose a que la Iglesia es en cierto sentido viuda: Me dejan perpleja y desconcertada, por no decir otra cosa..., intentos de quitar el sentido trascendental de la Eucaristía?, no quisiera, imaginar esto último...aunque, si tengo que ser sincera me viene a la cabeza.
Estás frases tan sonantes, podrían ser de alguna manera mensajes subliminales ¿¿?? /:(
-No devociones
-No revelaciones
-La Iglesia es en cierto sentido viuda...entretanto la iglesia está sola
-Obedecer su propia conciencia
Que le pasa a una viuda.
DRAE: 1. adj. Se dice de la persona a quien se le ha muerto su cónyuge y no ha vuelto a casarse. U. t. c. s.
Francisco: "...También la Iglesia es en cierto sentido viuda: su esposo se ha ido y ella camina en la historia esperando reencontrarle...", "...entretanto la Iglesia está sola..."
"...Si El Esposo de la Iglesia es Cristo y (Francisco dice: "...que El se ha ido y Ella, entretanto se ha quedado sola..."), no quiere decir todo esto, lo contrario a la verdad? para que?, que cada uno saque sus propias conclusiones.
Verdaderamente, Cristo Murió y Resucitó.
Y dijo: ESTARÉ con vosotros TODOS LOS DÍAS hasta la consumación de los SIGLOS. (Mt 28,20).
Jesús dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la
Vida". (Juan 14:6)
Jesús, es el Camino, y lo encontramos ya
aquí en al Tierra, en la Eucaristía, anticipo del Cielo, en la Consagración El se hace Pan Vivo bajado del Cielo, para
nosotros.
Juan Pablo II: La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada
Juan Pablo II dijo: "Cristo Vive, en la Iglesia, está en nosotros
portadores de esperanza e inmortalidad, si habéis encontrado a Cristo, vivid a
Cristo, vivid con Cristo, y anunciadlo, en 3ª Persona, como auténticos testigos: Para mí, la vida es Cristo"
Juan Pablo II: "Sacerdote de la Nueva Alianza, resucitó y subió a los Cielos, para entrar
así, en el Santuario Celeste y presentar al Padre perennemente la Sangre
que un día derramó sobre la Cruz, es el mismo Cristo Quíen viene al altar.
Ante la
Sagrada Hostia volvemos a escuchar las dulces palabras:
" Venid a Mí, todos
los que estáis fatigados y cansados,que Yo os aliviaré.
Juan Pablo II: "La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo
se ofrece como alimento".
Juan Pablo II: "La Eucaristía, «es, en cierto sentido, anticipación
del Paraíso y «prenda de la gloria futura» [...] Quien se alimenta de Cristo en
la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la
posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al
hombre en su totalidad".
Juan Pablo II: "Si la Eucaristía es centro y cumbre de la vida de la
Iglesia, también lo es del ministerio sacerdotal. Por eso, con ánimo agradecido
a Jesucristo, nuestro Señor, reitero que la Eucaristía es la principal y
central razón de ser del sacramento del sacerdocio, nacido efectivamente en el
momento de la institución de la Eucaristía y a la vez que ella".
Benedicto XVI:
Exhortación apóstolica
SACRAMENTUM CARITATIS
Sobre la Eucaristía fuente y culmen de la vida y de la Misión de la Iglesia ( Bellísimo)
Benedicto XVI
Alimento de la Verdad
2. En el Sacramento del altar, el Señor va al encuentro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 27), acompañándole en su camino. En efecto, en este Sacramento el Señor se hace comida para el hombre hambriento de verdad y libertad. Puesto que solo la verdad nos hace auténticamente libres (cf. Jn 8, 36).
Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad.
(...)
(página, 8, del libro: "SACRAMENTUM CARITATIS")
http://books.google.es/books?id=7lIS3wCuQhwC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
Rezo por Vd, todos los días.
________________________________________________________________________
Carta de profundo contenido, escrita por la sutil pluma de una mujer muy valiente, que dice lo que siente y piensa, y lo que a mí me hubiera gustado decir...gracias Lucrecia!
________________________________________________________________________
Escrito por: Lucrecia Rego de Planas el
26 Sep 2013 - URL
Permanente
Comparto con ustedes la carta que
envié esta mañana a nuestro Papa Francisco. Confío en que la recibirá en un par
de días más a partir de hoy.
Huixquilucan, México, a 23 de
septiembre del 2013
Muy querido Papa Francisco:
Me da mucho gusto tener esta
oportunidad para saludarte.
Seguramente no te acordarás de mí
y lo comprendo, pues, viendo a tanta gente cada día, debe ser muy difícil para
ti recordar a todas las personas con las que has dialogado y convivido en algún
momento de tu vida.
A lo largo de los últimos 12
años, coincidimos, tú y yo, varias veces, en algunas reuniones, encuentros y
congresos eclesiales que se llevaron a cabo en ciudades de Centro y Sudamérica
con distintos temas (comunicación, catequesis, educación), lo cual me dio la
oportunidad de convivir contigo durante varios días, durmiendo bajo el mismo
techo, compartiendo el mismo comedor y hasta la misma mesa de trabajo.
En aquel entonces, tú eras el
Arzobispo de Buenos Aires y yo era la directora de un importante medio de
comunicación católico. Ahora, tú eres nada más y nada menos que el Papa y yo
soy… sólo una madre de familia, cristiana, con un esposo muy bueno y nueve
hijos, que da clases de Matemáticas en la Universidad y que trata de colaborar
lo mejor que puede con la Iglesia, desde el lugar en que Dios le ha puesto.
De aquellas reuniones en las que
coincidimos hace ya varios años, recuerdo que en más de una ocasión te
dirigiste a mí diciéndome:
– "Niña, decime Jorge Mario,
que somos amigos", a lo que yo respondía asustada:
– "De ninguna manera, Sr.
Cardenal! ¡Dios me libre de tutear a uno de sus príncipes en la Tierra!
Ahora, en cambio, sí me atrevo a
tutearte, pues ya no eres el Card. Bergoglio, sino el Papa, mi Papa, el dulce
Cristo en la tierra, a quien tengo la confianza de dirigirme como a mi propio
padre.
Me he decidido a escribirte
porque estoy sufriendo y necesito que me consueles.
Te explicaré lo que me sucede,
tratando de ser lo más breve posible. Sé que te gusta consolar a los que sufren
y ahora, yo soy uno de ellos.
Cuando te conocí por primera vez,
siendo el cardenal Bergoglio, y durante esas convivencias cercanas, me llamaba
la atención y me desconcertaba que nunca hacías las cosas como los demás
cardenales y obispos. Por poner algunos ejemplos: eras el único entre ellos
que no hacía la genuflexión frente al sagrario ni durante la Consagración; si
todos los obispos se presentaban con su sotana o traje talar, porque así lo
requerían las normas de la reunión, tú te presentabas con traje de calle y
alzacuellos. Si todos se sentaban en los lugares reservados para los obispos y
cardenales, tú dejabas vacío el sitio del cardenal Bergoglio y te sentabas
hasta atrás, diciendo “aquí estoy bien, así me siento más a gusto”. Si los demás
llegaban en un coche correspondiente a la dignidad de un obispo, tú llegabas,
más tarde que los demás, ajetreado y presuroso, contando en voz alta tus
encuentros en el transporte público que habías elegido para llegar a la
reunión.
Al ver esas cosas, ¡qué vergüenza contártelo!, yo decía para
mis adentros:
– “Uf… ¡qué ganas de llamar la atención! ¿por qué no, si
quiere ser de verdad humilde y sencillo, mejor se comporta como los demás
obispos para pasar desapercibido?”.
Mis amigos argentinos que también asistían a esas reuniones,
notaban de alguna manera mi desconcierto, y me decían:
“No – "No eres la única. A todos nos desconcierta
siempre, pues sabemos que tiene los criterios claros, ya que en sus discursos
formales muestra unas convicciones y certezas siempre fieles al Magisterio y a
la Tradición de la Iglesia; es un valiente y fiel defensor de la recta
doctrina. Pero… al parecer, le gusta caerle bien a todos y estar bien con
todos, así que puede un día decir un discurso en la TV en contra del aborto y,
al día siguiente, en la misma TV, aparecer bendiciendo a las feministas
pro-aborto en la Plaza de Mayo; puede decir un discurso maravilloso contra los
masones y, unas horas después, estar cenando y brindando con ellos en el Club
de Rotarios.”
Mi querido Papa Francisco, ése fue el Card. Bergoglio que
conocí de cerca: un día charlando animadamente con Mons. Duarte y Mons. Aguer
acerca de la defensa de la vida y de la Liturgia y, ese mismo día, en la cena,
charlando, igual de animadamente, con Mons. Ysern y Mons. Rosa Chávez acerca de
las comunidades de base y las terribles barreras que significan “las enseñanzas
dogmáticas” de la Iglesia. Un día, amigo del Card. Cipriani y del Card.
Rodríguez Maradiaga, hablando de la ética empresarial y en contra de las
ideologías de la Nueva Era y, un rato después, amigo de Casaldáliga y Boff
hablando de lucha de clases y de "la riqueza" que las técnicas
orientales pueden aportar a la Iglesia.
Con estos antecedentes, comprenderás que abrí unos ojos
enormes en el momento que escuché tu nombre después del “Habemus Papam” y,
desde ese momento (antes de que tú lo pidieras) recé por ti y por mi querida
Iglesia. Y no he dejado de hacerlo ni un solo día, desde entonces.
Cuando te vi salir al balcón, sin roquete y sin muceta,
rompiendo el protocolo del saludo y la lectura del texto en latín, buscando con
ello diferenciarte del resto de los Papas de la historia, dije sonriendo
preocupada para mis adentros:
– “Sí, no cabe duda. Se trata del cardenal Bergoglio”.
Durante los días que siguieron a tu elección, me diste
varias oportunidades para confirmar que eras el mismo a quien yo había conocido
de cerca, siempre buscando ser diferente, pues pediste zapatos distintos,
anillo distinto, cruz distinta, silla distinta y hasta habitación y casa
distinta al resto de los Papas, que siempre se habían acomodado humildemente a
lo ya existente, sin requerir de cosas “especiales” para ellos.
En esos días estaba yo tratando de recuperarme del dolor
inmenso que sentía por la renuncia de mi queridísimo y admiradísimo Papa
Benedicto XVI, con quien me identifiqué desde el inicio de manera extrema, por
su claridad en sus enseñanzas (es el mejor profesor del mundo), por su
fidelidad a la Sagrada Liturgia, por su valentía en defender la recta doctrina
en medio de los enemigos de la Iglesia y por mil cosas más que no enumeraré.
Con él en el timón de la Barca de Pedro, yo sentía que pisaba sobre tierra
firme. Y con su renuncia, sentí que la tierra desaparecía bajo mis pies, pero
la entendí, pues realmente los vientos estaban demasiado tempestuosos y el
papado significaba algo demasiado rudo para sus fuerzas disminuidas por la
edad, en la terrible y violenta guerra cultural que estaba librando.
Me sentía como abandonada en medio de la guerra, en pleno
terremoto, en lo más feroz de un huracán y fue cuando llegaste tú a sustituirlo
en el timón. ¡Tenemos capitán de nuevo, demos gracias a Dios! Confié plenamente
(sin ninguna duda de por medio) en que, con la asistencia del Espíritu Santo,
con la oración de todos los fieles, con el peso de la responsabilidad, con la
asesoría del equipo de trabajo en el Vaticano y con la consciencia de estar
siendo observado por todo el mundo, el Papa Francisco dejaría atrás las cosas
especiales y las ambivalencias del Card. Bergoglio y tomaría de inmediato el
mando del ejército, para, con fuerzas renovadas, continuar los pasos en la
lucha intensa que su predecesor venía librando.
Pero, para mi sorpresa y desconcierto, mi nuevo general, en
lugar de tomar las armas al llegar, comenzó su mandato utilizando el tiempo del
Papa para telefonearle a su peluquero, a su dentista, a su casero y a su
periodiquero, atrayendo las miradas hacia su propia persona y no hacia los
asuntos relevantes del papado.
Han pasado seis meses desde entonces y reconozco, con cariño
y emoción, que has hecho trillones de cosas buenas. Me gustan mucho (muchísimo)
tus discursos formales (a los políticos, a los ginecólogos, a los
comunicadores, en la Jornada de la Paz, etcétera) y tus homilías en las Fiestas
Solemnes, porque en ellas se nota una minuciosa preparación y una profunda
meditación de cada palabra empleada. Tus palabras, en esos discursos y
homilías, han sido un verdadero alimento para mi espíritu. Me gusta mucho que
la gente te quiera y te aplauda. ¡Eres mi Papa, el Jefe Supremo de mi Iglesia,
de la Iglesia de Cristo!
Sin embargo, y esta es la razón de mi carta, debo decirte
que también he sufrido (y sufro) con muchas de tus palabras, porque has dicho
cosas que las he sentido como estocadas en el bajo vientre a mis intentos
sinceros de fidelidad al Papa y al Magisterio.
Me siento triste, sí, pero la mejor palabra para expresar
mis sentimientos actuales es la perplejidad. No sé, de verdad, qué debo hacer,
no sé qué debo decir y qué callar, no sé hacia dónde tirar ni hacia dónde
aflojar. Necesito que me orientes, querido Papa Francisco. De verdad estoy
sufriendo, y mucho, por esa perplejidad que me tiene inmóvil.
Mi grave problema es que he dedicado gran parte de mi vida
al estudio de la Sagrada Escritura, de la Tradición y el Magisterio, con el
objetivo de tener razones firmes para defender mi fe. Y ahora, muchas de esas
bases firmes resultan contradictorias con lo que mi querido Papa hace y dice.
Estoy perpleja, de verdad, y necesito que me digas qué debo hacer.
Me explico con algunos ejemplos:
No puedo aplaudirle a un Papa que no hace la genuflexión
frente al Sagrario ni en la Consagración como lo marca el ritual de la Misa,
pero tampoco puedo criticarlo, pues ¡Es el Papa!
Benedicto XVI nos pidió, en la Redemptionis Sacramentum,
que informáramos al obispo del lugar de las infidelidades y abusos litúrgicos
que viéramos. Pero… ¿debo informar al Papa, o a quién, por encima de él, que el
Papa no respeta la liturgia? ¿O al Papa no se le reporta? No sé qué debo hacer.
¿Desobedezco las indicaciones de nuestro Papa emérito?
No puedo sentirme feliz de que hayas eliminado el uso de la
patena y los reclinatorios para los comulgantes; y menos me puede encantar que
no bajes nunca a dar la comunión a los fieles, que no te llames a ti mismo “el
Papa” sino sólo “el obispo de Roma”, que no uses ya el anillo de pescador, pero
tampoco puedo quejarme, pues ¡eres el Papa!
No puedo sentirme orgullosa de que le hayas lavado los pies
a una mujer musulmana en el Jueves Santo, pues es una violación a las normas
litúrgicas, pero no puedo decir ni pío, pues ¡Eres el Papa, a quien respeto y
le debo ser fiel!
Me dolió terriblemente cuando castigaste a los frailes
franciscanos de la Inmaculada porque celebraban la Misa en el rito antiguo,
pues tenían el permiso expreso de tu predecesor en la Summorum Pontificum.
Y castigarlos, significa ir en contra de las enseñanzas de los Papas
anteriores. Pero ¿a quién le puedo contar mi dolor? ¡Eres el Papa!
No supe qué pensar ni qué decir, cuando te burlaste
públicamente del grupo que te mandó un ramillete espiritual, llamándoles “ésos
que cuentan las oraciones”. Siendo el ramillete espiritual una tradición
hermosísima en la Iglesia, ¿qué debo pensar yo, si a mi Papa no le gusta y se
burla de quienes los ofrecen?
Tengo mil amigos “pro-vida” que, siendo católicos de
primera, los derrumbaste hace unos días al llamarles obsesionados y obsesivos.
¿Qué debo hacer yo? ¿Consolarlos, suavizando falsamente tus palabras o herirlos
más, repitiendo lo que tú dijiste de ellos, por querer ser fiel al Papa y a sus
enseñanzas?
En la JMJ llamaste a los jóvenes a que “armaran lío en las
calles”. La palabra “lío”, hasta donde yo sé, es sinónimo de “desorden”,
“caos”, “confusión”. ¿De verdad eso es lo que quieres que armen los jóvenes
cristianos en las calles? ¿No hay ya bastante confusión y desorden como para
incrementarlo?
Conozco a muchas mujeres solteras mayores (solteronas), que
son muy alegres, muy simpáticas y muy generosas y que se sintieron verdaderas
piltrafas cuando tú le dijiste a las religiosas que no debían tener cara de
solteronas. Hiciste sentir muy mal a mis amigas y a mí me dolió en el alma por
ellas, pues no tiene nada de malo haberse quedado soltera y dedicar la vida a
las buenas obras (de hecho, la soltería viene especificada como una vocación en
el Catecismo). ¿Qué les debo decir yo a mis amigas “solteronas”? ¿Que el Papa
no hablaba en serio (cosa que no puede hacer un Papa) o mejor les digo que
apoyo al Papa en que todas las solteronas tienen cara de religiosas amargadas?
Hace un par de semanas dijiste que “éste, que estamos
viviendo, es uno de los mejores tiempos de la Iglesia”. ¿Cómo puede decir eso
el Papa, cuando todos sabemos que hay millones de jóvenes católicos viviendo en
concubinato y otros tantos millones de matrimonios católicos tomando
anticonceptivos; cuando el divorcio es “nuestro pan de cada día” y millones de
madres católicas matan a sus hijos no nacidos con la ayuda de médicos
católicos; cuando hay millones de empresarios católicos que no se guían por la
doctrina social de la Iglesia, sino por la ambición y la avaricia; cuando hay
miles de sacerdotes que cometen abusos litúrgicos; cuando hay cientos de
millones de católicos que jamás han tenido un encuentro con Cristo y no conocen
ni lo más esencial de la doctrina; cuando la educación y los gobiernos están en
manos de la masonería y la economía mundial en manos del sionismo? ¿Es éste el
mejor tiempo de la Iglesia?
Cuando lo dijiste, querido Papa, me aterré pensando si lo
decías en serio. Si el capitán no está viendo el iceberg que tenemos enfrente,
es muy probable que nos estrellemos contra él. ¿Lo decías en serio porque así
lo crees sinceramente o fue “sólo un decir”?
Muchos grandes predicadores se han sentido desolados al
saber que dijiste que ya no hay que hablar más de los temas de los cuales la
Iglesia ya ha hablado y que están escritos en el Catecismo. Dime, querido Papa
Francisco, ¿qué debemos hacer, entonces, los cristianos que queremos ser fieles
al Papa y también al Magisterio y a la Tradición? ¿Dejamos de predicar aunque
San Pablo nos haya dicho que hay que hacerlo a tiempo y destiempo? ¿Acabamos
con los predicadores valientes, los forzamos a enmudecer, mientras apapachamos
a los pecadores y con dulzura les decimos que, si pueden y quieren, lean el
Catecismo para que sepan lo que la Iglesia dice?
Cada vez que hablas de “los pastores con olor a oveja”,
pienso en todos aquellos sacerdotes que se han dejado contaminar por las cosas
del mundo y que han perdido su aroma sacerdotal para adquirir cierto olor a
podredumbre. Yo no quiero pastores con olor a oveja, sino ovejas que no huelen
a estiércol porque su pastor las cuida y las mantiene siempre limpias.
Hace unos días hablaste de la vocación de Mateo con estas
palabras: “Me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero, como
diciendo: ‘¡No, no a mí! No, ¡este dinero es mío!”. No pude evitar
comparar tus palabras con el Evangelio (Mt 9, 9), contra lo que el mismo Mateo
dice de su vocación: “Y saliendo Jesús de allí, vio a un hombre que estaba
sentado frente al telonio, el cual se llamaba Mateo, y le dijo: Sígueme. Y éste
se levantó y le siguió.”
No puedo ver en dónde está el aferramiento al dinero
(tampoco lo veo en el cuadro de Caravaggio). Veo dos narraciones distintas y
una exégesis equivocada. ¿A quién debo creer, al Evangelio o al Papa, si quiero
(como de verdad quiero) ser fiel al Evangelio y al Papa?
Cuando hablaste de la mujer que vive en concubinato después
de un divorcio y un aborto, dijiste que “ahora vive en paz”. Me pregunto:
¿Puede vivir en paz una mujer que está voluntariamente alejada de la gracia de
Dios?
Los Papas anteriores, desde San Pedro hasta Benedicto XVI,
han dicho que no es posible encontrar la paz lejos de Dios, pero el Papa
Francisco lo ha afirmado. ¿Qué debo apoyar, el magisterio de siempre o esta
novedad? ¿Debo afirmar, a partir de hoy, para ser fiel al Papa, que la paz se
puede encontrar en una vida de pecado?
Después, soltaste la pregunta pero dejaste sin respuesta lo
que debe hacer el confesor, como si quisieras abrir la caja de Pandora,
sabiendo que hay cientos de sacerdotes que, equivocadamente, aconsejan seguir
en concubinato. ¿Por qué mi Papa, mi querido Papa, no nos dijo en pocas
palabras lo que se debe aconsejar en casos como éste, en lugar de abrir la duda
en los corazones sinceros?
Conocí al cardenal Bergoglio en plan casi familiar y soy
testigo fiel de que es un hombre inteligente, simpático, espontáneo, muy
dicharachero y muy ocurrente. Pero, no me gusta que la prensa esté publicando
todos tus dichos y ocurrencias, porque no eres un párroco de pueblo; no eres ya
el arzobispo de Buenos Aires; ahora eres ¡el Papa! y cada palabra que dices
como Papa, adquiere valor de magisterio ordinario para muchos de los que te
leemos y escuchamos.
En fin, ya escribí demasiado abusando de tu tiempo, mi buen
Papa. Con los ejemplos que te he dado (aunque hay muchos otros) creo que he
dejado claro el dolor por la incertidumbre y perplejidad que estoy viviendo.
Sólo tú puedes ayudarme. Necesito un guía que ilumine mis
pasos con base en lo que siempre ha dicho la Iglesia, que hable con valentía y
claridad, que no ofenda a quienes trabajamos por ser fieles al mandato de
Jesús; que le llame “al pan, pan y al vino, vino”, ‘pecado’ al pecado y
‘virtud’ a la virtud, aunque con ello arriesgue su popularidad. Necesito de tu
sabiduría, de tu firmeza y claridad. Te pido ayuda, por favor, pues estoy
sufriendo mucho.
Sé que Dios te ha dotado de una inteligencia muy aguda, así
que, tratando de consolarme a mí misma, he podido imaginar que todo lo que
haces y dices es parte de una estrategia para desconcertar al enemigo,
presentándote ante él con bandera blanca y logrando así que baje la guardia.
Pero me gustaría que nos compartieras tu estrategia a los que luchamos de tu
lado, pues, además de desconcertar al enemigo, también nos estás desconcertando
a nosotros y ya no sabemos hacia dónde está nuestro cuartel y hacia dónde está
el frente enemigo.
Te agradezco, una vez más, todo lo bueno que has hecho y
dicho en las fiestas grandes, cuando tus homilías y discursos han sido
hermosos, porque de verdad me han servido muchísimo. Tus palabras me han
animado e impulsado a amar más, a amar siempre, a amar mejor y a enseñarle al
mundo entero el rostro amoroso de Jesús.
Te mando un abrazo filial muy cariñoso, mi querido Papa, con
la seguridad de mis oraciones. Te pido también las tuyas, por mí y por mi
familia, de la cual te anexo una fotografía, para que puedas rezar por
nosotros, con caras y cuerpos conocidos.
Tu hija que te quiere y reza todos los días por ti,
Lucrecia Rego de Planas