Sincero y contundente artículo del director de INFOCATÓLICA.
¿A quien toman el pelo?...a los FIELES CATÓLICOS....¿Y quien toma el
pelo?....pues los que menos deberían hacerlo. Lean con atención:
Días atrás estuve hablando con un hermano en la fe que me dijo cuál era su
análisis sobre la situación en la Iglesia en las últimas décadas. Intentaré
resumir sus palabras: “Luis, he llegado a la conclusión de que buena parte de
los que tienen encomendado el ministerio de velar por la doctrina católica
están tomando el pelo a los fieles. Sí, nos toman el pelo cuando no hacen
nada para evitar que sacerdotes y religiosos hagan escarnio público de nuestra
fe. Nos toman el pelo cuando miran para otro lado si se les señala que no tiene
sentido admitir que la Iglesia cuente con monjas proabortistas, curas que
apoyan las uniones homosexuales, teólogos cuya heterodoxia indignaría al
mismísimo Arrio o a Lutero". Y añadió: “Nos toman el pelo cuando a
aquellos que denunciáis estas cosas os sugieren que miréis para otro lado
y no deis publicidad a ese tipo de personajes. O sea, os piden que sigáis la
táctica del avestruz, que cuando se ve en peligro mete la cabeza debajo de la
tierra. Nos toman el pelo cuando os dicen “ya haremos algo", y o no lo
hacen o se quedan de brazos cruzados si una autoridad eclesial superior se
queda tan campante". Esto último me recordó uno de los puntos más
interesante de la Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, que a veces parece
que está ahí de mero adorno:
Cada uno de los Obispos que es puesto al frente de una
Iglesia particular, ejerce su poder pastoral sobre la porción del Pueblo de
Dios a él encomendada, no sobre las otras Iglesias ni sobre la Iglesia
universal. Pero en cuanto miembros del Colegio episcopal y como legítimos
sucesores de los Apóstoles, todos y cada uno, en virtud de la institución y
precepto de Cristo, están obligados a tener por la Iglesia universal
aquella solicitud que, aunque no se ejerza por acto de jurisdicción,
contribuye, sin embargo, en gran manera al desarrollo de la Iglesia universal.
(Lumen Gentium)
También me dijo que creía que este papado iba a suponer un cambio a peor en
relación al trato de la conocida como “disidencia eclesial". Ahí le dije
que salvo que se pongan a perseguir con la ley canónica en la mano -o por
las bravas sin ley- a quienes denunciamos esa disidencia, no me imagino qué
cambio puede haber. Porque, sin ir más lejos, lo que sor Teresa
Forcades acaba de hacer, defender el “derecho al aborto", lo lleva
haciendo desde hace muchos años, cuando Francisco no era Papa. Lo que el P. Juan Masiá hizo hace
unos días desde su blog en El País, aseverando que en ocasiones lo
irresponsable es no abortar, ha sido el pan nuestro de cada día en la vida de
ese jesuita desde la década pasada, y probablemente durante toda su etapa como
profesor de ética en una universidad católica de Japón. Y así podría poner un
ejemplo tras otro, ocupando varios párrafos de este post.
Tras recomendarle la lectura de “Para
saber cómo conducirse en medio de la confusión”, cuando le dije a mi amigo
que no creo que las cosas vayan a peor,me tapó la boca recordándome lo de los
Franciscanos de la Inmaculada, de quien todavía no sabemos bien por qué les han
intervenido, pero sí nos llegan noticias sobre el cariz de dicha intervención.
Recuerda los métodos usados en siglos pasados contra las peores herejías. Es
decir, cuando la autoridad eclesial quiere callar, amordazar, ordenar,
sancionar, prohibir y ordenar la desaparición de la vida pública, sabe hacerlo
con contundencia. No sé cuál será el horrible delito canónico de los FI, pero
dudo que sea el de escandalizar a los fieles mostrándose a favor del aborto, el
gaymonio o cualquier otra barbaridad semejante. Y sin embargo, a ellos se les
machaca mientras que los proabortistas y herejes vuelan libre exhalando el humo
de Satanás por sus bocas.
Reconozco que estoy algo confuso. Sospecho que este post no será del agrado de
gente a la que quiero y respeto mucho. Pero, a día de hoy, no sé ser de otra
forma. Transmito lo que me dicen amigos y hermanos en el Señor. No me
“sale” escribir poniendo paños calientes a la realidad, cuando veo que ésta
lleva a millones de almas al abismo. Si eso significa que tengo que arrostrar
una cruz mayor que las que ya he llevado a lo largo de mi vida -y no son pocas-,
con consecuencias indeseables, así sea. También puede ser que esté
fatalmente errado y entonces yo mismo sea un instrumento de tropiezo para otros.
En ese caso, ruego a Dios que ponga fin a esta situación. Sin duda sabe como
hacerlo.
Luis Fernando Pérez Bustamante
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