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Las veinticuatro horas de la Pasión

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Por RORATE CÆLI -23/11/2014


lunes, 28 de abril de 2014

Ningún masón puede declarar santos en la Iglesia

corsa
Por: josephmaryam

“¿Señor, a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68)
.
Después de ver el doble lenguaje de Francisco, y de seguir constatando que Roma ha perdido la Fe, y ya no se opone al inicuo que usurpa la Silla de Pedro, sino que lo protege, excusa su pecado, y le abre caminos para que siga destruyendo la Iglesia, como lo está haciendo; sólo queda refugiarse en el Corazón de Jesús. Lo demás, es perderse en un mundo y en una Iglesia que ya no ama a Dios, sino que da culto al demonio y al pensamiento de los hombres.

¿Cómo reconocer al Anticristo?: “Ustedes los reconocerán porque no llevará nunca la cruz, símbolo de redención. Él tendrá doce discípulos, se valdrá de todo tipo de prodigios para hacerlos caer en engaño. En las Iglesia habrá desorden” (Cuadernos 1943 – María Valtorta).

Francisco lleva una cruz, que no es el símbolo de la redención, sino el símbolo de la condenación: una paloma, que cae en picado, hacia un grupo de ovejas, donde hay una calavera, representada como “buen pastor”. Francisco es un anticristo, pero no el Anticristo. Él ha puesto a ocho cabezas para gobernar la Iglesia, que piensan lo mismo que él, que obran lo mismo que él. Ese grupo de herejía es el que inicia la falsa Iglesia, el que da cuerpo a la iglesia negra del demonio.

«Vendrá un hombre, ostentará obras de beneficencia; demostrará gran estabilidad, hará el bien y mucha gente lo amará y creerá en sus hazañas. Pero recuerden que la humildad viene de Dios y el que procede de Dios no se pavonea» (Ibidem). Francisco, desde que inició su falso pontificado, se pavonea con todo el mundo; el mundo lo aplaude, el mundo lo sigue, porque el mundo reconoce lo que hay en Francisco.

En la Iglesia, Francisco se ha puesto a recoger dinero. Las almas no le interesan para nada. Quiere llegar a la gente dándole lo que quieren escuchar. Por eso, la masa lo ama; la masa cree en sus palabras, en sus obras. La masa lucha por Francisco, pero ya no lucha por la Verdad. Creen que Francisco da la Verdad porque da dinero a los pobres, porque está metido en los asuntos del mundo, de la gente; porque se preocupa de la vida de los demás. Es el engaño de un hombre que sólo se pavonea, que sólo quiere publicidad, que busca la propaganda, como todo político. Está haciendo su campaña política en la Iglesia y nadie se ha dado cuenta.

«Vi qué nefastas iban a ser las consecuencias de esta falsa iglesia. Ví cómo aumentaba de tamaño; herejes de todo tipo venían a la Ciudad (Roma). El clero local se tornaba tibio, y vi una gran oscuridad… Entonces la visión pareció extenderse por todas partes. Comunidades católicas enteras eran oprimidas, asediadas, confinadas y privadas de su libertad. Vi muchas iglesias que eran cerradas, por todas partes grandes sufrimientos, guerras y derramamiento de sangre. Gentuza salvaje e ignorante se entregaba a acciones violentas. Pero todo ellos no duró largo tiempo” (Visiones de la Beata Catalina Emmerick – 13 de mayo 1820).
Esto es lo que viene ahora. Se inicia la falsa iglesia. Ya, durante 50 años, en Roma, las herejías han ido aumentado de tamaño. Y no han sido los Papas los culpables, sino los Obispos y sacerdotes que no han obedecido a la Cabeza Reinante. Herejes de todo tipo hay en el Vaticano. Y, por tanto, la tibieza en la vida espiritual es manifiesta, clara, es lo que los fieles ven en sus pastores: ya no viven sus sacerdocios, sino otra cosa. Y, entonces, viene un Francisco, otro hereje, que se alimenta de engaños, que vive su vida según su propia voluntad, y extiende la herejía a todo el mundo. Hace que todos la vivan, la abracen, la obren.

Esto es lo que está pasando: quien sigue a un hereje, se hace él mismo hereje. Empieza a comulgar con su mismo pensamiento humano, que es errado cien por cien. Y, claro, tiene que venir la persecución.

Y ya hay señales que empiezan, por todas partes, grandes sufrimientos por causa del pecado de la Iglesia actual. Francisco y los suyos, son los culpables de lo que viene ahora a la Iglesia y al mundo.

«Veo al Santo Padre muy angustiado. Él vive en un palacio, distinto al anterior, donde recibe sólo a un número limitado de amigos allegados a él. Temo que el Santo Padre tenga que sufrir muchas otras pruebas antes de morir. Veo que la falsa iglesia de las tinieblas está haciendo progresos, y veo la tremenda influencia que ella tiene sobre la gente. El Santo Padre y la Iglesia están verdaderamente en una aflicción tan grande que habría que estar implorando a Dios día y noche» (Visiones de la Beata Catalina Emmerick – 1º de agosto 1820).

Del Papa Benedicto XVI habla la beata. Está presentando la potestad espiritual que tiene el Papa. En la persona del Papa confluyen dos potestades distintas: una temporal (sobre la Ciudad del Vaticano) y otra espiritual (sobre el gobierno de las almas y de la Iglesia Católica).

Benedicto XVI ya no gobierna el Vaticano y, por tanto, no posee esa potestad temporal, a imagen de Cristo, que se separó de la Sinagoga de su tiempo, para poder ejercer su potestad espiritual, y así fundar Su Iglesia. Benedicto XVI está separado del Vaticano y de todas sus iniquidades, como Jesús. Pero sigue conservando su potestad espiritual porque su renuncia no significa la pérdida del Poder Divino. Él sigue siendo el Papa, pese a quien le pese. Y el Papa de toda la Iglesia Católica, el Papa elegido por Dios. En este Papa está la Verdad, se guarda la Verdad. Vive en un palacio, distinto al que ocupó siendo Papa, recibiendo sólo a pocas personas. Pero vive sufriendo por la Iglesia y le llega la hora del mayor sufrimiento: ir a la Cruz de la cual se bajó: «llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombre y mujeres de diversas clases y posiciones» (Lucía – Tercera parte del Secreto de Fátima).

Francisco es el Soberano Absoluto del Vaticano, antro de los siete vicios capitales; tiene un poder humano temporal y material, pero no tiene la potestad espiritual sobre las almas ni sobre la Iglesia Católica.

Francisco ha demostrado una actitud ecuménica exaltada, una escandalosa negligencia y libertad litúrgica, una pastoral de considerable ambigüedad, y una concepción doctrinal herética y totalmente discutible.

Francisco es un masón, un hombre que, desde 1999, es miembro honorífico del Rotary Club de Buenos Aires. Y un masón no puede nunca ser el verdadero Papa, el Papa legítimo, sino que es, a todas luces, ilegítimo; y lo que hace en la Iglesia es nulo, a los ojos de Dios. A los ojos de los hombres, tiene una validez humana, pero no espiritual.

El Rotary es de inspiración masónica, pone en práctica los ideales masónicos y tiene vínculos con la Masonería. Y, por eso, al Rotary se le conoce como Masonería blanca o Masonería sin máscara.

Francisco, desde que salió al balcón se dirigió al mundo y a la Iglesia como masón, no como Papa. Y sus palabras fueron claras: “Dado que muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica, otros no son creyentes, os imparto esta bendición, en silencio, a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero a sabiendas de que cada uno de ustedes es un hijo de Dios Que Dios los bendiga” (13 de marzo 2013). Puso el sello de la masonería en su primera actuación. No puso la palabra de Dios, no llevó a Cristo, no ofreció la Verdad, sino la mentira.

Lo que dijo está totalmente de acuerdo con lo expresado por la masonería:“la masonería enseña que ya que Dios es el Creador, todos los hombres y todas las mujeres son los hijos de Dios. Debido a esto, todos los hombres y todas las mujeres son hermanos y hermanas“(Gran Logia de Michigan). Este es el gran principio de la fraternidad: el amor al hombre se pone por encima del amor a Dios. Porque sois hijos, sois hermanos. No se dice: porque sois amados por Dios, entonces sois hijos: «Y por ser hijos envió Dios a nuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, que grita: ¡Abbá, Padre!» (Gal 4, 6). Somos hijos en el Hijo del Padre. Somos hermanos en el Espíritu del Hijo, que es el Espíritu de Cristo. No somos hermanos por Creación de Dios. Somos hermanos porque «Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, para que recibiésemos la adopción» (Gal 4, 4b-5). La masonería niega la Redención y, por tanto, predica el amor fraterno, anulando el amor de Dios.

Francisco predica su fraternidad en la Iglesia, que se asemeja a la del universalismo antropocéntrico, de matiz iluminista, revolucionaria y atea: «el Hijo de Dios se encarnó para infundir en el alma de los hombres el sentimiento de la fraternidad» (Francisco en la entrevista a Scalafarri). Clamorosa inexactitud, que anula la obra de la Redención. Jesús se encarna para redimir al hombre del pecado y así hacerlo hijo de Dios por adopción. Y, por tanto, la fraternidad es sólo una mera consecuencia de la Redención, pero no es el fin de la Encarnación del Hijo de Dios. Y esto le lleva a la adoración del hombre: «sobre el altar adoramos la carne de Jesús; en ellos (en los pobres) encontramos las llagas de Jesús. Jesús está presente en la Eucaristía, aquí está la carne de Jesús; Jesús está presente ente ustedes, es la carne de Jesús: son las llagas de Jesús en estas personas» (Francisco, en Asís, a los niños discapacitados). Francisco ha perdido el camino de la Verdad y no sabe diferenciar la presencia de Cristo en la Eucaristía y la presencia de Cristo entre los pobres. Las llagas de los pobres son sólo un símbolo de las llagas de Cristo, una analogía, no real, sino sólo relativa, conceptual. Y la presencia de Cristo en la Eucaristía es real, sustancial, no es un símbolo. Y, por tanto, hay que destacar a Cristo en la Eucaristía, no las llagas de los pobres. El primer plano, para Francisco, son los pobres, no es Cristo. Señal de que Francisco da culto a los hombres, a sus obras, a sus pensamientos. Pero no es capaz de dar culto a Dios. Habla que Jesús está en la Eucaristía para llevar la mente del que lo escucha a lo que le interesa: el hombre. Este es siempre el doble lenguaje de Francisco. ¡Siempre!

En la elección de Francisco a la Silla de Pedro estuvo la masonería: él fue el candidato de los masones cardenales; puesto en una hábil maniobra del demonio para quitar al Papa reinante, y poner al que destruye el Papado con su vida de vulgaridad, con su vida social y política; con su inteligencia errada en todas las cosas de la Iglesia. Habla de muchas cosas y todo es mentira en lo que habla. Habla para darse importancia, pero nunca para enseñar la verdad. Habla para poner a otros los modelos de vida que él tiene: «En estos días, he podido leer un libro de un cardenal —el Cardenal Kasper, un gran teólogo, un buen teólogo—, sobre la misericordia. Y ese libro me ha hecho mucho bien» (Ángelus – Plaza de San Pedro -Domingo 17 de marzo de 2013). «Otra cosa: ayer, antes de dormir, pero no para dormirme, leí -releí- el trabajo del cardenal Kasper y me gustaría darle las gracias, porque me encontré con una profunda teología, un pensamiento claro en teología. Es agradable leer teología clara. Y también encontré aquello que San Ignacio nos decía, del sensus Ecclesiae, el amor a la Madre Iglesia… Me ha hecho bien y me vino una idea -discúlpeme si le hago avergonzarse Eminencia- pero la idea es que a esto se le llama “hacer teología de rodillas”. Gracias. Gracias.» (Aula del Sínodo en el Vaticano – 21 de febrero).

Al Cardenal Kasper no se le puede considerar un buen teólogo, sino merecedor de reprobación expresa, por su posición marcadamente herética y cismática con relación a varios dogmas de Fe, entre ellos la negación de la divinidad de Jesús, en su libro Jesús el Cristo, donde dice: «esta confesión Jesucristo, Hijo de Dios, es un residuo de mentalidad mítica, pasivamente aceptado» (p. 22); la negación del dogma extra Eccelsiam nulla salus (fuera de la Iglesia no hay salvación), donde afirma que en Jesucristo la salvación incluye todo lo que es bueno y verdadero en las otras religiones; la negación de los milagros, de la Resurrección, de la Ascensión, de la Concepción Virginal de María y de la Infalibilidad de la Iglesia.

Esto no es profunda teología, estoy no es hacer teología de rodillas. Esto es dar culto a la mente del hombre; esto es ponerse por encima de la ley de Dios; esto es anular la Palabra de Dios y llamarla herética.

El elogio público de un teólogo herético representa una afirmación herética. Por tanto, Francisco ha caído en clara herejía al alabar a Kasper. Y sólo este elemento basta -de por sí- para considerar a Francisco excomulgado, desprovisto del cargo eclesiástico que se le ha confiado, anulando así su falso Pontificado. Esto es pública herejía de Francisco en la Iglesia. Y nadie quiere llamar a las cosas por su nombre.

El canón 194 § 1, n. 2, dice: «Queda de propio derecho removido del oficio eclesiástico: quien se ha apartado públicamente de la fe católica o de la comunión de la Iglesia». Francisco, poniendo como modelo de fe a un hombre hereje, se aparta públicamente de la fe católica; porque los sacerdotes y Obispos en la Iglesia deben ser padres de la fe y, por tanto, modelos de la fe. Y poner por modelos de fe en la Iglesia a los santos, que son los que han obrado y vivido la fe. Ponen como modelo para creer a uno que no cree en nada. ¡Esto es reírse de toda la Iglesia!

Todo esto es muy grave, y nadie en el Vaticano dice una palabra. Al revés, se están preparando para representar la mayor comedia de la historia: canonizar a dos beatos. Falsa canonización, porque un masón no tiene poder para hacer santos, para declarar santos. Va a ser solo una pantomima, una obra de teatro más de Francisco y todos los suyos. Y, por supuesto, para sacar tajada de eso.

Pero, ¿a quién le interesa esto? A nadie le importa la verdad. Todos contentísimos con el doble lenguaje de Francisco. Todos esperando a ver qué pasa en octubre con el sínodo de los Obispos. Todos haciendo planes para el futuro. Y nadie combate el error. Nadie se enfrenta a Francisco.

«Veo muchos eclesiásticos que han sido excomulgados y que no parecen preocuparse por ellos, y por tanto menos tener conciencia de su situación. Y, sin embargo, ellos quedan excomulgados cuando cooperan con empresas, entran en asociaciones y abrazan opiniones sobre las cuales se ha impuesto el anatema. Se puede ver cómo Dios ratifica las órdenes, las interdicciones y los decretos emanados de la Cabeza de la Iglesia, manteniéndolo vigente aun si los hombres no muestran interés por ellos, los rechazan o se burlan» (Visiones de la Beata Catalina Emmerick –1820-1821).

La beata sólo está recordando el Evangelio: «lo que atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto destares en la tierra será desatado en los cielos» (Mt 16, 19). Francisco, Kasper y todo su gobierno horizontal están excomulgados por Dios, porque Dios no se olvida de lo que los Papas han atado en Su Iglesia. El canon 1364 dice que: «el apóstata de la fe, el herético o el cismático cae en excomunión latae sententiae»; es decir, automáticamente él mismo se pone fuera de la Iglesia sin necesidad de un acto oficial, sin necesidad de que se lo recuerden.

Cualquiera que proclame o ponga en práctica otra doctrina distinta a la de Cristo, dentro de la Iglesia Católica, es herético y de hecho queda excomulgado, aunque sea Sacerdote, Obispo, Cardenal o Papa; porque nadie se puede poner por encima de las Verdades de Fe, que son sagradas para Dios y son ley divina para el hombre.

Dios ratifica a Sus Papas, los que ellos han atado en la tierra. Y aunque nadie le importa ya eso, Dios sigue ratificando a Su Iglesia, porque su Iglesia es la Verdad. Y no hay más Verdad que lo que los diferentes Papas han obrado en la Iglesia en toda su historia. Un Papa es el que custodia la Verdad y sólo la Verdad

Lo que obra actualmente ese infeliz de Francisco es sólo su nueva iglesia, negra, del demonio. Y todo aquel que lo apoye, queda excomulgado automáticamente. Francisco sigue haciendo su comedia en la Iglesia. Y todos ríen, aplauden. Consecuencia: ya no hay tiempo. Ya se acabó el tiempo. No esperen Misericordia; sólo Justicia.

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