19 DE ABRIL DE 2014
Hijos Míos, Yo el Redentor del
mundo he vencido a la muerte. Yo, Jesús, os hablo.
Hoy es el día de Mi Resurrección
y Yo, hijos Míos, con Mi muerte y Resurrección he vencido al pecado y a todos
los demonios del Infierno, porque he muerto por amor a vosotros y por restaurar
la gloria de Mi Padre que el pecado original le había quitado. Yo he reparado
la gloria de Mi Padre y además os he devuelto el Cielo que habíais perdido por
el pecado original, ahora quien se condena o se salva es por su voluntad,
aunque hijos, Mi gracia nunca os faltará para salvaros y para vencer el pecado
y las tentaciones. Yo, Jesús, os hablo.
Gran día es hoy que
resucité y se convierte el sufrimiento en gozo y la Pasión en gloria para el
Cielo y salvación para las almas. El sufrimiento aceptado y ofrecido vence el
pecado y, hace que el alma crezca en santidad. Un sufrimiento mal llevado, sin
resignación o renegando, no solo no da gloria a Dios sino que tampoco ayuda a
quien lo padece, porque todo lo que se haga sin voluntad propia, sin poner la
adhesión a la voluntad de Dios voluntariamente, no da gloria a Dios ni
santifica. Yo, Jesús, os hablo.
Si Yo os exigiera padecer pero no
os hubiera dado ejemplo, no Me tomaríais en serio, por eso, lo que se predica
de palabra, se debe hacer también con el ejemplo, porque bien decís vosotros
que las palabras mueven pero el ejemplo arrastra. Mi Madre está gozosa hoy en
Mi Resurrección porque Ella sabe que ya no volveré a morir, y sabe, que he
vencido al pecado y que he abierto las puertas del Cielo, porque hijos, no
quise abandonaros a vuestra suerte, y Mi misericordia y la de Mi Padre Eterno os
alcanzó a todos, aunque muchos rechazareis estos dones, estas gracias, porque
no las creéis, y si las creéis las menospreciáis. Yo, Jesús, os hablo.
Alegraos con los Ángeles y
bienaventurados en este día gozoso de Mi Resurrección y que vuestro aleluya sea
un aleluya perpetuo, porque todo verdadero cristiano debe alegrase
con este misterio, el cual confirma y asienta que vuestra fe no es vana y
que es verdadera (1 Cor 15,14). Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a
todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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