"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

https://www.youtube.com/watch?v=aHCHbn4abhk&t=145s






LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

 click en imagen

Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
http://kyrieokumbaya.blogspot.com.es/

Presentamos la Asociación por las Almas del Purgatorio. 
¡Inscribe a las tuyas! ¡Reza por todas!
Por RORATE CÆLI -23/11/2014


viernes, 31 de enero de 2014

Los Grammy 2014 apoyan al matrimonio gay con una boda multitudinaria

34 parejas gays y heterosexuales se casan en plena actuación de Macklemore & Ryan Lewis con el tema 'Same Love' cantado a dúo con Madonna


------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El porque de la Apariciones Celestiales

No es porque sí, que del Cielo nos están advirtiendo tanto.
Muchos se toman, tantas manifestaciones celestiales, como algo que no va con ellos, que no pueda ser verdad. Pero..., sin embargo, hay un motivo, sí, hay algo muy importante a recalcar, y es que lo que nos dicen esta pasando realmente! si no estuviera pasando podríamos cuestionarlo, puesto que tenemos libertad, pero...,está pasando de verdad, absolutamente todo... y en todos los ámbitos, ¡entonces, advertidos estamos, Dios siempre avisa!

Que haríamos si el Cielo no nos hubiera avisado, acaso, no haríamos como la ranita en agua hirviendo, "Si una ranita es sumergida en una olla de agua hirviendo, va a saltar inmediatamente poniéndose a salvo, pero si es metida en agua fría, y esta se calienta lentamente va a terminar cocinada por no poder percibir el aumento de la temperatura del agua"... ¿no nos iríamos acostumbrando al agua hirviendo hasta morir...? comparando esta paradoja con nuestra situación actual, ya no sabríamos discernir entre el bien y el mal, nuestra mente acabaría "hervida" prácticamente. Pero, Dios, que nos ama inmensamente, siempre nos avisa del peligro de perder nuestra alma, El nos quiere en el Cielo, pero, nadie puede decir a mi no me pasará, yo no pecaré, pues, todos somos humanos, somos débiles. Sin embargo..., Dios nos ha regalado, si la queremos obtener, su Gracia Santificante, la cuál nos es otorgada principalmente en los Sacramentos de la -confesión y comunión- de Dios recibimos todo, absolutamente todo lo que necesitamos, solo debemos intentar estar en Gracia -si no, acudir enseguida al sacramento de la confesión-, pedír..., confiar..., tener una fe absoluta en El, cumplir los mandamientos, frecuentar los sacramentos, llevar una vida de oración, estar preparados para lidiar con la contradicción, sabiendo de antemano, que mucho de lo que veamos a nuestro alrededor nos dejara estupefactos, nos dolerá, a veces nos tumbará. Pero, nuestra meta es el Cielo, que nada, ni nadie, nos distraiga en el camino.

Lo que se avecina, no se vió ni en tiempos de Sodoma y Gomorra, 

Pero, Dios nos ha elegido desde toda la eternidad para vivir en este tiempo y no en otro, espera algo de nosotros, no le decepcionemos. 

Ánimo, será por poco tiempo, siento poner estas imágenes, no es agradable, esto no es agradable, pero, hay un motivo, nos estamos perdiendo en un mar de confusiones, estamos prácticamente "ametrallados", por el pecado, donde quiera que estemos, donde quiera que miremos.., el demonio nos tienta, como a Jesús en el desierto, es como estar pasando por un puente, en donde si miramos a la derecha vemos un precipicio, y si miramos la izquierda vemos otro precipicio, solo nos salvaremos con la mirada puesta en Dios, al frente, cruzando el puente, veamos lo que veamos, oigamos, lo que oigamos, y aunque, no nos pertenece juzgar a los hombres, por lo que hacen. Debemos decir lo que está bien y lo que está mal.

Amar al pecador, no al pecado. Oremos siempre por los pecadores, con nuestras oraciones y con el poder de Dios, podremos salvar a más de uno, acordémonos de la exhortaciones de Nuestra Santísima Madre, en sus múltiples apariciones.

Dios nos ama, a cada uno como si fuéramos únicos, nos quiere en el Cielo, aunque esto no significa que solo por este hecho, no nos podamos condenar, si no tenemos la voluntad de arrepentirnos. Pues, la Justicia Divina es perfecta, igual que su Misericordia, pero, no hay Misericordia, sin Justicia, no podemos romper los mandamientos de la Ley de Dios, sin que esto nos lleve a graves consecuencias, como perder nuestra alma, porque, si no nos queremos arrepentir de haber pecado y el pecado lo encontramos bien, y persistimos en él, nos condenamos. Tengamos en cuenta, que el Amor de Dios, no le exime de impartir su Divina Justicia.

Aunque nos podamos salvar llevando una vida santa, sin tener en cuenta "las apariciones celestiales".
No admitirlas es como desprestigiar el poder de Dios, empequeñecerlo, despreciar su mano auxiliadora.  
Las apariciones han sucedido y están sucediendo justamente para eso, para avisarnos, para que llevemos una vida santa y nos podamos salvar, que es lo que en definitiva, desea el Cielo para nuestro bien. En lugar de menospreciarlas. ¡Gracias debemos dar a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, y a Nuestra Santísima Madre, por tanta bondad!

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------









Pero, no es "el fin del mundo", el mundo no se acaba ahora, estamos en 
"El Fin de los tiempos"

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
¡¡Horrible!! deformar la mente de nuestros niños, llevarlos a situaciones de pecado, enseñarles que el pecado es algo normal.

***
“Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí […], más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar” (Mt 18, 6; cf. 1Co 8, 10-13).

El Apóstol San Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, capítulo 6, versículos 9, 10 y 11, dice:
 " ¿ O es que no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios ? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maledicientes, ni los salteadores heredarán el reino de Dios".

Y en el Apocalipsis, o Revelación, del Apóstol San Juan, capítulo 21, versículo 8, dice: 
" Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el estanque ardiente de fuego y de azufre -esta es la segunda muerte".

  1. Injustos
       2. Fornicarios
   3. Idólatras
    4. Adúlteros
       5. Afeminados
     6. Sodomitas
     7. Ladrones  
8. Avaros
     9. Borrachos
        10. Maledicientes
     11. Salteadores
  12. Cobardes
   13. Incrédulos
     14. Depravados
   15. Homicidas
    16. Hechiceros
    17. Mentirosos

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Autor: maristas.com.ar | Fuente: maristas.com.ar
El respeto que se le debe al niño según Marcelino Champagnat
Consejos, lecciones, máximas y enseñanzas de San Marcelino Champagnat donde da algunas consignas de cómo un educador debe tratar a un alumno.

CAPÍTULO XXXVIII 

 RESPETO SANTO QUE SE DEBE AL NIÑO

I. Qué es el niño, objeto de tal reverencia
Es la más noble y perfecta de todas las criaturas visibles; «el más asombroso milagro de Dios», en expresión de san Agustín; «una maravilla», exclama el Sabio.

Es la obra maestra de las manos divinas. Su dignidad y nobleza son tales, que Dios mandó a sus ángeles que cuidaran de él, le sirvieran y guardaran en todos sus pasos. El niño es no sólo obra de las manos de Dios, es imagen y gloria de Dios (1 Co 11, 7); en él está impresa la luz del rostro de Dios (Sal 4, 7). «Tiene vigor de auténtico fuego, porque su origen es del todo celeste».

Es el lugarteniente de Dios en la tierra, con dominio sobre todas las criaturas visibles: todo ha sido puesto a sus pies, todo se ha hecho para su servicio. «Es el rey del universo, al que Dios ha coronado de gloria y honor en lo que se refiere al alma y al cuerpo dice Bossuet dotándole de justicia y rectitud original y otorgándole la inmortalidad y el imperio del mundo». Para él creó Dios ese mundo, lo conserva y pone en acción a todas las criaturas. Para su salud, satisfacción y servicio, los cielos despliegan su esplendor y giran majestuosamente en el firmamento, el sol llena de resplandor el orbe, los astros no cesan de enviar a la tierra influencias suaves y benignas, los vientos soplan, la humedad se condensa en nubes, la lluvia cae, corren los ríos, la tierra produce toda clase de plantas, los animales viven y se reproducen; en suma, la naturaleza entera trabaja para él.

2. El niño está hecho a imagen y semejanza de Dios. Como Dios, es trinidad: es un ser vivo, dotado de inteligencia, razón y amor; esas cualidades constituyen el fondo de su naturaleza. A semejanza del Padre, tiene el ser; a semejanza del Hijo, tiene la inteligencia; a semejanza del Espíritu Santo, tiene el amor; a semejanza del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en el ser, en la inteligencia y en el amor, tiene una sola felicidad y vida. Nada se le puede quitar, sin quitárselo todo.

Creado a imagen de Dios, posee, para conocer, una inteligencia de capacidad casi infinita. Cuanto más aprende, más capaz es de aprender: puede abarcar con su inteligencia un mundo entero e imaginar una infinidad de otros mundos. Conoce las cosas materiales y las del espíritu; las cosas creadas y la esencia de Dios; todo lo penetra; discurre acerca de todo y, por inducción, infiere las cosas más secretas. Su memoria es una enciclopedia de un sinfín de conceptos, «cual sala inmensa en la que se contienen cielo, tierra, mar y cuanto se conoce», dice san Agustín. Su voluntad puede adherirse a toda clase de bienes, incluso al bien infinito; dicha voluntad es tan noble y magnánima, que ningún bien puede saciarla, a no ser el mismo Dios. Su libertad es tan absoluta y fuerte, que ni todas las criaturas del mundo la pueden forzar; ni siquiera todos los ángeles juntos serían capaces de obligarla a abrazar lo que no quiere: sólo Dios tiene dominio sobre ella.

Digámoslo una vez más: esa criatura sublime que es el niño, lleva en el fondo de su naturaleza, en la elevación, poder y armonía de sus facultades y en todo su ser, la impronta e imagen de Dios.

3. El niño es hijo de Dios (Rm 8, 16), hijo del Altísimo (Sal 81, 6). Sí, por enclenque, débil y ruin que os parezca, ese niño no sólo lleva el nombre de hijo de Dios, sino que lo es, y lo es ahora mismo bajo esos harapos que le cubren. Sí, Dios es su padre y modelo y, como él mismo, lo quiere grande, santo y perfecto.

4. El niño es la conquista y precio de la sangre del divino Salvador; es miembro y hermano de Jesucristo, templo del Espíritu Santo y objeto de las complacencias del Padre. Es el retrato de Jesús niño, el recuerdo de su infancia, debilidad, pequeñez y obediencia. Es la criatura agraciada a la que Jesús llama diciendo: Dejad que los niños se acerquen a mí (Mt 19, 14; Mc 10, 4; Lc 18,16), y en la que halla sus delicias: Son todas mis delicias el estar con los hijos de los hombres (Pr 8, 31). El niño es el amigo, el predilecto de Jesús. «Así como los reyes de la tierra dice san Agustín tienen sus favoritos, también Jesús tiene los suyos: son los niños, a los que acaricia, ama y bendice, interesándose por su educación, porque siente para con ellos una inclinación y un amor singularísimos.

5. El niño es la esperanza del cielo, el amigo y hermano de los ángeles y de los santos. Es el heredero del reino celestial y de las palmas eternas. Ese niño humilde ha nacido para ser rey, rey temporal y rey eterno. Sí, un doble reinado es su destino: si lleva dignamente su corona en la tierra, se le abrirá un día el reino de los cielos.

6. «El niño es lo más amable y encantador que hay en la tierra, la flor y el adorno del género humano»,dice san Macario. Es la primera edad de la vida, encanto de los ojos, de trato amable y extraordinariamente dócil para dejarse formar en la observancia de los deberes más sagrados. De corazón puro y sencillo, acepta confiadamente la religión, porque no tiene oscuros intereses que defender contra ella, y se deja atraer gustosamente por su voz maternal.


El niño es un alma inocente, cuyo apacible sueño aún no han turbado las pasiones y cuya rectitud aún no han alterado la mentira ni los engaños del mundo. Es un indecible secreto de beatitud que revela un origen enteramente celestial: tiene nobleza y dignidad propias, que no se hallan en los hombres corrientes.

El niño es sencillez, candor e inocencia, alegría del presente y esperanza del porvenir.

7. El niño es tu hermano y semejante, hueso de tus huesos (cf. Gn 2, 23), es otro tú. Tiene el mismo Padre celestial que tú, idéntico fin y destino, tiene la misma esperanza; se le destina a gozar de la misma felicidad. Es tu compañero de viaje en este destierro temporal; será coheredero tuyo y tu socio en la patria, ¡en el cielo!

8. El niño es el campo que Dios te ha encargado que cultives: brote tierno, planta débil; pero será un día árbol frondoso cargado de los frutos de todas las virtudes, que proyectará a lo lejos sombra gloriosa y benéfica. El niño es un hilillo de agua, fuente que empieza a manar; pero llegará un día a ser río caudaloso si tú, a imitación del hábil fontanero del que hablan los libros sagrados, procuras encauzar sus aguas dóciles y nunca toleras que vengan a enturbiar su curso otras corrientes extrañas, impuras y amargas.

El niño es el objeto de tus afanes, fatigas y ejercicios de virtud. Será tu consuelo en la hora de la muerte, tu defensa ante el Juez divino, tu corona y tu gloria en el cielo.

9. El niño es una bendición del cielo, la esperanza de la tierra, de la que ya es riqueza y tesoro, y un día será fuerza y gloria; es la esperanza de la patria y de toda la humanidad, que se renuevan y rejuvenecen en él; es, sobre todo, la esperanza de la familia, pues constituye desde ahora su gozo y sus delicias, y más adelante será su honor y su gloria.

El niño, en una palabra, es el género humano, la humanidad entera, nada más y nada menos que el hombre: tiene derecho a la mayor consideración y, a su vez, la debe a los demás. Ya veis lo que es el niño al que debéis reverencia.

II. Lo que se ha de respetar en el niño.

Ante todo se ha de respetar su inocencia. Pero, ¿cuál es el respeto debido a la inocencia? «El que se tributa a los santos y a sus reliquias», asegura Massillón. «Nada hay en la tierra sigue diciendo ese obispo ilustre tan grande ni tan digno de nuestra veneración como la inocencia. Respetemos, en el niño, su hermosa inocencia, el excelso tesoro de la primera gracia del bautismo que él tiene todavía y que nosotros hemos perdido. Tributamos culto público a los santos que, tras haber tenido la desgracia de perderla, la recobraron con su vida penitente. ¿No debiéramos tener la misma veneración para los niños en los que aún habita ese don de justicia y santidad? Tributémosles una especie de culto, como templos santos en los que reside la gloria y majestad de Dios, no mancillados aún por el hálito de Satanás. Esos niños son depósitos sagrados por cuya guarda se ha de velar; merecen tanta estima como las reliquias de los mártires depositadas en los altares y que atraen los homenajes y veneración de los fieles. Si los mirásemos así, con los ojos de la fe, no creeríamos rebajarnos al dedicar a esos niños la solicitud y cuidados que reclaman su edad y sus necesidades, y jamás faltaríamos al respeto que se les debe»..

San Juan Crisóstomo exclama: «¡Oh educador de la juventud!, ¿estás al tanto del miramiento y reverencia que debes al niño? Consulta la fe: ella te dirá lo que es y lo que le debes. En su frente leerás el sello de la divina adopción, y tú has de impedir que el pecado lo rompa. En la cabeza y el pecho lleva la impronta y carácter de hijo de Dios: si se altera, responderás de ello ante Dios. Su corazón es verdadero santuario del Espíritu Santo, y tú eres el guardián del mismo. En su alma, si la examinas atentamente, descubrirás el germen y principio de todas las virtudes: te corresponde conseguir que den fruto. A ese niño lo dice Jesucristo le rodean los ángeles de Dios, encargados de protegerlo., y tú compartes ese oficio. Considera, pues, cuán digno de tu veneración es ese niño y cuán merecedor de tus desvelos».

Detallemos lo que particularmente nos pide el respeto santo que debemos al niño:

1. Mucha cautela en las palabras, acciones y modales, para no decir nada, no hacer nada que pueda escandalizar al niño o sugerirle cualquier idea del mal.

2. Extremada vigilancia para alejar de él todo lo que pueda exponerle a perder el preciado tesoro de la inocencia.

3. Mucho recato y circunspección en nuestras relaciones con él, no permitiéndonos ni tolerándole familiaridad alguna, ni libertad que desdiga de nuestra profesión y de una estricta modestia.

4. Vigilancia incesante sobre nosotros mismos, para portarnos en todo de tal forma que ofrezcamos al niño, en nuestra persona, el ejemplo de todas las virtudes y un modelo de conducta que pueda siempre admirar e imitar.

Preguntó alguien a un santo sacerdote dedicado a la enseñanza:

¿Cómo puede usted permanecer siempre sereno y conservar en todo momento una paciencia, moderación y modestia que parecen sobrehumanas?
El venerable eclesiástico respondió:

Nunca pierdo de vista el admirable consejo que nos legó la antigüedad: «El niño se merece el mayor respeto». Antes de dedicarme a la enseñanza agregó repetía con frecuencia para mis adentros: Dios me ve. Esa máxima saludable que todos los maestros de la vida espiritual señalan como excelente antídoto contra el pecado, me preservó muchas veces, cuando iba a caer en el abismo. Pero soy tan débil, que ni siquiera ese pensamiento tan elevado me hacía evitar un sinnúmero de faltas leves. Ahora, desde que me han confiado la educación de un grupo de muchachos, digo para mí: Estos niños me están viendo. Y el temor de causarles escándalo me ha hecho como impecable.

Bueno le replicó el amigo, pero esos muchachos no están continuamente con usted.

Naturalmente le respondió, pero el empeño que pongo en cuidarme cuando estoy con ellos, se me ha hecho habitual. Por otra parte, podemos decir de ellos, en cierto modo, lo que con plena realidad decimos de Dios: nos ven en medio de las tinieblas, nos oyen cuando creemos estar solos.

III. El horror del escándalo.

(...)

leer todo:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admiten comentarios que sean descalificativos e irrespetuosos. Estos mensajes serán eliminados o sujetos a moderación.